Epílogo

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Hoy era el día. Ya estaba en mi graduación. Todos estábamos sentados esperando que nos nombraran. Pasaban, daban su discurso, sonreían y se bajaban.

El padre de Nuvia había hablado con uno de sus conocidos sobre mi trabajo de animación (fue hace como cuatro meses -ya no iba a la biblioteca por eso-) y le había gustado, dijo que lo ayudara con uno de sus proyectos y me daría trabajo sin necesidad de experiencia.

Osvaldo pasó. Sonreí. Recibió su título y se bajó. Solo unos pocos habían dado un discurso, y de entre ellos Samantha lo iba a dar.

-Admira- dijo Osvaldo restregándome el título en la cara.

-Yo tengo uno igual -dije-, tonto.

Osvaldo cruzó los brazos.

Tocó el turno de Sam.

-Hola -dijo-, este año hablo en nombre de toda nuestra generación, hemos atravesado dificultades, tropiezos, pero aquí estamos, en este momento tan ansiado desde que pisamos esta institución. Recuerdo que al llegar aquí no sabía si iba a poder llegar hasta el final, pero aquí estoy, junto a ustedes, gracias a los maestros, mis amigos, mi familia y mi novia...- Me sonrojé. Osvaldo me dió un golpe en el hombro.- Pero sobre todo, a mí, por permitirme estar hoy aquí con ustedes, este día no termina aquí, es el comienzo, de aquí en más nos esperan grandes retos, no teman, podremos superarlos, así que tomen esto como su primer logro, aún nos quedan muchos más.

Samantha bajó del podio. Todos aplaudieron.
Regresó a sentarse a mi lado.

Pasaron otras personas antes de mí. Cuando al fin era mi turno, Osvaldo, Samantha y Millaray me sonrieron.

Tomé el papel y estreché las manos de mis maestros y director. Regresé a mi lugar.

∆∆∆

-¿Cómo vamos a celebrarlo?- Preguntó Osvaldo.

-Todos van a hacer una fiesta en la casa de Daniel -dijo Nuvia-, vamos.

Sam y Osvaldo asintieron.

-Vayan ustedes -dije-, yo tengo que ir a otro lado, los veré después, yo llego.

Samantha tomó de mis manos.

-¿Segura que vas a estar bien?- Preguntó Sam.
Suspiré.

-Tengo que hacerlo.

Nuvia, Osvaldo y Sam se fueron.

Marqué al número de Max.

-Hola- dije.

-Hola Ari -dijo Max-, ¿qué pasa?

-¿Vienes por mi? Hoy iremos a mi casa.

-Mándame tu ubicación, no tardo.

Le mandé la ubicación.

-Perfecto, no te muevas... Gracias Ari, no sabes cuánto significa esto para mí.

-Tenía que hacerlo.

Colgó. Sonreí.

Max tardó unos diez minutos en llegar. Me abrió la puerta. Entré. Condujo hasta llegar a mi casa. Toqué la puerta. Mi madre me abrazó.

No lo digas (Adaptación Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora