Su esencia sabía tan bien, a sandía podría decir. Mientras acariciaba mi cabeza yo me limité a sorber cada gota.
─ Buena chica... perdonada totalmente─ me empujó hacia atrás, reprimí un grito por el ardor que sentía detrás. Lo vi quitarse el chaleco y al ver su camisa se ahogó en frustración para finalmente subirse a la cama y ponerse entre mis piernas, las abrió con toda la confianza y me volteó a ver con pupilas rojas─ manos arriba, juntas y no las bajes.
La sensación fue como pinchos de electricidad que obligaron a mi cuerpo a obedecer, supe en ese instante que nunca lo utilizó contra mí antes y sin entender qué haría mi desconcierto se esfumó al verlo hundir su cara entre mis muslos, gimoteé al sentir su lengua larga y filosa contra mi nódulo caliente y adolorido por los golpes. Mi espalda se arqueó sin que pudiese mover las manos de donde se encontraban. Me retorcí levemente al estar temblando por no poder cerrar mis piernas, él lamía y chupaba con avidez y sin detenerse y de repente sus dedos se adentraron ayudando a las olas de placer crecientes que se arremolinaron en mi entrada y avanzaron por mi cuerpo creando ráfagas rápidas y sin poder evitarlo sentí la liberación arrasando por cada parte de mi cuerpo. Cuando me di cuenta estaba sintiendo su lengua limpiarme con suaves pasadas y al terminar subió su mirada maliciosa hacia mí e hizo un ademán que debilitó la fuerza de mis brazos para quedarse en su lugar.
─ Bueno, se nos hizo algo tarde─ señaló hacia un lugar en concreto mientras se levantaba al lado de la cama y como si fuera psíquico el sonido del timbre me espabiló─ iré a contestar, puedes vestirte muñeca─ Salió colocándose sus pantalones y su camisa blanca comenzó a desabotonarse en lo que él marchaba hacia fuera de mi habitación.
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Su esencia sabía a fresas, a dulces fresas.
Su carne olía fresca cuando la chupé y lamí, sus muslos estaban pálidos y rojos en la zona donde la golpeé, supe que le gustó sentir esa mezcla de sensaciones porque se corrió varias veces y aún seguía gimiendo y mandando señales con su celo... ¡oh dios! Su celo olía tan maravilloso, llenaría mis pulmones con ese aroma todos los días de mi vida, sentía un hormigueo por el cerebro cada vez que lo sentía, era como estar drogado sin sufrir alteraciones negativas.
No quería morderla aún, quería que ella lo pidiera, si ella no lo hacía no me parecía bien hacerlo sin su consentimiento aunque yo lo necesitase para mantenerla a salvo. Podía protegerla de muchas formas sin la necesidad de la marca.
Al volver luego de poner la mesa la encontré vestida, pero acostada y aferrada a una almohada. Me acerqué y bajando sus shorts le di una nalgada más ya con mis anillos, la hizo gritar y un lloriqueo me llenó los oídos. Subí su ropa, se la acomodé y me senté a su lado para trasladarla a mis piernas, gimió de dolor unos segundos mientras la ponía de lado. No nos habíamos besado aun, había llegado y sin interrupción la castigué, así que cuando tuve la oportunidad la aproveché, sabía a... a cielo, podía asegurarlo, la suavidad, sus temblores y sus gemiditos que provenían de su celo me estimulaban de mil formas diferentes. Me separé y quité sus lágrimas con el dorso de mi mano, tenía su naricita roja al igual que sus labios y el contorno de sus ojos.
─ Traje chow mein y jiaozi─ no hubo respuesta, ni siquiera me miraba─ vamos a comer y dormiremos un poco, ¿Qué te parece muñeca?
─ Quiero dormir.
─ Dormirás luego de comer algo─ la cargué en mis brazos y me la llevé fuera de la habitación directo a su sitio, donde a ella le gustaba comer.
La acomodé en su lugar con sus almohadas y sus peluches de dinosaurios libres de su prisión de plástico en la que se encontraban cuando llegué. La vi comer mientras miraba sus programas y luego de servirle el zumo que le gustaba me acomodé a su lado. Sabía que le dolería por un rato, pero prefería eso a que me cortara o me ignorara en caso de una emergencia.
Poco rato después parecía más relajada, ya no se asustaba ante mis caricias y su respiración volvió a la normalidad.
─Cariño, ¿qué libros compraste? ¿ya has decidido dónde ponerlos? No pareces tener un librero por aquí.
─No creí que... dejarías que me los quede─ sonreí internamente.
─ Pues son tuyos ahora─ acaricié su cabeza, me miró tan bonita como siempre con esos ojitos grandes y largas pestañas─ podrías ver qué muebles comprar, tendrás una habitación en mi casa─ tu casa una vez que nos casemos y seas dueña de todo lo que me pertenece incluyéndome─ la usarás para estudiar o dormir siestas si quieres, luego dormiremos juntos en la mía, ¿Qué te parece?─ hizo un leve sonido, como si no estuviera de acuerdo, como quejándose y alejó su mirada de mí. Sentí de ella el rechazo. A lo mejor si la mordía podría sentir algo más, sus verdaderos sentimientos, en sí todo sería mucho más sencillo si sólo me permitiera marcarla─ Cariño─ tomé aire─ No soy peligroso─ aseguré.
Claro que lo era, para todo el maldito mundo, menos para ella.
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Sombrío y Temido. (DDLG / CGL) (OMEGAVERSE)
RomanceOlivia Heist se preparó por un largo tiempo para la entrevista que tendría ese día. Todo pareció ir bien cuando entró hacia el sombrío y silencioso lugar. Subió por el ascensor y al llegar al piso donde su entrevista comenzaría, se halló con cierta...