CAPÍTULO 3 - PARTE 1 - COVEN: Laeken

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Coven saltó desde la azotea hasta la ventana con habitual soltura. La penumbra del recién cumplido atardecer ocultaba su temeridad. Se encaramó al alféizar de la única ventana del apartamento de Laia, siempre abierta. Ella, como cada tarde a esa hora, se estaba haciendo la cena.

No se inmutó cuando él llegó dejándose caer repentinamente sobre su ventana. Sonaba el tema "Zombie" de The Cranberries mientras ella lo tarareaba entusiasmada. El gato... Diabólico animal que en ese momento lo observaba desde el otro extremo, sobre la cama, sentado, moviendo lentamente la punta de su peluda cola blanca. Su indiferencia hacia estos animales era la misma que le estaba devolviendo The Grinch en ese momento.

—¿Qué piensa cada vez que me mira?

—Posiblemente que eres un ser tan ridículo como todos los demás —contestó Laia sin girarse.

—El nombre le viene que ni pintado —comentó Coven mientras se sentaba en uno de los taburetes, a observarla.

Le encantaba hacer eso. La curiosidad no había sido nunca una de sus cualidades. Rara vez se había molestado en prestar atención a las personas, salvo contadas mujeres a lo largo de su vida, con las que, tenía que reconocerlo, se lo había pasado bien. Pero con Laia era distinto.

Durante las dos semanas que habían convivido en su gran apartamento, ella se había limitado a leer sobre los vampiros durante el día y saltar por las azoteas y dormir por las noches, además de trabajar cuando tocara. También había leído su biografía, lo que le había ahorrado tener que contarle sus cuatro mil años de vida. No le resultaba nada fácil hablar sobre su vida pasada, pero no le importaba que quien quisiera la conociera.

—Los gatos son seres maravillosos —comentó Laia abstraída. Cogió el cuenco con su cena y se sentó a su lado.

—Una de las cosas que detesto del siglo XX es que hayan desaparecido los caballos. Tanta tecnología volverá al ser humano aún más imbécil.

—¡Oye! —exclamó, mirándolo con reproche.

—¿Qué? —contestó él encogiéndose de hombros—. Ya no eres humana, no los defiendas.

—Sigo siendo humana, aunque con superpoderes.

—Más sana y guapa. Deberías estarme agradecida.

—Lo de guapa no es cosa tuya. Por lo otro, gracias. Lo de no envejecer me entusiasma.

—Puede ser que envejezcas, aún desconozco tu verdadera naturaleza —dijo Coven serio.

—Dijiste que era improbable, que mis células ya no mueren.

—Hum... deberíamos hacerle una visita a Dhanuan.

—Hace dos semanas comentaste que debía conocer antes a Selaya.

—Ese tema "burocrático" puede esperar —contestó con una mueca--. Además, no creo que gustes a Selaya —añadió.

—¿Por qué?

—Porque eres mi más maravillosa creación —contestó con una sonrisa de suficiencia—. Se pondrá celosa. Es terriblemente celosa.

—No soy de tu propiedad —le reprochó ella.

—Para la ley vampírica sí lo eres.

—¿No puedo abandonarte?

—¿Es que quieres? —Conocía la respuesta.

—No... —Ella pareció ruborizarse y apartó la mirada.

Sabía que la atracción que sentía por ella era recíproca, y aunque ella hablaba de eso con toda naturalidad, él prefería no tratarlo. Era un tipo de flirteo humano que Coven no entendía. No importaba. Si realmente Laia era inmortal como sospechaba, tenía toda la eternidad para averiguarlo. Sin embargo, no tenía intención de esperar tanto, y nada le aseguraba que no fuera a padecer la vesania del óbito.

Negra Sangre II: Nueva Naturaleza (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora