Clandestina

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Daryl estaciona la camioneta y me bajo. Judith imita mi acción y admira todo con una sonrisa.

Llegamos a la feria al atardecer, justo cuando las luces comienzan a iluminar las atracciones y los puestos de comida. Judith corre de un lado a otro, emocionada por las luces y los colores, mientras Daryl y yo la seguimos con sonrisas en nuestros rostros.

— ¡Tía Anne! ¡Quiero subirme a la rueda de la fortuna! — exclama Judith, señalando la gran estructura iluminada.

— Claro, vamos — respondo, tomando la mano de Judith mientras Daryl nos sigue de cerca.

La fila para la rueda de la fortuna es larga, pero el ambiente festivo hace que la espera fuera agradable. Mientras avanzábamos en la fila, una señora mayor se acercó a nosotros con una sonrisa cálida.

— Qué hermosa familia — dijo la señora, mirándonos a los tres — Tienen una hija preciosa.

— No señora, ella no...

— Es encantadora — me interrumpe y acaricia la mejilla de judith — Es una niña muy linda, felicidades.

Daryl y yo nos miramos, un poco sorprendidos y él sonrie.

— Gracias — respondió daryl con una sonrisa — Judith es realmente especial.

La señora asintió y se despidió, dejándonme con una sensación extraña pero agradable. Judith, ajena a la confusión, seguía mirando la rueda de la fortuna con ojos brillantes.

— Es un lugar bonito, ¿verdad? — comentó daryl, rompiendo el silencio mientras observábamos a Judith.

— Sí, lo es — respondo, mis ojos suavizándose mientras miraba a daryl — Gracias por traernos. Judith se está divirtiendo mucho.

— Me alegra escuchar eso — dice Daryl, sus ojos azules brillando con una mezcla de emociones.

Finalmente, llegó nuestro turno para subir a la rueda de la fortuna. Me senté entre Daryl y Judith, disfrutando de la vista mientras la rueda giraba lentamente, llevándonos cada vez más alto. La ciudad y la feria se extendían bajo nosotros, iluminadas por miles de luces.

— ¿Te gusta, Judith? — pregunto, mirando a la niña que no dejaba de sonreír.

— ¡Sí! ¡Es increíble! — exclama Judith, aferrándose a la barra de seguridad mientras miraba hacia abajo.

Daryl y yo compartimos una mirada cargada de significado. Aunque la situación seguía siendo complicada, por un momento, todo se sintió perfecto. Y en ese breve instante, pude imaginar una vida en la que todos nuestros problemas se desvanecían, dejando solo la felicidad simple y pura de una tarde en la feria.

— Mira, tía anne, podemos ver toda la feria desde aquí — dijo Judith, emocionada.

— Es hermosa, ¿verdad? — respondí, mirando a Daryl de reojo.

— Sí, lo es — dijo Daryl, con su voz suave

El cielo nocturno se llenaba de estrellas, y mientras la rueda de la fortuna nos llevaba más alto, sentí una calma que no había experimentado en mucho tiempo. Quizás, solo quizás, había esperanza para todos nosotros.

Cuando la rueda de la fortuna se detuvo y bajamos, Judith corrió hacia otro juego, dejándonos a Daryl y a mí unos momentos de privacidad.

— No te lo había dicho, pero me gusta como se te ve el cabello.

— Gracias.

— ¿Lo hiciste tú? — lo miro — ¿Qué?, tal vez puedas cortarme el mio...

— No — lo interrumpo y arquea sus cejas — Es que... se te ve bien así.

Estoy Perdida En El Azul De Tus Ojos. T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora