𝘚𝘦𝘷𝘦𝘯 ⁷⁰⁷

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𝗠𝗮𝗿𝗰𝗵𝗶𝘁𝗼

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

Ocho meses antes.

Saturno se encontraba en casa preparando a sus dos pequeños para llevarlos a la escuela, era algo tarde así que estaba apurado.
— ¿No olvidas nada, cariño? ¿Firmas, tareas o algún libro? — Le preguntó a Ganímedes que estaba preparando su bolso con todos los cuadernos y libros.
— Todo listo. — Se sentó a esperar a que su papá terminara de arreglarle el cabello a su hermano.

Con todo hecho salieron de la casa y fueron caminando, la institución no quedaba lejos, pero aún así debían acelerar el paso.

Se despidió de sus retoños y esperó a que entraran a su clase para ya poder irse tranquilo.
Cuando los vió desaparecer por la puerta del salón comenzó su camino a casa. Durante su trayecto una llamada llegó a su teléfono.
— Mamá... — Leyó el nombre en voz baja. Dudó un poco en responder, pero al final le contestó. — Hola, mamá... ¿Cómo estás? — Preguntó un poco animado, no era común que su madre lo llamara, pero no se quejaba.
— Me alegra... Sí, yo estoy bien, acabo de dejar a mis hijos en la escuela. — Respondió. — Sí, claro, dime... ¿Otra vez? Ma- — La mujer en el teléfono lo interrumpió, le molestó eso de su progenitora.
— Veré que puedo hacer... Sí... Adiós. — Colgó la llamada y un poco irritado siguió con su camino.
Era obvio que su mamá no lo llamaba para saber como estaba, no era como sí realmente a ella le importara su vida.

𓂃 ࣪˖ ִֶָ𐀔

El de anillos estaba preparando la cena, eran las tres de la tarde, pero su esposo hoy llegaría temprano, quería tenerle la comida hecha para luego ir por sus hijos a la escuela ya que hoy ellos sí salían tarde.

La puerta de la casa se abrió dando a entender que Júpiter había llegado, un poco cansado, se dirigió a la cocina encontrando a su marido.
— Hola, cariño. — Le saludó desde el marco de la puerta.
— Hola, mi amor, ¿cómo te fue? — Le devolvió el saludo mientras seguía picando unas verduras.
— Bien. — Contestó con una sonrisa, sonrisa que duró poco al encontrar un sobre en la mesa. Sin preguntar nada todavía, lo abrió y vió que había una buena cantidad de dinero ahí dentro, volteó el papel para ver hacia quien iba dirigido. La ira se fue apoderando de él, lo sospechaba desde el momento que vio el efectivo pero tuvo la esperanza de que estuviera equivocado, que desgracia que no fue así.
— Saturno... ¿Qué demonio es esto? — Preguntó molesto el mayor.
— ¿Qué cosa, cielo? — Saturno secó sus manos y fue donde su marido. Congelandose en el momento que vió aquel sobre en las manos del contrario, olvidó guardarlo.
— No te hagas el tonto y dime... ¿Por qué le vas a dar esto a tu mamá? Hay como veinte mil dólares aquí dentro, ¡¿por qué necesita tanto dinero esa mujer?! — Su tono de voz comenzó a elevarse.
— M-Me llamó hoy y me dijo que necesitaba ayuda para pagar una deuda... — Dijo eso último en voz baja, aun así, Júpiter lo escuchó a la perfección.
Tiró el sobre otra vez a la mesa y puso una de sus manos en su cien para comenzar a masajearla en un intento de calmarse.
— ¿Tú no aprendes, verdad? Cuantas veces te ha llamado esa señora por lo mismo y tú como idiota vas y le sigues el jueguito. Esta es como la cuarta vez. —
— ¡Lo hago por que soy su hijo y es mi deber ayudarla! — Gritó también molesto, no le gustaba para nada como lo estaba tratando.
— Sí, pero a ella jamás le importaste, era su deber como madre cuidarte y ¡no lo hizo! Y ahora mágicamente, como vives bien ahí sí te ama ¿verdad?, viene y te pide cosas, porque te ama mucho ¡Por Dios, Saturno, reacciona! — El otro gigante gaseoso no respondió, solo seguía escuchando cada puñalada hecha palabra de su esposo hacia él. — Esa mujer jamás te amó y jamás te amará, ella lo que ama es tu dinero y lo redondito que caes cada vez que te pide. ¡Ten un poquito de dignidad y dile que no! — Llevo sus manos hacia la mesa para poder apoyarse, estaba demasiado enojado, respiró profundo y soltó su ultimátum. — Es increíble como me sacas de equicio con tus estupideces. — Soltó sin más, sin importarle si hería o lastimaba al otro.
Saturno comenzó a llorar, a veces peleaban, como todos los matrimonios, pero nunca lo había tratado de esa manera, lo hizo sentir tan miserable, tan tonto. Júpiter se dio cuenta de esto y automáticamente se arrepintió de todo lo que había salido de su boca.
— Sa-Saturno, cariño, yo no- — El de anillos se alejó de su intento de consuelo.
— No me toques. — Dijo mientras que su voz se escuchaba quebrada. — No voy a seguir discutiendo, así que déjame en paz. — Fue lo último que dijo mientras se dirigía a la puerta, tomaba su abrigo y salía de aquella vivienda para ir a buscar consuelo en otra parte. Dejando a un arrepentido Júpiter en soledad.

El mayor se sentó en el sofá, sintiendo el frío y el vacío que había en esa casa, se sentía pésimo, se dejó llevar por la ira y terminó lastimando a la persona que menos se lo merecía. Sus discusiones siempre eran por lo mismo y nunca había reaccionado de esa manera.
¿Por qué en esta explotó? ¿Por qué dejó qué todo ocurriera de esa manera? ¿No pensó en lo que estaba diciendo? ¿Qué clase de apoyo era hacia su pareja?

Así como las rosas al marchitarse, son la metáfora perfecta a las relaciones amorosas, que pasan por desafíos que ponen a prueba el amor que en algún momento llegó a su punto más alto. Tal y como una rosa empieza hermosa de a poco termina sucumbiendo ante lo inevitable.
La realidad del marchitamiento de estas flores invita a considerar las profundidades de las relaciones y a entender que el amor requiere cuidado, atención constante y...

... 𝗟𝗮 𝗯𝘂́𝘀𝗾𝘂𝗲𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora