𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅

𝘚𝘪𝘹

𝗩𝗲𝗿𝗱𝗲

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

Las semanas después de su aniversario pasaron y tuvieron que volver a su misma rutina de antes, los niños a la escuela, Júpiter a su trabajo y Saturno a asuntos de su negocio.
Este último se encontraba solo en su casa realizando cuentas, se estiró un poco para relajarse, estaba un poco harto de tanta matemática. Seguió con lo suyo hasta que una llamada entró a su teléfono, era Mercurio.
— ¿Aló, Mercurio? — Respondió un poco extrañado ya que casi no se hablan.
— ¡Saturno! ¿Cómo estás? — Preguntó animado el chico al otro lado de la línea.
— Bien, ¿y tú? — Contestó con simpleza.
— Bien. — Un silencio se formó, el anillado volvió a hablar.
— Y... ¿A qué se debe tu llamada? — Curioseó un poco.
— Sabes que trabajo en un orfanato ¿no? — Habló Mercurio.
Unos meses atrás había conseguido trabajo en un orfanato como cuidador y psicólogo de los pequeños que llegaban ahí, le iba bien, incluso, el mismo fue el que le habló a Saturno sobre IO, Calisto y Dione.
— Sí, lo sé. — Rió un poco.
— Bueno, verás, hace unos días llegó un bebé... Está muy pequeño, tiene como dos semanas de nacido y pues... Quería saber si tú y Júpiter están interesados. — Dijo al fin el motivo de su llamada, el de anillos pensó un poco antes de responder.
La verdad es que sí le gustaría un nuevo integrante en su gran familia, siempre había espacio para uno más, pero, no podía aceptar de inmediato, era un tema que no podía ser llevado a la ligera.
— Ay, Mercurio... Sinceramente estoy interesado, pero necesitas darme tiempo para hablar con Júpiter sobre esto. —
— Está bien, no te preocupes, sé que ustedes quieren expander más su familia y como son tan buenos padres pensé en ustedes como posibles candidatos para adoptarlo. — Saturno sonrió al escuchar eso, agradeció el halago.
— Gracias por tenernos en cuenta, te mantendré al tanto de nuestra decisión. Adiós. — Dicho eso, colgó la llamada y comenzó a mirar al techo en busca de aclarar sus pensamientos.
Necesitaba un café.

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

Saturno cocinaba la cena con sus hijos, Titán y Ganímedes, le ayudaban con lo que su padre les pidiera; ÍO, lavaba los utensilios que se dejaban de usar; y Calisto, cuidaba de Dione para que no se acercara tanto al fuego ya que al ser tan pequeña era curiosa.
Era un ambiente familiar bastante tranquilo, solo que el anillado estaba ensimismado con sus pensamientos, aún pensaba en esa llamada de la tarde, él quería ir a por el bebé y darle todo el amor que esa criaturita inocente merecía, mas era algo que necesitaba analizar a detalle y, evidentemente, hablarlo con su marido.
— ¿Ocurre algo, papá? — Preguntó Titán al ver a su padre un poco ido.
— ¿Hm? No, no, estoy bien, tranquilo, solo estaba pensando... — Sus hijos mayores se miraron entre sí, no estaban muy convencidos y el gigante gaseoso lo notó, lo mejor sería preguntarles a ellos respecto al tema, solo para saber que opinaban. — Bien... Ustedes ganan... — Respiró profundo y comenzó a hablar. — Hoy en la tarde un amigo que trabaja en un orfanato me llamó para decirme que hay un bebé en adopción y quería saber si estaba interesado en él... Yo la verdad quisiera ir y traerlo, pero tengo que hablarlo con Júpiter, se los cuento porque quiero saber que piensan. — Concluyó para mirar a todos sus retoños que guardaban silencio procesando todo lo que acababan de escuchar.
— La verdad... Un hermano pequeño no suena mal. — Dijo ÍO secando sus manitas en su mini delantal.
— A mí no me importa, mientras no le tenga que cambiar el pañal. — Ganímedes le restó importancia.
— Ustedes son los que deciden al final. — Calisto formó parte de la conversión mientras en sus brazos sujetaba a Dione
— Gracias por decirme que piensan. — Saturno les sonrió, escuchar las opiniones de sus hijos hizo que su mente se despejara un poco, ya sabía que opinaban del tema, ya no era necesario pensar como se los diría si al final decidían quedarse con él.
— Más bien, gracias a ti por tomarnos en cuenta. — Titán le tocó el hombro devolviéndole la sonrisa.
Cerrado ese tema volvieron a poner manos a la obra y terminaron la cena justo a tiempo, pues Júpiter había llegado a casa.