CAPÍTULO 9

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AMAYA

"Encontrar a alguien que te escuche con la intención de entenderte y no solo de responderte."

Santander es una ciudad preciosa, Rodrigo y yo no hemos parado de andar en toda la tarde, recorriéndola de un lado a otro. He hecho fotos de cada detalle y ha sido alucinante: el ayuntamiento, la catedral, todo el movimiento de gente en el centro, el edificio de correos, la plaza porticada, el palacio de la Magdalena, todo es increíble, bonito y elegante y huele a mar y tranquilidad.

Me ha llamado la atención que media ciudad conozca a Rodrigo, es como una especie de famoso al que todos respetan, nos han interceptado cada dos minutos y algunas personas incluso han intentado besar su mano, él se ha puesto rojo como un tomate y ha tenido que escaquearse de la situación, amablemente. en cada ocasión. Todo ese tema me resulta raro y, aumenta mis sospechas de que hay algo más en Rodrigo, algo que no me cuenta. No es solo un hombre de treinta y dos años que regenta una cafetería, eso lo tengo claro.

Al subir de nuevo a la lancha para volver a cruzar la ciudad ya estaba oscuro, pero ahora, en el coche, de camino a casa, veo a través de las ventanillas la fuerza de la oscuridad que nos asola, no es que sea tan tarde, en realidad, son solo las ocho y media, pero es invierno y los días son más cortos.

Rodrigo se ha mostrado del todo caballeroso, pero no me ha dejado pagar nada y, bueno, a pesar de que eso me resulta un poco incómodo, lo he dejado pasar, he preferido no arruinar el momento y simplemente disfrutarlo.

Me gusta Rodrigo. ¡Mierda! ¡Ya está! ¡Ya lo he dicho!

¿Cómo no me iba a gustar si es más guapo que los ángeles? y es tan amable, atento y cariñoso. Algo me dice que yo también le intereso, pero tiemblo de miedo al pensar en ello, tanto si es la realidad como si no.

<<No estás preparada, Amaya>> me repito a mi misma.

¿No lo estoy? ¿Acaso no llevo más de siete años sin permitirme mirar a un hombre solo porque estoy huyendo de otro? ¿Cuánto tiempo más me pondré la excusa de que no estoy preparada? ¿Hay que estarlo? ¿Cómo se prepara uno para que le vuelva a gustar alguien después de lo que he vivido?

—No es que seas una gran copiloto —escucho farfullar a Rodrigo y salgo de mis pensamientos.

—¿Qué?

—Ni siquiera te has conectado al bluetooth para poner música.

—Me gusta la que suena —sonrío y sigo el estribillo de love tonight de Shouse antes de subir un poco el volumen. Me sonrojo ligeramente a medida que voy reconectando con la letra de la canción y Rodrigo me mira y sonríe mientras me muevo a ritmo de la música.

—Esta canción es genial. Cuantas cosas en un día, Madrid. Ahora incluso tenemos una canción propia.

—Oh, ¿qué dices? No la tenemos.

—Shh —me chista. —Claro que la tenemos, así que, deja que atesore este momento. —quiero rebatir ante sus tonterías, pero está centrado en un giro a la izquierda.

—Y ¿para qué queremos una canción para nosotros? —me aventuro a preguntar.

—Eso es trampa, Madrid. —sonríe entre dientes. —No puedo tener que explicártelo todo.

Me mantiene la mirada durante unos segundos antes de volver a centrarse en la carretera, sé que no está a centímetros de mi cara ahora mismo solo porque está conduciendo.

—Es increíble que te conozca tanta gente y que todos te muestren tal nivel de respeto. —digo cambiando el tema y noto como la sonrisa de Rodrigo desaparece, se le tensan las manos en el volante y mueve nervioso la cabeza, el ambiente de coqueteo ha desaparecido sin más, pero, aun así, prosigo con cautela. No entiendo en que lo podría estar incomodando mi pregunta después de que yo me he mostrado hoy a él como un libro abierto. —Es decir, ¿hace cuanto vives en España? ¿Cómo es que has acabado viviendo en un pueblo tan pequeño?

Hasta que la mafia nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora