𝘌𝘪𝘨𝘩𝘵

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𝗠𝗶𝘅𝘁𝗼

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

Júpiter y Saturno se encontraba en la casa de Urano y Neptuno hablando con el de cabellos celestes mientras que el novio de este preparaba la cena, obviamente con la ayuda de sus hijas ya que no podía solo.
— Así fue como Miranda y Ariel tendrán una presentación de ballet. — Habló Urano orgulloso de sus pequeñas.
— Nos encantaría ir a verlas. — Saturno se arrecostó en el hombro de su esposo.
— Por cierto... ¿Por qué no trajeron a sus hijos? — Preguntó el gigante de hielo.
— Juno nos visitó de sorpresa, entonces se quedaron con ella. — Respondió el de anillos.
— ¿Quién es Juno? —
— Es mi mamá. — Habló Júpiter con una sonrisa. El chico solo se sorprendió.
— Pensaba que a tu mamá no le gustaba tu familia... Sin ofender. —
— Al contrario, mi mamá ama a mi familia y ama a Saturno. De hecho, ahora que me acuerdo, ella fue la que me dio la motivación para estar con Satu. — Dijo Júpiter de manera melancólica, pero a la vez feliz por haber recordado eso. Le debía mucho más a su madre de lo que imaginaba.
— ¿En serio? — Preguntaron los anillados al mismo tiempo.
— Sí... Es una historia un poco larga. — Respondió
— ¿Qué estás esperando? Queremos oírla. — Urano se sentó mejor en el sillón, le gustaba saber de la vida ajena de los demás, más si se trataba de sus amigos.
— Era un sábado por la mañana... — Así dio inicio a la anécdota.

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

— ¡Ya llegamos! — Exclamó Juno con emoción. — ¿Está linda, cierto? — Júpiter asintió feliz al ver a su mamá contenta.
— Mi pregunta es... ¿Cómo la compraste? — La castaña se bajo del auto junto con su hijo para abrir su nueva tienda.
— Con el dinero de tu papá. Si él tiene para complacer a todas esas mujeres con las que se acuesta tiene para mí. — El muchacho solo rió. La verdad sabía que su padre era un idiota y su mamá le tenía toda la confianza para contarle de eso, ya era mayor, además de ser el único consuelo de esa pobre mujer que lo único que le habían hecho era destrozarle el corazón.
— Siempre me pregunté por qué nunca te divorciaste de él. — Su mamá suspiro, luego se volvió para ver al más alto.
— Por dos razones, cariño. La primera es porque quería que tuvieras a tu papá, es un imbécil, pero es buen padre y la segunda su testamento, si ese viejo cascarrabias muere y yo no estoy casada con él no me darán nada y creo que me merezco todos sus bienes por aguantar sus estupideces durante treinta años. — Finalizó para después volver a buscar las llaves y abrir la puerta de su ahora negocio. — Mira... ¡Es hermoso! — La dama sonrió, el chico podía jurar que le veía brillitos en sus ojos.
— Es muy amplia, te costará llenarla de cosas. — Dijo Júpiter cruzado de brazos.
— Es perfecta, lo único malo es el viaje por lo lejos que queda, pero es perfecta... — Hubo un silencio, solo miraban a su alrededor. — ¡Oh! Olvidé decirte, nos quedaremos a dormir en una habitación solo por hoy ya mañana volvemos. — Juno se acercó a su hijo para ponerse a su lado.
— Está bien, ¿quieres que vaya sacando las cosas que trajimos? — Su mamá asintió, sin nada más que decir se fue a buscar todo lo que iría en esa tienda.

Estaba tomando unas cajas para apilarlas y llevar todo más rápido adentro, de camino a la puerta chocó con alguien que pasaba por ahí, botando todo el piso.
— Lo lamento, no lo había visto, espero que no se haya hecho daño. — Se agachó y comenzó a recoger todo.
— No se preo- ¿Júpiter? — El mencionado levantó su vista, encontrando así a la persona que había reinado en sus pensamientos durante cinco años consecutivos.
— ¡¿Saturno?! — El chico que tenía al frente también se arrodilló para ayudarle a levantar todo lo que estaba en el suelo.
— ¡Sí! No esperaba verte aquí, estás... — Analizó su físico, seguía siendo igual de guapo, incluso más para el criterio del de anillos. — Diferente. ¿Has hecho ejercicio o algo? — Rió un poco avergonzado.
— Un poco sí... Tú también te ves bien. — Sus mejillas tomaron un color rosita, luego sonrió.
Habían pasado cinco años, cinco años que no había sabido nada de él y aunque los años hayan pasado esos sentimientos que tenía hacia el muchacho que tenía en frente nunca se fueron, problamente nunca quiso perder la esperanza de algún día volverlo a encontrar e intentar algo más allá que una amistad.
— Júpiter, cariño, ¿por qué tard-? ¡Saturno! ¡Pero qué sorpresa! — Juno se acercó al anillado para abrazarlo.
— Hola, señora Juno. — Correspondió el gesto.
— Dime solo Juno. — La mujer sonrió. — ¿Qué haces aquí? — Preguntó.
— De hecho, vivo por aquí, más bien... ¿Qué hacen ustedes aquí? —
— Compré una tienda, estaba a muy buen precio. — Respondió la pelinegra contenta. El gigante gaseoso asintió. — Bueno, me voy, tengo cosas que hacer ahí adentro, fue un placer verte y Júpiter, apúrate. — Así fue como la mujer se fue dejando solos otra vez a los chicos, para formar un silencio.
— Y... ¿Cómo estás? — "Pregunta inútil". Pensó.
Ya ni sabía que decir, todo su ser estaba tan feliz de volverlo a ver que no eran capaces de conectar sus pensamientos con sus labios.
— Estoy bien ¿y tú? —
— Bien. — De nuevo silencio.
— Bueno... Fue un placer verte, Júpiter, pero te dejo para que puedas terminar. — El planeta más grande vió como se iba, solo que esta vez no iba a permitir que se fuera así como así, el destino le estaba dando la oportunidad que tanto había deseado y no la iba a desaprovechar.
— ¡Espera! — Saturno se volteó para dirigir su mirada hacia el mayor. — ¿Te gustaría ir más tarde a tomar un café? Vi una cafetería por aquí cerca podríamos ir si quieres. — Habló un poco avergonzado.
— Me encantaría. ¿A qué hora nos vemos? — El de anillos estaba feliz, la vida por fin le estaba dando algo bueno, por fin le estaba regresando lo que le quitó.
— ¿Te parece a las tres? —
— Sí, me parece, te espero aquí en frente ¿no? —
— Sí, iremos juntos. — Con eso habían acordado su salida improvisada. Ambos estaban felices.
A veces la vida quita, pero luego vuelve a dar, es solo cuestión de tiempo.

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora