XII - El mundial

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Hinata está en los banquillos, apunto de que comience su partido, en el pequeño tiempo que les dejan para calentar y practicar remates, etc..

Y el está sentado, con las manos en su cara y los codos apoyados en sus piernas. El móvil a un lado, con volumen, esperando de que Kageyama le diga algo. No le responde los mensajes, no aparece, no sabe nada de él.

—Hinata, ¿pasa algo?—pregunta Sugawara de rodillas frente a él, viendo que no es su mejor momento.

—No, nada.—su cuerpo tiembla tanto que hasta el pelo plata sin tocarlo, siente como vibra y como no está bien.

Normal, su novio literalmente a roto una promesa, no aparece, no responde, no lee los mensajes, ¿y si le ha pasado algo? ¿Y si está herido? ¿Y si lo ha abandonado? ¿Y si ya no le importa? Su cabeza reproduce las mismas preguntas una y otra vez.

—Hinata, en serio, dime que te pasa—Sugawara se pone serio, ¿tanto le cuesta responder?—, por favor.

—Da igual, es solo un dolor de barriga. Nada más.—sus manos dejan de cubrir su rostro, ahora caen a sus laterales apoyándose sus muñecas en el banquillo, suspirando y viendo el techo.

—Recupérate.—se aleja aun no convencido de esa respuesta, se ha notado muy falsa. Está seguro que algo pasa.

Los altavoces suenan indicando el fin del calentamiento y así dar comienzo al tan esperado partido. El mundial, la final. Shoyo con hombros caídos y brazos muertos se mueve a sus sitio como todos los hacen.

Y así comienza el partido. Hinata intenta jugar bien, pero no puede, ¿el porqué? El simple hecho de que no este la persona que más le importa animándolo, que no este presente, que no haya nadie que le aplauda después en ese mundo creado por esos dos. Se siente igual de vacío que un agujero negro.

El último punto para que el equipo contrario gane. Tiempo.

—¡¿Qué te pasa, Hinata!?—el entrenador Ukai lo reclama con un obvio y claro enfado.

El pelirrojo mira el suelo y una de sus manos se pose en su hombro, sintiéndose pero que antes. Los reclamos de su entrenador comienzan a ser lejanos y borrosos, sus piernas tiemblan y siente como si el suelo girase con él pegado y no pudiera detenerlo. Tiene ganas de vomitar.

Con sus ojos perdidos en la nada busca una bolsa de plástico o el baño. Ya le da igual el partido. Corre y se aleja, sale de ahí y va al baño. Suspira, se hecha agua en la cara y se mira reflejado, sus ojos se llenan de lágrimas y solo puede soltar el sonido de un llanto, el suyo.

Sus brazos se cruzan y se apoyan en el mármol recostando su cabeza, de rodillas y dejando que sus lágrimas sigan saliendo.

Ya no solo es Kageyama, es todo. Tampoco este tiene la culpa, el solo está supuestamente en una galería...¿y si le engaña? Grita dolorido con el solo pensar eso.

Tiene la presión de todas las miradas en él, de estar siendo grabado, de los gritos de su entrenador, de los insultos del equipo contrario, de no estar con la presencia de su novio, de estar solo, de la reciente muerte de su madre, de todo.

Se encierra en uno de los retretes del baño, sentándose con la tapa bajada y siguiendo. Cuando está más relajado, se oye al equipo entero detrás de la puerta, con un tono más neutral y relajado, para transmitir lo mismo a este.

—Shoyo—es Nishinoya—...¿Por qué no cuentas lo que pasa? Sabes que puedes confiar en nosotros.

Hinata desde dentro del cubículo, vuelve soltar tres lágrimas, sin sonido, se muerde la mano, ahogando el sonido.

—Shoyo, ¿es Kageyama? ¿Quieres que lo hablemos tu y yo solos?—el equipo que ya no sabe a que se refieren, solo se apartan un poco de la puerta para dejar que este se acerque y abra la puerta con cuidado—Ven aquí.—Nishinoya abre los brazos y Hinata corre a abrazarlo, hunde su rostro en el hombro de este, se relaja—Cuéntame.

Pasa dos minutos en lo que Hinata al final decide separarse y limpiarse con su camiseta restos de lágrimas.

—Ya estoy bien, gracias.

—Vas a decirme que te pasa, ya.—Hinata no puede huir ahora.

Antes de que que pueda abrir la boca, oye una voz al fondo de donde está todo el equipo, en la puerta del baño—¿Hinata?—el nombrado abre los ojos y todos miran el que acaba de hablar. Kageyama.

El pelirrojo se acerca enfadado a este—¡¿Por qué has tardado tanto?! ¡Me habías dicho que estarías aquí!—grita.

—Lo se, de verdad que lo siento, pero ya estoy aquí.—Kageyama lo mira con bastante preocupación, los ojos de su novio están rojos y todo su equipo está aquí.

—¿Y qué estabas haciendo? ¿Tu exposición no terminaba hace dos horas?—intenta tranquilizarse, seguro que tiene una razón.

—Eso es lo que te va a gustar—sonríe—, ¿te acuerdas de esa amiga de la que te hablé?—Hinata asiente—Me ha presentado a alguien importante y me va ha dar un trabajo como artista...

—¿En serio?

—Adivina qué es lo mejor.—emocionado.

—¿El qué?—ahora tiene curiosidad y se empieza a olvidar de lo que ha pasado antes.

—¿El qué?—ahora tiene curiosidad y se empieza a olvidar de lo que ha pasado antes

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Al final pierden la final con diferencia de cinco puntos. Habían remontado desde que Kageyama ha aparecido para animar, pero no lo suficiente como para ganar. Al menos en las gradas la gente les apoyaba, sobre todo porque han visto el comportamiento extraño del número 10 y sus corazones han sentido compasión.

Y ahora Kageyama lo espera fuera del recinto, al aire libre, apoyado en la pared, junto a una puerta que se abre. Hinata es el primero en aparecer antes de que también se vea al resto del Karasuno.

Este se acerca a él—Adiós a todos y gracias.—se marcha sin olvidar que entrelaza su mano con la de su pareja. 

Cuando ya están bastante lejos del pabellón, Hinata para a Kageyama y hace que lo mire frente a él.

—No vuelvas a tardar, pensaba que me habías olvidado, abandonado, o cualquier cosa. Lo digo enserio. 

—Yo nunca me voy a olvidar de ti y mucho menos abandonar. Eres la única persona que le dedico el cien por cien de mi y dejo que vea todo mis defectos, ¿crees que te dejaría ir? ¿Crees que dejaría ir a lo mejor que me ha pasado?

Hinata, al oír eso olvida por completo lo que ha pasado, dedica una sonrisa. Mira sus ojos, respondiendo. Instintivamente su mano va a la mejilla de Kageyama. Sus frentes chocan—Te perdono. Pero, a cambio, quiero que no vuelvas ha hacer lo mismo, ¿entendido?

—Entendido, su majestad.—Hinata ríe, haciendo que el aire choque con los labios de Kageyama, esos que ahora se aceran y dan un amoroso beso, uno corto y lleno de amor.

Without end [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora