CAPÍTULO 4 - PARTE 1 - LAIA: Mi cuerpo y mi sangre

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Laia estaba empezando a despertar de un sueño, real y literal. Sonrió al recordar lo acontecido las más de veinticuatro horas anteriores, después de las cuales cayó rendida en sueño plácido y profundo. Buscó su reloj en la mesilla de noche, cuando se dio cuenta de que estaba sola. No tenía conciencia del día ni la hora que eran, pero fuera se mostraba el sol, bajo. Miró el reloj: 28 de agosto, ocho de la mañana. Había dormido alrededor de diez horas, por lo que sonrió de satisfacción y se estiró libre de preocupaciones, por qué iba a tenerlas, era feliz.

Se preguntó dónde estaría su vampiro, pero no lo llamó ni lo buscó. Se levantó para ir a la ducha y despejarse. Abrió el grifo y se metió, agradeciendo el agua tibia sobre su piel.

Se sentía feliz por todo, y todo era más especial desde que se percataran, los dos, de que sus heridas del pasado, fruto de la agresión, habían desaparecido, como lo habían hecho las cicatrices y su pesar. Se entregó al sexo como no lo había hecho jamás, como no había podido, lastrada por la vergüenza, el miedo y el dolor físico.

Coven resultó ser un amante inenarrable. Perfecto sin más, aunque ella tenía pocas referencias con las que poder compararlo. Atento, cariñoso, comprensivo, apasionado, paciente, complaciente y experimentado. Qué más se podía pedir.

Alguien que solo piense en que sea ella la que llegue primero al clímax, siempre, y se lo arranque una y otra vez sin poder imaginarse ella misma que el cuerpo de una mujer fuera capaz de dar tanto. Si eso lo supiera la humanidad... La felicidad sería mayor, pero con semejantes amantes por doquier, la insatisfacción de las mujeres era habitual, acostumbrada y resignada. Laia sonrió al pensar en eso. Ni ella se lo habría imaginado jamás.

Sintió a alguien entrar en la ducha, en silencio, detrás de ella, lo que provocó que se estremeciera de deseo. Con qué rapidez podía reaccionar su cuerpo a algo que parecía tan insignificante como un roce en su espalda. Ella no se volvió y dejó que el agua cayera sobre su piel, ya palpitante. Coven se pegó a ella por detrás, desnudo, con suavidad. Su cuerpo también era un imposible en la vida real, y solo verlo, imaginarlo, la hacía estremecer. Coven le acarició la espalda con el reverso de sus dedos, bajando hasta sus lumbares, llevando después sus palmas por delante de ella. Su vientre, sus pechos, sus caderas. Cada parte de ella despertaba tras el paso de esas caricias, mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar entre mudos jadeos.

Él ya estaba listo para reclamarla. Bajó las manos por su bajo vientre, hasta el punto que constantemente suspiraba por él. Con una de sus manos se cercioró de que ella estaba lista para recibirlo, y cómo no lo iba a estar. Su cuerpo ya le pertenecía, completamente rendido a sus caricias y los besos en su cuello. Coven se inclinó levemente y, con experimentada embestida, la penetró. Laia gimió completamente entregada, mientras el agua caía encima de ambos. Él se movía, cada vez más rápido, poderoso, mientras la sostenía por la cadera con una mano, y la otra jugaba en su centro, volviéndola loca. Ella se inclinó levemente, con sus manos sobre las de él, dejándose llevar. Estaba descubriendo que esa postura podía ser terriblemente excitante. Fue ella misma la que apenas pudo aguantar sus movimientos, el contacto de su cuerpo, sus manos, sus besos.

—Coven —jadeó sin aliento. Él gruñó a modo de respuesta, sin detenerse—. Coven, muérdeme; bebe de mí —él se detuvo ligeramente, dubitativo.

—Puede ser peligroso, Laia —le contestó en un ronco susurró al oído.

—Hazlo. —Él obedeció.

Laia sintió los colmillos en su cuello, a la altura de la yugular, con un fuerte pinchazo, pero no se apartó y lo dejó beber de ella, mientras sentía que su cuerpo se rendía por completo al clímax. Él jadeó de gozo, disfrutando de poseerla de dos formas, la que deseaba el hombre, y la que ansiaba el vampiro. Laia, sabedora de lo que significaba esto para su raza, se sintió feliz de poder darle todo lo que tenía; su corazón, su cuerpo, su alma y su sangre.

Negra Sangre II: Nueva Naturaleza (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora