CAPÍTULO 1 - PARTE 1 - COVEN: La creación de Laia

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**ADVERTENCIA**

Este capítulo tiene contenido gore. Leer con precaución. Todo lo descrito es ficción.


¿Podía ser el amor de esa chica razón suficiente para crearla?, ¿para sentenciarla? Se sintió culpable, más al pensar que la única forma de salvarla de dos depredadores, era condenarla a una vida de sed insaciable, con un final, más pronto que tarde, de una esquizofrenia insoportable.

Coven sería su creador, su dueño en términos vampíricos, y su verdugo cuando llegara su momento. Los próximos treinta o cuarenta años estaría a su lado, trabajando con y para él, en un futuro difícil e incierto para los vampiros y sus creaciones. La salvaría de Hagall, pero no de Ontames. Este último todavía seguiría libre para atormentarla, y de Coven dependía que esto no pasara.

Le había pedido una sola razón que le hiciera más fácil la decisión, y ella le dio la peor de todas, y, sin embargo, muy en su interior, Coven sabía que sería esa; quería que fuera esa. Aun así, su amor era demasiado regalo para él después de lo que le haría. Pero, cómo negárselo, a ella, y a sí mismo.

—Me vale —le contestó con una sincera sonrisa. La tomó de la mano, y se la llevó dentro.

Lo que seguiría a continuación no sería fácil para ninguno de los dos. Se sentaron en el sofá del gran salón, y volvió a mirarla en un último intento de convencerse, grabando en su memoria el color gris hematita de sus ojos, pues se perdería para siempre.

—Te dolerá —la previno. Ella asintió tranquila. Debía hacerlo rápido, antes de que ambos cambiaran de opinión. La transformaría, luego, el tiempo diría.

Miró su precioso cuello, y localizó el punto exacto donde latía la yugular; la sentía reclamarlo palpitante, como dulce canto de sirena. Le apartó el pelo y se acercó a ella, le tomó el rostro con ambas manos y la miró, consciente de que la maravillosa calidez de su piel desaparecería, el corazón desbocado que escuchaba en ese momento se apagaría, y con los años, esa mente enloquecería.

Sin más titubeos, se inclinó lentamente sobre ella. Sacó los largos colmillos de la profundidad de su cráneo y desencajó la mandíbula para duplicar la capacidad de su mordida, semejante a la de los grandes felinos, para dar espacio al arma de los vampiros, oculta tras rostros de belleza inhumana. Con un levísimo crujido, la penetró con sus colmillos, dejando escapar su terrible instinto primigenio de sed de sangre. El doloroso contacto y la herida provocada despertó una exclamación ahogada en Laia, pero no se resistió, pues el veneno comenzaba a hacer efecto durmiendo la zona.

Cuando sintió el sabor de ese líquido en su lengua casi enloqueció. Bebió de su cuello, de su embriagadora sangre, cálida, con ese sabor metálico que para los vampiros era dulce néctar. Beberla producía siempre una sensación de placer, euforia y alivio. Coven tragó y la sintió recorrer su cuerpo, experimentando el poder que le proporcionaba.

Coven no se podía creer la intensidad del sabor de esa mujer, que ya lo había hechizado en persona, y ahora lo hacía con su deliciosa sangre. A duras penas controló el tiempo, la cantidad de sangre que bebía, y el veneno que le introducía en la yugular y que comenzaría a recorrer las venas de la joven, llevándolo a cada rincón de su cuerpo, uniéndose con ella para transformarla.

Laia se desmayó por la pérdida de sangre, y después... Después comenzaría la tortura. La tomó en brazos, y la llevó al cuarto. Ese era el mejor lugar para controlar sus creaciones. Era el lugar que todo vampiro tenía en su morada para ese fin. Una cama era todo el mobiliario, y el hecho de que alrededor solo se vieran extrañas cadenas, lo hacía aún más perturbador. La puerta estaba blindada.

Negra Sangre II: Nueva Naturaleza (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora