Capítulo 40

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†Adriana†

Abelardo y yo fuimos temprano a misa como todos los domingos. Saludamos al padre y nos sentamos hasta el frente.
-Hoy hablaremos sobre el perdón y lo bien que le hace a nuestra alma -dijo el padre-, solo nuestro padre debe juzgarnos.
(A ver sí así si entiende el cabrón)
∆∆∆

Esperaba a Abelardo (se estaba confesando).
-Hola Adriana -dijo la esposa del padre-, como siempre los veo aquí, qué bien que sean tan fieles con su religión.
-Es lo que mis padres me inculcaron, ya es normal para mí.
-Me alegra oír eso, lástima que no pueda decir lo mismo de tu hija.
-No entiendo, ¿a qué te refieres?
-Ya sabes... La pena que tú hija salga con chicas.
-Discúlpame, pero para mí no es ninguna pena, ella es mi hija y la amo.
-Pero ya sabes que Dios creó al hombre y a la mujer para estar juntos, lo demás es una aberración.
(Aberración tú nacimiento, pendeja)
-Ella no es ninguna deshonra, es mi hija y la amo, te agradecería que no te expresaras así de ella, por favor.
-No pretendía ofenderte, ya sabes que para la religión eso está mal, pero está bien, no hablaré de eso... Bueno, nos vemos, que Dios te bendiga.
-Igual.
Se fue. Abelardo llegó.
-¿Qué pasa? Te ves enojada.
-No importa, ¿nos vamos?
Caminamos. Abelardo se veía pensativo.
Al llegar a la casa se sentó en la mesa del comedor (eso lo hacía cada que quería hablar de algo). Me acerqué y me senté.
-Te veo pensativo, ¿te pasó algo?
-Adriana... Llevábamos ya bastante tiempo casados, incluso tuvimos una hija... La biblia me a enseñado que la familia es lo más importante, no creo que sea bueno que siga enojado con Abril, al fin y al cabo es nuestra hija y... La extraño.
Sonreí. Me paré y lo abracé.
-Por fin recapacitaste.
-Sí, ¿no es muy tarde?
-Claro que no, nuestra hija es una buena niña, la criamos bien, deberías pedirle una disculpa y de paso felicitarla porque apenas fue su cumpleaños.
-¿La has visto?
-Sí, no podía dejarla, la amo y no importa lo que diga la iglesia.
-Tal vez tengas razón.

No lo digas (Adaptación Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora