No son familia

34 6 5
                                    

Daryl me mira con picardia y un toque de ternura en sus ojos. Sin decir nada, se acerca más a mi, y me toma de la mano, sus dedos entrelazándose con los míos.

— Quiero asegurarme de que te sientas mejor — susurra, su voz baja y cargada de intención.

Antes de que pueda responder, se inclina y deja un beso suave en mi frente. Sus labios se deslizan por mi rostro, bajando por mi cuello, hasta llegar al borde de mi camiseta. Siento un escalofrío recorrerme cuando sus manos comienzan a levantar la tela lentamente, exponiendo mi piel.

— Daryl... — comienzo, pero me interrumpe con un beso profundo en mis labios, robándome el aliento.

— Confía en mí, Anne — murmura contra mis labios, su voz ronca y llena de deseo.

Se desliza hacia abajo, besando cada centímetro de mi piel expuesta, hasta que llega a la base de mi abdomen. Sus manos me sostienen con firmeza mientras sus labios y lengua comienzan a explorar más abajo. Un gemido suave se escapa de mis labios cuando siento su boca sobre mí, enviando olas de placer a través de mi cuerpo.

Daryl se mueve con habilidad y pasión, sus movimientos precisos y llenos de intención. Cada caricia, cada beso, me lleva más y más cerca del borde. Mi respiración se vuelve errática, y mis manos se aferran a las sábanas mientras me pierdo en la sensación de su boca en mí.

El placer se intensifica, construyéndose en una ola que finalmente rompe, dejándome temblando y jadeando. Daryl se desliza hacia arriba, dejando besos suaves en mi piel mientras me recupero, una sonrisa de satisfacción se cruza en sus labios.

— ¿Te sientes mejor ahora? — pregunta, su voz suave y cargada de afecto.

Asiento, todavía tratando de recuperar el aliento.

— Mucho mejor — respondo, sonriendo débilmente.

Daryl me envuelve en sus brazos, sosteniéndome cerca mientras nos dejamos llevar por la tranquilidad del momento, olvidando por un tiempo todo lo que nos rodea.

— Ya dejé a Maya en el colegio — susurra en mi oído — Está algo triste.

— Lo imagino — susurro.

— Hoy trabajaré desde casa.

— ¿Por qué? — frunzo el ceño.

— Alguien tiene que cuidarte — lo miro — Quién mejor que yo para hacerlo.

— No sé qué haría sin ti.

Nos quedamos así por un rato, disfrutando de la paz y la cercanía, sabiendo que, a pesar de los desafíos, enfrentaremos todo juntos.

Bertha toca la puerta de la habitación. Daryl se sienta en la cama, y me sonríe.

— Pasa — Bertha la abre — ¿Si?

— La señorita Gabriela ya esta aquí.

— En un momento bajo — Bertha asiente, y sale de la habitación.

Daryl se acerca con mis pantalones y me ayuda a ponérmelos con cuidado, asegurándose de no lastimar mi pie.

— Gracias — digo, mientras termino de ajustármelos.

— No hay problema — responde, sonriendo — Vamos, te ayudaré a bajar.

Me levanta con cuidado y me sostiene mientras caminamos lentamente hacia la puerta. Una vez en el pasillo, bajamos las escaleras con cautela, paso a paso.

— ¿Lista? — pregunta.

— Lista — digo, tratando de sonar convincente a pesar del dolor en mi pie.

Estoy Perdida En El Azul De Tus Ojos. T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora