¡Traición!

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Unos toques en la puerta despertaron a Audrey y Cristal de su sueño. Era temprano por la mañana, el sol aun no había despertado.

-Buenos días, princesita.

Audrey miró confundida a Rata, quien de la nada llegó y entró a la casa junto a Mamut.

-¿Señor Rata?¿Que hace aquí?

-Me encontré a un cartero en la entrada del pueblo. -Sacó del bolsillo de su saco una carta abierta-. Venía a entregarte esto, no sé qué hayas hecho princesita, pero desataste un caos.

Audrey arrebató la carta de la mano de rata y antes de leerla le dirigió una mirada de enojo a Rata.

-Revisar el correo de alguien más es de muy mala educación. -Volvió a dirigir su mirada a la carta y la leyó.

-¿Rata? -Gorila apareció en la puerta. Lucía sorprendido.

-¡Ah! Gorila, justo a tiempo -exclamó Rata con una sonrisa en su rostro.

-¿Qué hace aquí, señor Rata? -preguntó Audrey.

-La razón de mi llegada, princesita, es que el oro que nos diste se ha acabado.

-¿Qué quiere decir con eso? -Se mostró confundida.

-Quiero decir, que no puedo seguir ofreciéndote servicios, como el de alojamiento o seguridad por parte de Gorila, a menos que pagues un poco más.

-¿Qué? -El rostro de Audrey era de sorpresa y confusión-. Lo lamento, señor Rata, pero está investigación está durando más de lo que tenía planeado y necesito guardar lo poco que me queda.

Rata caminó lentamente en dirección a Audrey, lo suficiente para dejar un pequeño espacio entre los dos y hacer que la princesa se sintiera incómoda.

-Me caes bien -dijo Rata con una sonrisa en su rostro-. Pero si no pagas, tendré que retirarte todos los servicios que te he prestado hasta ahora.

-Rata, no puedes hacer eso. ¿Las dejarás en la calle y ya? -Gorila lucía muy preocupado.

-Podría dejarlas en esta casa, pero eso ya sería otro tema con el arrendatario.

Rata se alejó para hablar en susurros con Gorila, mientras que Audrey se sumergía en sus pensamientos, completamente preocupada. Jamás pensó que su investigación iba a durar tanto tiempo. El oro y las otras pertenencias que había llevado consigo no eran suficientes para pagar cuatro meses.

-¿Milady? -La voz de Cristal sacó a la princesa de sus pensamientos-. ¿Se encuentra bien?

-No... -Su voz era casi inaudible-. Cristal, no podemos perder este trato con el señor Rata.

-Lo sé, milady, pero los recursos que tenemos ahora no son suficientes.

-¡No, no y no! -La voz de Rata captó la atención de las jóvenes-. ¿Para qué te quieres quedar con ellas? No te van a pagar. ¿Lo sabías?

-Sí, lo sé -contestó Gorila-. Pero son muy buenas personas, y no creo que sea justo dejarlas a su suerte en este pueblo.

-¿Desde cuándo te importa que las personas con las que hago negocios sean "buenas" o no?

-Desde que las conocí a ellas.

Audrey sonrió levemente. Gorila lucía confiado y era muy amable respecto a sus palabras sobre ellas.

-¡Eres mío! ¡Yo soy tu jefe, tu dueño! Y si vas por esa maldita puerta conmigo, vas contra mí. ¿Entiendes? -Rata estaba enfadado, su tono de voz era muy elevado. Aún así, Gorila le mostró un rostro neutro-. Tu asquerosa e insignificante vida me pertenece.

¿Quién asesino al Rey? (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora