› Tᥱᥒ !⸙͎۪۫ ⊰

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Naranja ٭

• ₊°✧︡ ˗ ˏ ˋ ♡ ˎˊ ˗

La alarma se escuchaba por toda la habitación Saturno, a como pudo la apagó. Su cabeza dolía al igual que todo su cuerpo, tenía la nariz tapada, no quería levantarse de la cama, pero lastimosamente tenía que, pues debía preparar el desayuno y alistarle el almuerzo a su esposo e hijos, no podía darse el lujo de quedarse unos minutos más en cama. A como pudo se levantó, fue a la cocina y buscó en los estantes alguna pastilla que lo aliviara, no tuvo éxito alguno. Encendió la cafetera y los discos de la cocina. Su cabeza daba muchas vueltas, en algún punto sentía que iba a vomitar o algo por el estilo.
— Buenos días, cari- ¡Wow! — Júpiter reacción de inmediato al ver que su marido casi pone la mano sobre la cocina que estaba encendida. Rápidamente le quitó su mano y lo alejó. — Oye, mi amor, ten más cuidado, casi te quemas. — Le habló un poco preocupado.
— No me di cuenta. — El de anillos se puso la mano en la cabeza y cerró los ojos. Odiaba ese dolor con todo su ser.
— ¿Estás bien? — El mayor le quitó con delicadeza su mano para tocarle la frente. Efectivamente, estaba hirviendo. — Ay, cariño, estás ardiendo en fiebre. — Retiró su mano.
— No, no, estoy bien, solo es un dolor de cabeza, en un ratito se quita. — Se apartó para seguir cocinando.
— Saturno, mi vida, estás enfermo. — Apagó la cocina para parar las labores del anillado. — Tienes que descansar, esto solo te hará sentir más cansado. —
— Pero sí estoy bien, mi amor, no hay de- ¡Júpiter! ¡Bájame ahora mismo! — Su esposo lo estaba cargando al estilo princesa, lo llevaba a su dormitorio.
— No, te llevaré a la cama, necesitas reposo. — Subió las escaleras, abrió la puerta del cuarto y acostó a su marido en la cama.
— Querido, necesito ir hacer el desayuno, no puedo quedarme aquí. — Se iba a levantar pero el peso del cuerpo del más grande lo detuvo.
— No, cielo, te quedarás aquí, yo haré el desayuno. —
— Pero tengo que preparar tú almuerzo y el de los niños, en serio no me puedo quedar aquí. — Puso sus manos alrededor de los antebrazos del otro.
— Yo lo hago, no preocupes a tu hermosa cabecita... Escucha, le diré a mi jefe que no voy a ir a trabajar, me hago cargo de los niños, hago el desayuno y el almuerzo, para más tarde ir a una farmacia y conseguirte una medicina. Listo, todo resuelto. — Le dio un beso en su frente para levantarse pero Saturno lo frenó.
— Pero, cariño, son muchas cosas... —
— ¿Y qué? Haces esto todos los días, yo puedo, déjame ayudarte. — Le acarició los cachetes con los pulgares. — Somos un equipo, no solo esto te toca a ti, también me toca a mí. Así que, descansa, lo mereces. — Saturno sonrió.
— Estás más fuerte. ¿Has estado haciendo ejercicio? — Preguntó coqueto mientras apretaba sus brazos.
— Para eso no estás enfermo ¿verdad? — Una sonrisa se dibujo en sus labios.
— Si se trata de ti, no lo estoy. — Le devolvió el gesto.
— Saturno, Saturno... — Negó con la cabeza. — Mira... Me encantaría hacerte el amor, pero te repito, estás enfermo y necesitas reposo. Eso puede esperar para otro día, uno en donde estés al cien por cien, porque créeme... No te tendré ni un poco de piedad. — Susurró eso en su oído para luego levantarse dejando al otro totalmente rojo.
— Es-Está bien, descansaré, suerte con todo, mi amor. — Se tapó con la cobija rápidamente, lo había provocado y ahora estaba avergonzado.
Júpiter rió por eso y fue a la cocina a preparar el desayuno.

— Entonces... ¿Se va a morir? — Preguntó Dione en la mesa mientras comía sus tostadas con mermelada.
— ¡No, no! ¡No digas esas cosas! — Exclamó su padre alarmado. — Simplemente, no se encuentra bien, cuando le consiga la medicina estará mejor. — La niña asintió.
— Así que... Nos dejarás a la escuela y luego harás todas esas compras ¿no? — Habló Calisto.
— Sí, señorita. — La jóven de afro simplemente le dio un mordisco a su tostada. — Cuando terminen de comer vayan a bañarse y alisten sus mochilas, si necesitan algo estaré donde Encélado. — Se fue de la mesa dejando a los infantes solos.
— Nuestros almuerzos no están hechos. — Dijo Titán al ver que sus loncheras estaban vacías.
— Tal vez ahorita los hace, aún tiene tiempo. — Ío recogió los platos de la mesa.
— Como sea... ¡El que llegue primero al baño se ganará una barra de chocolate! — Así fue como Ganímedes salió corriendo a buscar su ropa seguido de todos sus hermanos. Solo se escuchaban los pasos apresurados de todos los niños.
— ¡No corran! Se pueden caer. — Gritó Júpiter desde el piso de arriba con el bebé en brazos mientras le daba de su biberón.
— Le quitas lo divertido a la vida, papá. — Refunfuñó Ganímedes.
— Los estoy cuidando, además, hay tiempo, no le veo la necesidad de correr. — Fue lo último que les dijo para luego volver a la habitación del pequeño.
Suspiraron irritados y siguieron con sus cosas.

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora