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Raquel (Nah- la) se deja caer con un estruendo en la parte baja de mi cama.

—No sabe nada —sentencia.

—¿Cómo estás tan segura? 

—Porque es un crío, se acaba de unir al ejército tras el llamamiento de Poseidón y solo tiene muy claro que los Kulua tenemos que reclamar lo que es nuestro. El poder que le has quitado ni siquiera era suyo. Era una pequeña donación por parte de alguna bruja Kulua. No creo que siquiera sepa utilizarlo. Eso sí, si le preguntas "lo que es nuestro" te da un discurso casi militar, calcado palabra por palabra de Poseidón. Y lo sé porque yo misma lo he escuchado muchas veces.

—Te diría que es alucinante que la gente crea en esas cosas solo porque se las han repetido muchas veces, pero te confieso que en mi opinión, las tres Familias hacen exactamente lo mismo. Al cabo de un tiempo, dejas de verle sentido.

—O eso, o consiguen convencerte. Me da la sensación de que son las dos únicas opciones.

Nos observamos un momento, reflexionando ambas sobre nuestras palabras.

—Es un crío —murmuro entonces, a modo de conclusión.

Ella asiente.

—Tiene trece años, aunque aparente alguno más.

—¿Permite Poseidón que luchen niños en su ejército? 

Se encoge de hombros.

—Ya te he dicho que mi teoría es que intenta reunir al mayor número posible de Kulua.

Silencio, otra vez.

—Le dije que me gustaría pensar que soy medio Kulua —confieso en un susurro—. Creo que le gustó.

Nah-la se sorprende, pero es solo un instante. Luego sonríe y compone una expresión soñadora.

—Sería bonito, ¿no? Unir los dos mundos. Si viviéramos en una realidad alternativa, quizá eso fuera suficiente para salvarnos.

Me quedo pensativa unos segundos, porque esa frase se me queda clavada en el corazón. No me gusta tener que pensar en realidades alternativas para encontrar un final en el que no haya guerra, en el que nos salvemos todos. 

—Y tú, ¿qué sabes?

Cojo a Nah-la por sorpresa, y se mueve hacia atrás como si le hubiese dado un empujón. Desde luego, está claro que no se esperaba que le preguntara eso.

—¿A qué te refieres?

Dejo escapar el aire con calma.

—No te estoy interrogando. No pretendo eso. Creo que en general hemos intentado que estés cómoda y no tratarte como una rehén, ya que te debemos nuestra vida y has traicionado a tu gente para salvarnos. Al menos, la mayoría lo hemos intentando —Le dedico una sonrisa triste—, porque no estoy de acuerdo con cómo te miran algunos de los Thaos más conservadores. No te he preguntado hasta ahora qué es lo que sabes, por respeto y porque no quiero presionarte. Pero la guerra se hace cada vez más real y necesitamos toda la información posible. Y de ti me fío, Nah-la. Ahora mismo, eres de las pocas personas de las que me fío de verdad. No sé qué pensar de este hecho... pero es así.

Se queda en silencio, reflexiva, achicando un poco los ojos como si tratara de asimilar mis palabras. Luego, se pone las manos en el regazo y clava la mirada al frente, y yo le doy su tiempo, porque a menudo también necesito el mío y la entiendo perfectamente.

—¿Sabes que Cris y tú sois las únicas que me llamáis así? —pregunta después de unos minutos.

—¿Así, cómo? ¿Nah-la?

Salvadora - (Invocadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora