› F᥆ᥙr𝗍ᥱᥱᥒ !⸙͎۪۫ ⊰

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Crema ٭

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La paternidad deseada es algo hermoso, cada niño representa una experiencia única y una forma de llevar esta travesía de maneras diferentes, pero, también es agotador tanto física y mentalmente, cuidar de niños es difícil, muchas veces no hacen caso, son traviesos o simplemente inquietos, y eso lo sabían muy bien Júpiter y Saturno. Cuando decidieron darle otra oportunidad a la paternidad sabían en donde se estaban metiendo, por eso siempre adoptaron niños mayores de cuatro años, una edad la cual es relativamente más fácil controlarlos y enseñarles lo que está bien y lo que está mal... Hasta ahora.
No lo malinterpreten, ellos estaban felices de su decisión, adoptar a un bebé era una experiencia totalmente nueva para ambos. Tienen a un pequeño ser que todavía no sabe que es el mundo, que todavía no tiene un futuro definido; eso era lo que más emoción les daba, ser parte desde el minuto uno de su vida era una sensación mezclada de nerviosismo y felicidad, pues querían hacer un buen trabajo como sus figuras paternas, querían que les desarrollara la suficiente confianza para que los considerara sus amigos y no solo sus padres que están ahí para echarle en cara todo lo que hace mal, eso era su más grande sueño. El problema es que no esperaban que una tarea así sería mucho más difícil que cuidar a niños más grandecitos, sabían que sería difícil pero no ese nivel de dificultad. Hace dos semanas que tienen al bebé en la casa y desde ahí su ciclo de sueño se vino abajo, no tenían tiempo para descansar y no tenían tiempo ni para su matrimonio ni para sus otros hijos. Ese era uno de los miedo más grandes de Júpiter y para su desgracia, se estaba haciendo realidad. Todo es cuestión de adaptarse a este cambio, pero es muy complicado.

La noche de viernes era tormentosa, la lluvia impactaba sin piedad el suelo y los fuertes vientos arrasaban todo a su paso.
Saturno no podía dormir, desde la cama miraba como caía la lluvia con violencia, sus ojos lograron presenciar el destello de un rayo para unos pocos segundos después se escuchara el estruendo que traía consigo aquella luz, luego, otra vez volvió a ocurrir aquel fenómeno y así en repetidas ocasiones. De cierta forma, eso le relajaba, logrando que poco a poco sus párpados empezaran a caer, hasta que un llanto lo hizo abrirlos de nuevo, era el bebé, al parecer esos truenos lo asustaron. No quería levantarse, movió levemente a su esposo para que él se despertara y fuera a su auxilio, mas, su intento fue en vano, estaba profundamente dormido, era como una piedra y cuando estaba así, ni un terremoto era capaz de despertarlo. Suspiró agotado y se levantó para ir al cuarto del pequeño.

Cuando salió una pequeña niña caminaba por el pasillo con sus ojitos un poco llorosos. Ella también estaba asustada.
— Papi... — Le llamó levemente y fue corriendo hacia su papá para abrazarle las piernas fuertemente. — Estoy asustada... — Dijo mientras caían pequeñas lágrimas de sus ojos.
— Di... — Su alma se estrujó por aquella infante que temblaba aterrada, se agachó para quedar a su altura. — Está bien, querida, ve a la cama de papá y duerme ahí, ya casi voy. — La niña asintió y se fue al cuarto de sus padres.

Saturno siguió su camino y abrió la puerta del cuarto del bebé, justamente cuando lo hizo otro estruendo se escuchó y el llanto del pequeño se intensificó aún más si eso fuera posible. Se acercó a su cuna y lo tomó en brazos para comenzar arrullarlo.
— Ya, ya, papá está aquí, todo estará bien bebecito. — Se sentó en la mecedora de aquella habitación. Sus ojos pesaban, quería dormir. Han pasado solo dos semanas y parece que no a dormido en meses, no tenía sentido la falta que le hacía ese pequeño placer de la vida.
Poco a poco, Encélado comenzó a relajarse, seguían cayendo relámpagos, pero al estar acostado en el pecho de su padre y escuchar los latidos de su corazón lo tranquilizaban, era un sonido bastante reconfortante. Los sonidos del ambiente lentamente se apagaban y de pronto, ambos se quedaron dormidos.

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Júpiter fue el primero en despertar, lo primero que vieron sus ojos fue que su esposo no estaba ahí y en su lugar había una niña que dormía plácidamente, le fue fácil suponer por qué, aún seguía lloviendo no tan fuerte como lo fue en la noche pero igual de ostentosa. Se estiró un poco y se levantó de la cama en busca de su marido.

Fue directo al cuarto del bebé, sabía que muy probablemente Saturno estaría dándole el desayuno al pequeño pero cuando abrió la puerta encontró otra escena totalmente diferente. El de anillos estaba profundamente dormido con el bebé sobre su pecho en la mecedora, no sabía cuanto tiempo ha estado ahí pero sabía que aquella posición en la que dormía le traería consecuencias después, entonces, tomó a Encélado de manera suave para no despertar al otro y lo colocó en su cuna, luego, lo alzó a él al estilo princesa y lo llevó hasta su cama matrimonial, en todo ese trayecto jamás se despertó, parecía que estaba inconsciente. Júpiter se quedó ahí un rato, le gustaba verlo dormir, se veía tan sereno y tranquilo que le transmitía una felicidad extraña, la cual duró poco al recordar como encontró hoy a su esposo.
¿Cuánto tiempo estuvo así?
Se sentía culpable, siempre le había dicho que lo ayudaría en todo con el bebé pero esta vez lo dejó solo, que genial. Quería hacer algo para compensarselo y la idea llegó igual de veloz que la luz, haría el desayuno para él y sus hijos, pero para Saturno le iba a hacer diferente. No perdió mucho el tiempo y fue de inmediato a la cocina.

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Ya había terminado de preparar ambos desayunos y en tiempo récord, pues todavía nadie se había despertado.
Observó un poco su obra culinaria, sabía que le gustaría solo que le faltaba algo a esos panqueques. Pensó un poco mientras miraba a su alrededor. El color de la pared de la cocina era crema, un color bastante hogareño y dulce... Dulce, crema, crema, dulce...
¡Eso es!
Le faltaba la crema para aquellos panqueques. A veces asociar cosas tontas lo hacían llegar a la incógnita, muchas veces resolvía problemas de computación de esa manera tan extraña, no se quejaba, de cierta forma lo ayudaba. Le dio esos últimos retoques a esa comida y estaba dispuesto a llevárselo a la cama pero al parecer no sería así ya que Saturno había venido hacia él.
— ¡Buenos días, bello durmiente! — Saludó animado.
— Hola, cielo... — Dijo pesadamente, aún seguía medio dormido. — Me levanté para hacer el desayuno pero veo que ya lo hiciste. —
— Sí... Quería sorprenderte y a la vez ayudarte, hoy en la mañana te encontré en el cuarto del bebé durmiendo en la silla y digamos que me sentí un poco culpable. — Rió un poco avergonzado.
— ¿En serio? Entonces dormí prácticamente toda la noche ahí, con razón me duele la espalda y el cuello. —
— ¿¡Dormiste toda la noche ahí!? — Preguntó alarmado, ahora se sentía aún más culpable.
— Sí, el bebé estaba asustado por la tormenta, tuve que ir atenderlo. — Su esposo miraba el piso apenado. — No te preocupes, estabas hecho una piedra, no conseguí despertarte... Aún así, me acabas de ahorrar mucho trabajo haciendo esto, gracias. — Le dio un beso en su mejilla.
— Sí, pero no me gusta dejarte ese trabajo solamente a ti. —
— Lo sé, para la próxima veré como te despierto, de ser necesario te tiraré un balde de agua fría. — Ambos rieron por la broma. — Bueno... ¿Qué cocinaste? — Preguntó viendo todo aquello.
— Para los niños y para mí hice huevos revueltos con tostadas y para tí hice esto. — Le enseñó la bandeja con comida.
— ¿Todo eso es para mí? — Habló sorprendido. Júpiter asintió. — Se ve tan delicioso y a la vez tan bonito que me da lástima comermelo. — Tomó la bandeja y sentó en la mesa para devorar aquello.
— Sé que no es algo del otro mundo pero quería hacerte algo especial, para compensarte lo poco que he ayudado y que hace ya varios días que no estamos juntos de esta manera. — Se sentó a su lado. No siempre debía regalarle una rosa para compensarle algo.
— Gracias, y lo comprendo cariño, el bebé simplemente agota todas nuestras energías — Júpiter tomó una de sus manos y entrelazó sus dedos.
Eso era algo que amaba de él, Saturno era alguien tan comprensivo que simplemente no tenía comparación con ninguna otra persona, era alguien tan imperfectamente perfecto que sentía que no era digno de ser su esposo, pero aquel hombre lo había elegido a él y estaba agradecido por eso. Su momento romántico que hace semanas llevaban esperando fue interrumpido por los llantos de Encélado, había durado más de lo normal en comenzar sus llantos matutinos, eso era un nuevo récord. Ambos rieron cansados, por lo menos habían compensado un poco de su tiempo en matrimonio, pero por ahora el deber llamaba y no de manera tranquila.

Aquí vamos de nuevo.

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora