CAPÍTULO 19 - COVEN: Redada inesperada

1 1 0
                                    

Coven trataba de no pagar con los demás la tremenda frustración que sentía, la ira que lo hacía hervir por dentro. Toda esa semana desde que se enterara de la fuga de Ontames se había convertido en una sombra de lo que era realmente. Todos trataban de ser comprensivos y mantenerse al margen, de pasar desapercibidos como fantasmas. Apenas lo habían molestado con nada de la organización y él se lo agradecía, dándose cuenta de lo fácil que lo hacía todo su equipo.

Y Laia...

No dejaba que nada le borrara la sonrisa ni su necesidad de estar siempre pendiente más de los demás que se sí misma. Coven había clamado al cielo por ella en el despacho de Herlen, sin pretenderlo, pero no se arrepintió de su arrebato. Parecía más feliz si cabía desde entonces, haciendo pasar a un segundo plano la amenaza que se cernía sobre ella.

Decidió aparcar en lo más profundo de su cerebro todo lo que tenía que ver con el levantamiento que todos le reclamaban, aunque seguía preparado para recibir más presiones, pues era consciente de que su encuentro con Las Hermanas no ponía punto final a nada. Los vampiros no pararían hasta conseguir lo que ansiaban. Coven lo sabía. Hagall lo sabía. Mientras los dos respetaran su tácito acuerdo de no agresión, ni uno ni otro tendría que preocuparse de conflicto alguno.

La intuición milenaria de Coven lo advertía a gritos que no se fiara del líder, e igual que tenía vigilado a Ontames, lo hacía sobre Hagall. El implacable vampiro seguramente estaría rumiando un plan con el que poder arrebatarle a su creada. Si ese plan pasaba por aliarse con Ontames, o utilizarlo de alguna forma en su propio beneficio, Coven estaba decidido a matarlos a ambos y hacer feliz a más de uno. La muerte del primero la tenía más que decidida, se lo había prometido a Müller. No dudaría en llevar a cabo la segunda si era necesario.

El roce cariñoso y cálido de una mano en su pecho desnudo lo sacó de sus negros pensamientos. Era pronto todavía. Laia se había despertado antes de lo habitual. Coven la miró y se giró para quedar frente a ella, los dos en la cama, desnudos, bajo la sábana. No se había movido de su lado en toda la noche. Le dedicó la más despreocupada de las sonrisas de la que fue capaz. Ella respondió con otra, somnolienta. Esa imagen era la que quería ver el resto de su vida cada mañana, y lucharía por ello, por ella.

Le acarició el rostro largo rato, bebiendo de su racial belleza, de ojos gris pyrite ligeramente rasgados, que lo miraban con amor. Tanto le daba ella que él no se veía capaz de devolvérselo ni en mil años. Le acarició los labios con el pulgar, y ella respondió entreabriéndolos, en clara insinuación, provocando en él el automático despertar de sus sentidos más humanos.

Se inclinó sobre ella sin decir nada y la besó despacio, como exigía ser poseedor de eternidad. Laia se entregó, mientras se acercaba a él anhelante, pegando su cálido cuerpo a Coven. El mundo con sus problemas desaparecía cuando ese cuerpo reclamaba su atención, y no la hizo esperar.

Llevó su mano hacia el secreto mejor guardado de ella, el que siempre imploraba por sus caricias, como en ese momento. Gruñó levemente en su boca al sentirla ardiendo. Ella sonrió juguetona, y sin previo aviso lo tumbó sobre la cama boca arriba, con firmeza, pero dulzura. Él no opuso resistencia. Laia lo montó a horcajadas con desenvoltura, y cuando él sintió su cálido abrazo rugió para sus adentros. Ella comenzó a moverse, lenta y sensual, con flexibilidad y elegancia, como buena bailarina. La visión que ella le regalaba en esos momentos, con los primeros rayos de sol filtrándose por los inmensos ventanales, era sin duda un regalo de los dioses.

Mientras ella se movía haciendo suyo el placer, y compartiéndolo con él, como directora de orquesta, se preguntaba como otras tantas veces, cómo había podido existir casi cuatro mil años sin ella, y reprochaba a los mismos dioses que se la habían regalado, que hubieran esperado tanto en hacerlo.

Negra Sangre II: Nueva Naturaleza (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora