Capítulo 23. Mi Pequeña Ara.

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23 Marzo 2018

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23 Marzo 2018.

                              Yujin.

Estos últimos días no había tenido muchos ánimos, Minho parecía distante y me hacia sentir mal con sus acciones y actitudes. He llegado a pensar que se canso de mi y eso me lastima porque lo amo.

Estaba esforzándome por ser una buena esposa y madre. Daba todo de mi, pero parecía no ser suficiente y no quería perder a mi familia, no quería perder a mi esposo, temía que alguna otra mujer hubiera capturado su atención y que esa sea la razón de su comportamiento.

Después de despedirlo en la mañana, me dispuse a preparar el almuerzo. Tenía la intención de llevarle una deliciosa merienda ya que no podrá venir a casa por exceso de trabajo.

Mientras cocinaba, mi pequeña Ara yacia a un costado del tablón de la cocina sentada en la periquera. Estaba entretenida con su mordedera, ya le estaban saliendo los dientitos y eso le causaba molestias. Pero hoy parecía estar más tranquila que ayer.

Justo hoy estaba cumpliendo seis meses, mi pedacito de cielo.

Le pedí a Hyori que viniera para hacerle una mini sesión de fotos.
Cada mes hacia lo mismo, adoraba recolectar recuerdos de su crecimiento.

Termine de cocinar y me senté en uno de las sillas altas de la cocina, le había preparado a mi bebé su primera papilla.

—Abre a esa boquita mi amor.— Acerque la pequeña cuchara a su boquita y ella lo recibió con gusto.
Sus gestos me parecían divertidos parecía estar analizando el sabor de la papilla —¿Te gusta mi vida?— Una bella sonrisa adorno su preciosa carita —Sí te gusta la papilla de mamá.— Sonreí y seguí alimentandola.

Me entretuve con Ara hasta que dejo limpio el plato. Me levante y lave los trastes sucios, para después tomar a mi bebé y subir a la habitación.

Celia salió del baño de la habitación, le pedí hace unos minutos preparar el baño para Ara.

—¿Esta todo listo?— Le pregunte, mientras le quitaba la ropa a mi bebé.

—Sí señora, todo listo para la pequeña.

—Muchas gracias Celia.— Agradecí —Por favor alista el almuerzo para mi esposo.— Le pedí.

—Claro que si señora, compermiso.— Reverencio y salió de la habitación.

—Vamos a bañarte mi princesa.— Cargue en mis brazos a Ara y entre al baño con ella.

La senté en la tina con agua tibia y no tardó para que empezará a jugar con el agua y los juguetitos qué habían para ella. Un par de estornudos se le escaparon y decidí no demorarla tanto en la tina.

Una vez que jabone cada parte de su pequeño cuerpo la cubrí con una toalla de patitos amarillos y salí con ella del baño. La recosté en la cama secandola bien con la misma toalla que la cubría y comencé a vestirla.

Cuando Nadie Ve. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora