I - Noche de copas

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Quien iba a pensar que después de tres años de relación, descubriera a su novia poniéndole los cuernos con otro hombre. En su cabeza solo hay la misma imagen de su ex novia besando salvajemente entre jadeos a alguien que no conoce. Viendo como dos cuerpos desnudos se separan al ver esa mirada puesta que la chica conoce muy bien. Duele su pecho y vaya que sí le duele.

Acaba de ver a su novia haciendo el amor con otra persona, en su apartamento, en ese sitio donde parece que siempre iban a hacerlo, porque él tiene campeonatos y partidos de vóley, con lo cual nunca la ve. Pero ahora, no se lo cree.

Ese día se fue de la casa, por suerte para ambos, era propietaria de la chica, con lo cual puede irse sin más, sin decir nada, solo con ese recuerdo, rompiendo su relación que ya ha estado rota desde que comenzó.

Ahora solo está en la casa de un amigo que lo ha acogido mientras busca donde ir. Ya no tiene donde ir.

Suspira tres, cuatro, veinte veces antes de dormir pensando que quizás ha sido buena idea separarse, mientras que otra parte solo llora desoladamente imaginando que es un sueño.

Su cabeza está hecho un lío por las noches, empieza a dudar si realmente la ha amado tanto como él mismo quiere hacerse creer. Cada vez se va dando cuenta que era un amor falso, tanto para él como para ella. Nunca hubo amor.

Han pasado dos semanas, pero parecen tres días, se siente vivo el recuerdo en bucle que aparece en su cabeza. Gracias que ese recuerdo comienza a perder importancia para él, sin dolerle tanto. Se ha dado cuenta de que ya no la ama. Y no solo ahora, nunca la ha amado ni nunca la amará de nuevo.

Sus amigos le han ofrecido llevarlo a un lugar donde si mente puede dejar de jugarle malas pasadas aunque ya sepa lo que su corazón siempre ha tratado de decirle.

Por la presión social de ese momento no tuvo más remedio que decir . Ya ahora, quien puede adivinar porque ha decidido ir. Su corazón le dice que sí, que la vida es joven, pero su cabeza dice no, es más importante su carrera de universitario que una estúpida salida con amigos y amigas.

Todos listos donde han quedado, van a la discoteca más grande de la ciudad. Todos son risas y charlas por el camino que incomodan al pelirrojo. No se siente a gusto. Todo eso desaparece en un chasquido al ver como todos hablan con él, han notado sus ojos pidiendo ayuda y no van a dejarlo solo, aislado de la conversación. Necesita atención después de todo por lo que ha tenido que pasar.

—Hinata, cuando lleguemos vamos a emborracharnos, seguro que encuentras a otra que te merezca más, ya lo veras —dice un chico de su misma altura, con el pelo castaño desafiando la gravedad y un pechón rubio en medio de su frente.

—No lo creo, ahora mismo no me interesa tener pareja, quiero centrarme en mis estudios —comenta algo más tranquilo al no ser excluido.

—Bueno, pero recuerda divertirte hoy —Nishinoya pasa el brazo por su hombro para animarlo—, y recuerda beber, te ayudará.

—No creo hacerlo, pero gracias.

Sin darse cuenta, han llegado al destino, el grupo entra después de mostrar sus DNI y comprobar su mayoría de edad. Todos nada más llegar van a la barra. Lo bueno de esta discoteca es que la entrada es gratis, pero las bebidas hay que pagarlas.

Hinata se sienta en estas sillas circulares típicas en los bares pensando en nada, alejándose de sus amigos y amigas que comienzan a beber como locos. Entonces ve la mano de alguien que no conoce dándole un poco de Whisky—Veo que estás solo, invita la casa —dice un barman que parece de su edad, dándole ese vaso.

—Oh, gracias —él nunca ha bebido, pero por primera vez cree que quizás esto puede venirle bien para despejarse y quitar el estrés de la universidad.

Bebe de un trajo el pequeño vaso que le ha entregado, limpiándose las comisuras de sus labios por un poco de Whisky en esa zona. En acto seguido suelta un sonido de algo de picor, aunque para su opinión, ha estado bien ese trago.

—Está sorprendentemente rico, ¿me pone otro? —el barman con una sonrisa va a preparar otra exactamente igual que el que ha preparado para el pelirrojo.

Después de ponerle hielo a la bebida, le entrega el vaso o más bien chupito enfrente de una mirada vacía. El barman suspira al ver que parece tan solo en ese momento.

Hinata da pequeñas vueltas a la bebida inclinándolo para ver como el hielo gira en el interior del vaso. Sus dedos se mojan un poco debido al frío que comienza a derretirse por fuera del vidrio. No le disgusta porque ahora mismo es lo único que puede hacer para no aburrirse como lo hace diariamente en cerrado en la habitación que su amigo le ha prestado.

Suspira mientras decide tomar la bebida y pedir otro. Se pasa así cinco veces hasta que ya comienza a notar un pequeño mareo y esa sensación de que giras y vas a caer al vacío agarrando fuerte la silla. Sus ojos comienzan a abrirse y cerrarse o incluso quedarse entre abiertos viendo al barman.

No sabe cuánto tiempo lleva así, pero ya van diez chupitos desde que ha llegado, definitivamente está completamente borracho, sin distinguir líneas ni personas, por eso, al notar una mano en su hombro, no puede ver de quien se trata.

Con unas manos temblando recuesta su cabeza sobre la barra, sintiendo el frío del mármol en su mejilla. No sabe porque comienza llorar, ni tampoco porque la persona que tiene su mano en el hombro comienza arrastrarlo a un sillón cerca de ahí.

La persona comienza a hablarle, el solo escucha con borrosidad y como si fuera muy lejana la voz. Al notar como lo sacuden fuertemente comienza a volver al mundo real sin quitar que mantiene el mareo.

—Shoyo... —dice un castaño preocupado—. Shoyo... —después de cinco veces repitiendo su nombre, al fin consigue responder.

—Dime —su voz es algo confusa debido al llanto y la borrachera que lleva encima. Aun así, consigue relajar a Nishinoya que está preocupado, ya que lo ha visto beber mucho, y tanto no es bueno.

—Deja de beber tanto —la música de fondo y la gente bailando hace que resulte más difícil de entender para el pelirrojo—, al final vas a hacer un destrozo a tu estómago. Tanto alcohol no es bueno para nadie.

—Tranquilo, el barman guapo de ahí me ha dicho lo mismo —el castaño se preocupa más por su amigo, sus palabras son confusas y mezcla algunas letras—, estoy bien, ya he parado.

—¿Quieres que vayamos a casa? —dice el castaño preocupado de los movimientos balanceantes de su cuerpo.

—¡No! —como un niño pequeño cruza sus brazos y cierra los ojos negando con la cabeza bruscamente. El castaño siente como si sus preocupaciones van en aumento, no es propio eso viniendo de él.

—Bueno, pues prométeme que vas a ser obediente y no vas a beber más —el pelirrojo asiente con velocidad para dejar que su espalda se recueste en el sillón mientras mira con la poca visión al barman, conectando miradas.

El pelirrojo sonríe tontamente porque se siente de alguna manera confiado al ver como se miran, pero el sueño es más fuerte y vence el seguir viendo a ese azabache. El castaño quien está a su lado, pone el brazo de este para rodear su cuello mientras con su mano lo asegura y con la otra en el hombro del otro lado para llevarlo.

Se acerca a el grupo con el pelirrojo—Me lo llevo, ya está casi muerto, ha bebido mucho.

—Bien, adiós a los dos —todos se despiden con una sonrisa y otros sacudiendo sus manos. Mientras, el dúo sale de la discoteca, oliendo el fresco aire.

Los árboles agitan sus ramas cayendo hojas en el acto, con una bella noche oscura debajo de dos amigos, uno dormido y otro que con cansancio tiene que caminar cinco minutos más para llegar.

Cada paso cuesta más debido al peso del pelirrojo tirando de su derecha. Después del mortal camino de ahí aquí, abre la puerta del piso y deja las llaves en el cuenco del recibidor. Se quita las zapatillas para caminar a la habitación que lleva utilizando Hinata desde hace semanas.

Lo pone sobre la cama y le quita las zapatillas, acto seguido sale por la puerta y se va a su propia habitación. Nada más tumbarse también queda dormido profundamente. Ha dejado que su peso en los hombros se deje caer mientras su cabeza ya comienza a soñar.

Without end [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora