CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11

AMAYA

"Fluye. Nada puede detener a las corrientes."

Estoy molesta porque me besó. ¿Lo estoy? ¡Sí! Le dije que no debería, pero aun así, lo hizo.

«Eso ni siquiera fue un beso, solo un roce de los labios por el impacto» la voz en mi cabeza que se muere por algo de acción insiste en sabotearme de forma continua, en restar importancia al suceso y hacerme sentir una dramática integral, pero no se lo voy a permitir, sé lo que pasó y sé que no debió pasar, aunque, he de reconocer que lo he añorado, ambas cosas, la sensación de que estoy viva y me suceden cosas emocionantes y diversas y a Rodrigo durante la mañana: sus bromas, su sonrisa, su presencia. Estaba preparada para soltarle un sermón en plan directora de colegio, pero no se ha presentado a trabajar y ya me he ablandado, la energía conflictiva que bullía dentro de mí se ha convertido en añoranza, desconcierto y sensación de vacío. A pesar de eso, mi primer turno sola me está saliendo genial. Rodrigo ha entrado un par de veces al bar en busca de papeles, me ha preguntado si todo va bien con esa sonrisa impecable y yo, me he limitado a asentir, incapaz de lanzarle una regañina.

—Venga, Amaya, mañana es sábado, dí que sí y ven conmigo. —Sofía no para de parlotear algo sobre quedar mientras ponemos la mesa.

—¿Dónde querías ir exactamente?

—Al cine, se estrena una película de mi novela romántica favorita, fantasía, hombres lobo para mojar pan, secretos, suspense, es una locura, tienes que venir. También tengo el libro en casa, tía, te lo puedo dejar...

—Vale —la interrumpo. —iré contigo, leeré el dichoso libro y veré la película ñoña, pero tienes que parar ya.

—Oh te aseguro que es de todo menos ñoña, Mateo, Dios, ese hombre es poderoso y, joder, él y su hermano están como un queso.

—¿Qué te parece si, por ahora, centramos nuestro interés en comer y en los seres humanos? —bromeo. No puedo evitar reírme de sus ocurrencias.

—Muy graciosa, pero la imaginación es libre de volar en todas las direcciones que le apetezca y, joder tia, te aseguro que en mi imaginación ese hombre lobo no decepciona en absoluto.

—Sofía —la riño entre risas.

Escucho el característico sonido de la campanilla de la puerta y me giro. Yolanda y Rodrigo entran conversando y con las manos cargadas de carpetas.

—Chicas —sonríe Yolanda y abre los brazos en nuestra dirección, Sofía corre a ellos sonriente y yo, me acerco con cautela antes de que me envuelva entre ellos. Vale, el contacto físico es importante para estas personas —Que guapas sois, como me alegro de veros.

—Hola, soy quien firma vuestras nóminas y, existo —refunfuña, Rodrigo. Antes de que me de cuenta Sofía ya está en sus brazos y Yolanda me da un ligero empujoncito para que la siga. ¡Oh, no! Esto no es bueno. Me quedo rígida frente a él y dejo que me dé palmaditas en la espalda.

—Tendrías que verte la cara, Madrid —grita en plena carcajada —parece que voy a contagiarte con sarna radiactiva.

—¿Sarna radiactiva? —Ahora soy yo la que se deshace en risas, mi coraza cae en cuestiones de segundos y siento cómo se relaja mi tensión. —Vaya, eres todo un friki.

—Yo también quiero abrazos, ven aquí guapo —grita Albert entrando a la estancia mientras corre a por Rodrigo y este emprende la huida en medio de gritos y advertencias.

La comida transcurre entre comentarios divertidos y bromas y hoy me siento un poco más desenvuelta, un poco más acoplada a este pequeño equipo.

—¿Entonces todo bien en mi ausencia?

Hasta que la mafia nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora