Capítulo 24. Cha Seojong.

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                           Jackson

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                           Jackson.

Lo más difícil fue tener que despedirme de ella está mañana, anhelaba quedarme con ella en la cama sintiendo el calor de nuestros cuerpos unidos.

Pero si quería que esto funcionará tenía que respetar los horarios y el tiempo que ella pudiera darme. No es una mujer libre y eso lo tengo presente desde que la vi en aquella cena en casa de sus padres.

Apenas podía creer lo que paso anoche entre nosotros. Bendito destino o universo, no sabía a quien agradecer, ella había sido mía por una noche y eso no hizo más que encender toda esta pasión que siento al verla, al pensarla y ahora al sentirla.

Tocarla y verla desnuda por primera vez fue magnífico, disfrute cada minuto con ella y me asegure que ella lo disfrutará de igual manera.

Llevaba medio día en la oficina de la academia, tratando de leer cada una de las solicitudes de admisión. Pero mi cabeza solo repetía las escenas eróticas de lo que hicimos a noche.

Alguien dio un par de golpecitos a la puerta y deje que pasara. Mi sorpresa fue grande al verla a ella, normalmente no viene a verme a la oficina, a diferencia de Suah.

Cerro la puerta al entrar.

—Profesor Wang, pensé que sería bueno que pudiéramos organizar a mis grupos para mostrar sus talentos en el festival, tengo la lista de los mejores de la clase y creo que...— Ella se sentó frente a mi escritorio y me miró frunciendo el entrecejo al verme cerrar la puerta con seguro —¿Profesor Wang?

Me incline sobre la silla donde ella se encontraba sentada y tome su boca con suavidad, ¡Dios!, esos labios se están convirtiendo en una adicción para mi.

—¡Jackson!— Exclamó en voz baja al separarse un poco de mi.

—No sabes las ganas que tenia de besarte de nuevo.— Mis manos enmarcaban su hermoso rostro.

—Estamos en la academia.— Note su preocupación.

—Es la hora del almuerzo, todos salieron a comer.

La hice pararse y volví a besarla con pasión, lento y suave, pero con intensidad suficiente para que ella sintiera cuanto la deseo. Ella era como una droga, de esas que una vez que las pruebas ya no puedes parar. Así me sentía exactamente.

Sabía que estaba fallando a mi palabra con mi padre. Pero no podía ir encontrá de lo que ella me hacia sentir, mi cuerpo y todo mi ser pedían por ella.

—¿Tienes planes más tarde?— Pregunte al soltar su boca.

—Iré con mis padres.— Dijo —Mamá esta enferma y quiere verme.

—Entiendo.— Asentí.

—Quizá mañana tampoco pueda verte.— Comprimio sus labios y mi rostro se tiño de decepción —Lo lamento...

Cuando Nadie Ve. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora