30 Días OTP - Appleradio.

B E S O

Las suaves caricias en las esponjosas orejas del pelirrojo eran lentas y con cierta ternura, para lucifer, siempre había sido un lindo detalle el que esté las tuviera. Sabía que odiaba eso contacto físico aún más si se trataba de acariciar esa parte de él, había insistido demasiado para que su pareja le permitiera hacerlo.

En todo el tiempo que llevaban juntos, Alastor nunca se había atrevido a besarlo o decirle algún “Te amo”, en la mente del ciervo prefería guardarlo o evitar algún momento incómodo, el no era el tipo que estaba de empalagoso todo el tiempo con su pareja, incluso al rubio le costó que esté aceptara sus sentimientos para aceptar salir.

Mentiría si dijera que no le molestaba un poco la falta de contacto físico en la relación, trataba de comprender a su amado, ¡pero vamos!
Lucifer era la persona más expresiva y empalagosa del infierno cuando se trataba de su lindo pelirrojo, para que esté solo hiciera una leve interferencia de radio o solo lo rodeará con sus brazos lentamente.

— Querido, ¿sabes que se siente besar a un angel?

Pregunto intentando sonar disimulado, el pelirrojo solo lo observo de reojo mientras terminaba su desayuno y se levantaba haciendo que el rubio retirará su mano de sus orejas.

— No, la verdad es que no. No voy besando angeles por dónde los vea, tal vez terminando con sus vidas si, pero lo otro me da nauseas de solo pensarlo.

El de baja estatura solo entrecerró sus ojos, ¿Entonces el le daba asco?

— ¿Te doy asco entonces?

— No he dicho eso.

El más alto se inclino sobre el soberano para estar a su altura, dándole leves palmadas en su cabeza para después tomarlo de las mejillas apretandolas suavemente.

— ¿No te da curiosidad hacerlo?

Alastor soltó una carcajada, definitivamente el rey no sabía disimular para nada cuando quería algo, pero no, no aceptaría aquel beso, al menos no de momento.

Para él, era la primera vez que se enamoraba y hacía cosas que cuando fue humano nunca hizo por tomarle menos importancia, siempre fue creyente en que era parte de una perdida de tiempo que podía aprovechar para hacer algo más productivo.

Los abrazos, las caricias, las palabras y acciones del soberano lo tenían locamente enamorado, estaba encantado con la piel pálida de este o sus ojos, aquella sonrisa que algun dia detesto ver en su rostro.

Era algo que nunca iba ser capaz de aceptar o decir en voz alta, odiaba verse vulnerable o sumiso, sentía que al expresarse de esa manera el dejaba de ser el del control.

Quería que fuera algo de cierta forma especial, algo que ocurriera por cuenta propia de ambos y no algo planeado.
Negó con la cabeza mientras soltaba al rubio, lo miraba desconcertado por el tan repentino silencio en la habitación.

— ¿Quieres hacer la trasmisión por la noche conmigo?

Pregunto, solo miro como esté asintió con la cabeza emocionado y salía corriendo arreglarse, ni siquiera se verían, pero para el de baja estatura era la mejor propuesta y debía estar perfecto.

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— ¡Nos veremos en la próxima trasmisión!

Apagó los micrófonos y se estiró, sentía las manos del soberano en su cintura dandole suaves caricias mientras comenzaba a subir una hacía sus orejas.

— Que entretenido..

Comento el de baja estatura bostezando, lo abrazo con fuerza mientras sentía como alastor comenzaba acurrucarse en su pecho, era raro ver al demonio de la radio de esa forma, por lo que se separó un poco para ver su rostro.

— ¿Paso algo, querido? ¿Estás inquieto?

Pregunto, en veces contadas alastor se ponía algo mal al recordar que estaba atado, sabía la desesperación que sentía el menor al estarlo.

— Oye.. ya te dije que trataré de hacer lo posible para que seas libre, es lo que más quiero.

Alastor inclino sus orejas hacia atrás mientras volteaba a verlo, observando mas a detalle el rostro de su rey, de verdad era el demonio mas jodidamente lindo que podía haber visto.

— Lucifer..

Un “mmh?” en forma de respuesta se escuchó en voz baja por la estación silenciosa, pronto sintió los labios del pecador sobre los suyos intentando formar un beso lento y sin experiencia, causándole ternura junto con emoción.

Tomo sus mejillas de forma lenta y trato de guiarlo en el beso sin cortar ese ambiente tranquilo, los labios del pelirrojo se volviéran una adicción definitivamente.

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