› E᥊𝗍rᥲ 9 ! ➹ 𔘓 ࿔

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Reclamar ٭

• ₊°✧︡ ˗ ˏ ˋ ♡ ˎˊ ˗

Unas pequeñas gotas de lluvia se asomaban por las ventanas, tal parece que hoy sería un día maravilloso para quedarse en casa y descansar un rato, con una taza de chocolate caliente y por su supuesto mantas para el frío. Júpiter y Saturno veían una película en total tranquilidad, el de anillos le acariciaba el cabello a su esposo mientras este se acurrucaba aún más en su pecho. Estaba todo muy calmado, lo único que se escuchaba eran las voces de los actores de aquella cinta y las gotas de lluvia golpear el techo, además, sus hijos estaban en casa de un amigo que estaba de cumpleaños y el bebé dormía plácidamente en su cuna. Por fin tenían un rato para estar en pareja y disfrutar de su compañía.
De pronto, un sonido más se hizo presente, era el de la puerta, alguien tocaba.
— Cariño... — Saturno le dio un beso en la frente a su esposo para llamar su atención. — Levántate, iré a ver quien es. — Le empujó con cuidado.
— Tan cómodo que estaba... — Se sentó en el sillón mientras de volvía a cubrir con las mantas. El de anillos rió al ver la actitud un tanto infantil de su marido.
Sin hacer esperar mucho más a la persona de la puerta se paró y fue abrirla.
Una mujer un poco alta, con un semblante arrogante y una cara de pocos amigos veía seriamente al chico que se quedó de piedra mirándola.
— ¿Me vas a dejar pasar o seguiré mojándome? — Preguntó molesta.
— ¡Sí! Disculpa, mamá... — La señora se limpió los zapatos y dejó su sombrilla a un lado de la puerta. — No sabía que ibas a venir. — Dijo el anillado tomando el abrigo de su madre.
— No me hacía falta avisar, ya te había dicho que en cualquier momento vendría. — Se adentraron en la casa.
La mujer miraba todo con recelo, no había nada de su agrado en esa casa.
— Cielo, ¿quién-? — La expresión del rostro de Júpiter pasó de ser una sonrisa a un ceño fruncido. — Hola, doña Sandra... — Trataba de ser amable pero no podía esconder lo mal que le caía aquella señora. La castaña no le devolvió el saludo simplemente se sentó en uno de los sofá y fue directo al tema del porque su visita.
— Saturno, ¿dónde está el dinero que me prometiste? Lo sigo esperando, ya pasaron diez meses y aún no me has dado nada. — Reclamó algo enojada.
El de cabello largo dirigió su mirada a su esposo que estaba cruzado de brazos con un gesto serio, sabía muy bien el porque.
— Y-Yo... — En su cabeza estaba formulando mil y un respuestas para su mamá solo que antes de decir una Júpiter se le adelantó.
— Él no le dará ni un centavo, señora. — Dijo el gigante gaseoso molesto.
— Tú no te metas, esto es entre mi hijo y yo. — El mayor rió despectivamente.
— ¿Ahora si es tu hijo? ¿Ahora si te interesa? — La mujer lo miró con furia pero antes de que pudiera decirle algo el de anillos intervino.
— Júpiter, cariño, yo me encargo... — Respiró profundo antes de empezar a hablar, ya tenía clara su respuesta.
— No te daré nada, mamá. — Su tono de voz era firme cosa que disgustó a Sandra.
— ¿Qué dijiste? —
— Que no te daré nada, no tengo que ser yo el que siempre arregle tus malas desiciones. — La castaña lo vió con repudió cosa que hundió un poco el corazón del muchacho.
¿Por qué siempre tenía que ser así? ¿Por qué siempre tenía que sufrir por su culpa?
— ¿Es así cómo me pagas? ¡Soy tu madre! ¡Es tu obligación ayudarme cada vez que lo necesite! — Alzó la voz, evidentemente Saturno no se iba a quedar atrás.
— ¿¡Pagarte qué!? ¿¡Años de abandono!? ¡Nunca te importó si yo estaba bien! ¡Nunca te importó saber si te necesitaba! ¡Nunca te importó nada de mí! — Júpiter veía la escena en total silencio, quería ayudar pero no quería agrabar más la situación, más aún, sabiendo que su esposo le había pedido amablemente que no se metiera.
— ¡No voy a tolerar que me hables así! —
— ¡No me importa! ¡Tú no eres nadie para decirme cómo debo hablarte! ¡Ni siquiera sé por qué te sigo diciendo mamá! ¡Si tú no eres más que una desgraciada! — Finalmente explotó. Tantos años de sufrimiento interno por fin habían salido a la luz. Posiblemente, en el pasado, no le hubiera dicho nada a su madre y solo hubiera agachado la cabeza mientras recibía un sermón pero ya no quería seguir guardando sus sentimientos, necesitaba que sus reclamos fueran escuchados por aquella persona que los había provocado en un primer lugar.
Sandra lo miró atónita para luego fruncir el ceño y pegarle una bofetada, el sonido de aquel golpe fue lo único que se escuchó por toda la casa. Saturno rápidamente tomó su mejilla la cual había sido golpeada, no lo podía creer.
¿Primero abandono y ahora golpes?
Lo que faltaba...
Esa fue la gota que derramó el vaso en Júpiter, se levantó del sillón para acercarse a su marido y tratar de averiguar si estaba bien pero Saturno no dijo ni una palabra. Miró a su suegra con desprecio.
— Quiero que se largue de nuestra casa ¡ahora! — Ordenó el más grande.
La mujer maldijo por lo bajo, tomó sus cosas y salió de aquella casa en media lluvia.

Cuando la puerta se cerró el de anillos echó a llorar como un niño pequeño de cinco años el cual se había perdido.
Hubo un momento de silencio en donde los llantos del anillado y las gotas de lluvia se abrían paso en aquel mutismo. Júpiter envolvió a su esposo en un abrazo en el cual ambos quedaron sentados en el frío suelo del lugar. Unos segundos después rompió aquel silencio que le estaba matando el corazón.
— Calma, calma, mi amor... Todo está bien, estoy aquí... — Le acarició levemente el cabello como un intento de consuelo.
— ¿Por qué...? ¿Por qué nunca me quiso? ¿Hay algo mal en mí...? — Su esposo negó rápidamente con la cabeza.
— No, cariño, no hay nada malo en ti... Simplemente, es una mujer que nunca apreció lo que tuvo... — Los sollozos aún se seguían escuchado en aquella sala. — Fuiste valiente, estuvo bien lo que hiciste, necesitabas sacar ese peso de encima. — No hubo respuesta. — Vamos a la cama... Descansemos un rato y olvidemonos de esto, esa mujer nunca más te pondrá una mano encima... — Alzó a Saturno para llevarlo a la habitación. El de anillos en ningún momento se separó del abrazo que le ofrecía su marido. Necesitaba consuelo y ahí estaba la persona que no importa cuantas veces él fracasara nunca lo dejaría solo.

Siempre estaría ahí.

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora