› Fі𝖿𝗍ᥱᥱᥒ !⸙͎۪۫ ⊰

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Morado ٭

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Urano se encontraba en su patio colgando un poco de la ropa mojada que había sacado de la lavadora junto con su hija mayor, Titania, ella le ayudaba un poco con eso. Estaba soleado y con muchas brisas, era el día perfecto para lavar y disfrutar del color de lavanda de aquel suavizante que perfumaba la ropa.
Otra pequeña poco a poco se fue acercando hacia el adulto y su hermana, traía un teléfono en la mano que tenía una llamada entrante. El de cabello celeste escuchó su notó de llamada y dirigió su vista hacia el sonido encontrando a Umbriel parada con el brazo extendido.
— Saturno. — Leyó el nombre, tomó el teléfono y contestó la llamada, no sin antes agradecerle a la pequeña. — Hola, Satu... — Saludó alegremente.
— ¡Urano! ¿Estás ocupado? — Preguntó del otro lado de la línea.
— Yo... — El anillado volvió a ver a su hija y esta le hizo una seña para que fuera hablar sin preocuparse, ella se encargaba de todo. — No, no lo estoy... ¿Por qué? — Se alejó un poco para tener su conversación en privado.
— Primero que nada, ¿cómo estás? Olvidé preguntarte. — Rió un poco avergonzado.
— Estoy bien... ¿Y tú? —
— ¡De maravilla! ¡Y de eso justamente es de lo que quiero hablarte! — La emoción en su voz simplemente era contagiosa.
— Te escucho. — Se sentó en una de la sillas que habían en ese patio.
— ¡Júpiter y yo renovaremos nuestros votos! — Exclamó entusiasmado.
— ¡Eso es genial! — Habló Urano igual de feliz.
— ¿¡Verdad!? Bueno... Hace unos meses para acá venimos ahorrando para eso y ya tenemos el suficiente dinero como para hacerlo, ya tenemos el lugar donde se hará y todo, es dentro de unas tres semanas pero tengo que llevar la decoración mañana y hoy no voy a poder ir a comprarla... Es por eso que te llamo, es más que nada para que me hagas el favor de ir a comprar eso. ¡Si es que puedes! No estás obligado... — El de cabellos celestes pensó un poco.
— Lo haré, solo que, ¿qué compro? Es tu renovación ¿y si llevo algo que no te gusta? — Una pequeña risa se escuchó desde el otro lado.
— No te preocupes, te enviaré una lista para que te hagas una idea de lo que queremos Júpiter y yo, sé que elegirás lo mejor, tienes muy buen gusto al elegir cosas para decorar, por eso te lo estoy confiando. Otra cosa más, del dinero, no te preocupes, te lo enviaré después de mandarte la lista. — Se formó un breve mutismo en la llamada. Urano suspiró.
— Está bien, lo haré. —
— ¡Gracias, gracias, gracias! ¡Eres el mejor! Te lo recompensaré, tenlo por seguro. — El de cabello celeste rió.
— No tienes porque preocuparte... — Hablaron por un rato más y luego cortaron la llamada.

Urano entró a la casa en busca de su novio e hijos para decirles que tenían que salir, no iba a ir solo y así también podía aprovechar un tiempo en familia. En la sala de estar encontró a Titania (que ya había terminado sus labores) y Umbriel que jugaban tranquilas con sus muñecas pero no había señales de Neptuno.
— Niñas... ¿Han visto a Nep? — Preguntó mientras seguía buscando al planeta azulado.
— Está en el cuarto de Tritón. — Respondió Titania.
— Gracias, cielito. — La niña asintió y él se fue de ahí directo al cuarto de su único hijo varón.

Se asomó levemente por la puerta al escuchar unas cuantas risitas y encontró una escena un tanto graciosa, Tritón y Neptuno estaban siendo utilizados como conejillos de India para los maquillajes de sus dos hijas, Miranda y Ariel. Las dos niñas les pasaban la sombra de ojos y uno que otro labial para los "retoques finales". Neptuno estaba feliz de pasar tiempo con sus pequeñas pero digamos que Tritón estaba un poco harto ya de eso, aún así no decía nada.
— ¿Cómo me veo? — Preguntó Neptuno a la pequeña Ariel que sostenía una paleta de sombras.
— ¡Hermoso! — Exclamó con alegría causando que su papá sonriera.
— ¿Y Tritón? — Señaló al chico que estaba a su lado.
— Le falta un poquito más de maquillaje para que luzca como un príncipe. — Mirando asintió, el de lentes respiró profundo.
— Ya me pusieron como ochenta tipos de maquillajes distintos, voy a parecer un payaso. —
Las Infantas ignoraron el comentario para seguir con su juego pero Urano se aclaró la garganta para llamar su atención, cosa que logró de inmediato.
— ¡Papá! — Las dos pequeñas se acercaron corriendo hacia él. — ¿Quieres unirte? — Preguntaron al unísono, pero negó con una sonrisa.
— Me encantaría, bellas, pero tenemos que salir, más bien vayan busquen una ropita bonita y se cambian, ¿sí? — Las hermanitas asistieron y salieron de aquella habitación dejando solos a los chicos.
— Tritón, ve a bañarte o lavarte la cara, tenemos que- —
— Salir, sí, lo escuché, ¿a dónde vamos si se puede saber? — Buscó en su armario una vestimenta decente.
— Iremos a comprar unas cosas que me pidió Saturno, tenemos que ir por ellas y luego a dejarselas- — Otra vez fue interrumpido.
— ¿¡Se las iremos a dejar!? ¿Vamos a ir a la casa de Calisto? — Habló con cierta emoción.
— Déjame terminar, no, no iremos a su casa, se la dejaremos al encargado del salón de eventos. — De poco aquella sonrisa que tenía en el rostro fue desapareciendo, estaba decepcionado.
— Pero no te preocupes, tal vez los vayamos a ver. — Y aquella sonrisa volvió a su rostro. — Entonces apúrate. — Sin decirlo dos veces el chico salió hacia al baño a darse una ducha y quitarse todo lo que tenía en la cara.
Urano dirigió su mirada a Neptuno que estaba sentado tranquilamente en el piso, tarareaba una canción que simplemente se le vino a la cabeza. El de anillos se sentó a su lado.
— Saldremos de compras. — Dijo suavemente.
— ¿Qué compraremos? —
— Unas cuantas decoraciones para Saturno. — Tomó su mano para entrelazar sus dedos.
— ¿Quién es Sartén? — Urano rió ante aquel nombre.
— ¡Nisiquiera rima, Neptuno! — Calmó un poco su risa. — Es Saturno, es mi mejor amigo, lo conoces. — El planeta azulado pensó.
— ¿En serio? — El de cabello celeste asintió. — Que raro, no se me hace conocido... — Su tono de voz era algo extrañada.
— No te preocupes por eso, tampoco es que hayan hablado mucho. — Mintió, sí lo habían hecho, pero no quería ponerlo nervioso. — Como sea, vamos a limpiarte la cara. — Se levantó y extendió su mano para que la tomara, cosa que hizo.
Para Urano, cuidar de Neptuno era como cuidar a un niño pequeño y a la vez un adulto, había veces en donde actuaba muy maduro u otras veces muy infantil. Sabía que todo eso lo provocaba su demencia y era por eso mismo que lo soporta pues él lo ama, desde que empezó su declive mental nunca lo dejó de hacer, simplemente era cansado, pues todo el peso de cuidar y mantener a la familia caía en sus hombros. Aún así, contaba con el apoyo de amigos, como por ejemplo el de Júpiter y Saturno, tal vez por eso siempre acepta hacerles favores, se siente como sí estuviera en deuda. Dejando eso de lado, tomó unas toallitas y las comenzó a pasar por el rostro de su novio que lo veía expectante.
— ¿Qué pasa? — Preguntó Neptuno con una sonrisa.
— ¿Pasarme de qué, cariño? — Le devolvió el gesto.
— Te noto estresado... ¿Es por mí? — Negó con la cabeza.
— No, cariño, no eres tú, y no estoy estresado solo cansado, eso es todo. — Le acarició el cabello. — Ya estás, vamos a esperar a los niños. — Dicho eso se fueron directos a la sala de estar.

— Bueno, está Ariel, Miranda, Titania, Umbriel y... ¿Dónde está Tritón? — Urano buscó a su hijo.
— Aquí. — Se acercó hacia donde estaban todos.
— Que bi- ¿Por qué estás vestido así? — Señaló el outfit del jóven.
— ¿Así cómo? —
— Como si fueras asaltar un banco, iremos de compras no a una prisión. — Tritón rodó los ojos.
— Es la moda, todo mundo se viste así. —
— Entonces... ¿Si todo el mundo se tira de un puente tú también te tiras? — El chico iba a decir algo pero como no supo que responder se quedó callado. — Me vas hacer el favor de irte a quitar esas cadenas, esa gorra y ese pantalón, y rápido porque sino nos vamos sin ti. — El gigante de hielo se cruzó de brazos, el otro no tuvo más remedio que suspirar e irse a cambiar. — Esta juventud... — Susurró por lo bajo para que segundos después una niña jalara levemente su camisa.
— ¿Nos compras un helado cuando nos vayamos? ¡Po fi!— Alargó la "I" y juntó sus manitas para que su pedido fuera aceptado. Cosa que logró al instante pues eso lleno de ternura el corazón su padre.
— Claro, Ari, lo haré. — La infante dio un pequeño saltito de victoria y fue otra vez donde el resto de sus hermanas.
Luego de eso, Tritón volvió con un mejor aspecto y ahora sí, fueron a realizar aquellas compras.

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Neptuno junto con el resto de sus hijos comían tranquilamente un helado, mientras que Urano leía la lista que le había enviado Saturno a su teléfono, no eran tantos arreglos pues al parecer quisieron que fuera algo mucho más íntimo, solo donde llegaran personas de suma confianza, como lo eran sus familiares y amigos cercanos.
— No entiendo porque quiere rosas moradas, pero como no es mi renovación no opino. — Dejó encargados unos cuantos ramos de aquella flor y salieron de aquella floristería.
— El color morado es muy bonito, es elegante. — Dijo Neptuno. — Es como de la realeza. — Urano rió levemente.
La verdad es que era cierto, es un color que llama a la exquisitez y maravillosidad. Una buena opción para eventos formales tal y como lo era una renovación.
— Tal vez por eso lo eligió, o por el hecho que es el color favorito de Júpiter. —
— Como haya sido, tiene buen gusto. — El azulado tomó unas cuantas bolsas para ayudarle a su pareja. — Como sea... ¿Qué es una renovación? —
— ¿Sabes que es un casamiento, no? — Neptuno negó. Urano suspiró. — Bueno, casarse es querer estar con una persona para toda la vida, le das un anillo y firman un contrato que los unirá para siempre y una renovación es prácticamente lo mismo pero sin un contrato en medio, es simbólico. —
— ¿Y por qué tú y yo no nos hemos casado? — El de anillos paró en seco.
— ¿Tú quieres que nos casemos? — Preguntó anonadado.
— ¡Sí! ¡Claro que quiero! Llevamos viviendo juntos hace muchos años y tenemos hijos, tenemos una familia... — Señaló a los niños que estaban enfrente de ellos caminando mientras hablandaban entre ellos. — Yo, tengo un leve recuerdo de que me dijiste que no te querías casar pero nunca supe el por qué o de seguro lo olvidé. — Urano se quedó de piedra pensando, no sabía muy bien que decirle, mas no podía irse sin responderle.
— Yo... Te dije que no quería porque tengo miedo... — Neptuno lo miró extrañado.
— ¿Miedo a qué? —
— De que te olvides de mí, o de nuestra familia, o de nuestra relación, siento que no podría soportarlo, pues se supone que un matrimonio es para siempre y solo la muerte es capaz de separarnos pero... Yo no quiero que nos separemos de una forma cruel... Como lo es tu enfermedad. — Un silencio se formó.
— Urano, tal vez no tenga la mejor memoria de todas y es muy probable que olvide lo que pasó este día, pero siempre me acordaré de ti y de nuestros hijos, han pasado tantos años y los sigo recordando, porque son importantes para mí y de seguro mi mente no quiere jamás olvidarlos o yo que sé... Simplemente quiero vivir feliz a tu lado, sin que mi demencia sea un impedimento para lograrlo. Permitamonos ser felices. — Eso fue lo más maduro que pudo salir de la boca de Neptuno, estaba impactado, pero tenía razón. Todos sus amigos eran felices junto con la persona que amaban, incluso Saturno y Júpiter reafirmarían ese hecho, incluso si es lo más obvio del mundo. Siempre quiso estar igual de feliz como lo eran ellos.

¿Por qué no permitirse serlo también?

Nota de la autora: 𓄹 ☆ 𓂃 ⊹

¹ ¡Hey!
Aquí con un nuevo capítulo y con un ship diferente al principal, pues aunque se mencione va más dedicado al Neptuno x Urano, que la verdad me gusta mucho este ship y quería escribir algo que los involucrara y esto fue lo que salió. Además que les debía algo de esta pareja en esta historia.
Como sea, eso sería todo, ¡nos leemos luego! <3

𝘙𝘰𝘴𝘦𝘴 𝘍𝘰𝘳 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯 ; 𝘑𝘶́𝘱𝘪𝘵𝘦𝘳 𝘟 𝘚𝘢𝘵𝘶𝘳𝘯𝘰 ༅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora