Capítulo 03

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Fort Thitipong se deslizaba con la brisa mientras oía los latidos de la tierra, repiqueteándole en los oídos. Sonaba como un tambor tribal, convocando a los espíritus ancestrales de su letargo a fin de prepararse para la guerra. Y mientras volaba, Hermana Viento llevaba un perfume nuevo para él. Que nunca había olido antes, y considerando su extrema edad, decía mucho.

Algo estaba allí, que no pertenecía.

Incapaz de identificarlo, descendió más, y luego reconoció a un motociclista en la carretera mucho más abajo. La motocicleta fue reduciendo su salvaje velocidad mientras el piloto se encontraba con el tráfico y las luces de Las Vegas. Fort soltó un graznido mientras seguía la elegante moto negra a la ciudad.

Envuelto en un guardapolvo negro, el piloto no era consciente de ser vigilado. Por supuesto, la alta y estruendosa música en el interior del casco del piloto retumbaba hasta un nivel que sería ensordecedor y podría tener algo que ver con aquello. Renegado de Styx. La ironía de aquello no pasó desapercibido para Fort. Si pudiera sonreír en su forma actual, lo haría.

El piloto se deslizó pasando el tráfico y giró al brillantemente alumbrado Casino Ishtar, que tenía el estilo de un antiguo templo Sumerio. Fort perdió de vista al conductor mientras se dirigía al aparcamiento inferior. Se inclinó hacia la derecha para esquivar la pared y dio vuelta atrás.

Bible se retiró el casco antes de dar su nombre al aparcacoches.

El encargado se enderezó.

—Señor Wichapas, caballero, se nos dijo que le diéramos tratamiento de guante blanco. Podrá aparcar su moto en cualquier lugar que desee, y nos aseguraremos de que nadie lo moleste. Si tiene cualquier problema o necesidad, póngase en contacto con el conserje Damien Metaxas, y él se encargará de ello por usted.

Un hombre podía acostumbrarse a ese nivel de servicio, era como estar en Disney World.

—Gracias —dijo, y entregó al mozo veinte dólares.

Bible se metió en un espacio reducido en la parte delantera de la línea de coches y limusinas, donde su moto estaría fuera del camino, y luego aparcó su 2006 MV Agusta F4CC en la acera. De 120.000 dólares cada una, su montura era una mina de oro para cualquier ladrón que tuviese conocimiento de motos. No es que el dinero fuera una gran cosa para él. El reemplazarla, sin embargo, era otra cosa, ya que eran tan raras como un amigo fiel, y se había encariñado mucho con ella.

Odio visceralmente a los humanos por ser codiciosos. Pero en su día, había hecho peores cosas por menos.

La desconectó, puso el casco en el asiento, luego se echó las llaves al bolsillo. Hacía un poco de calor para el guardapolvo, pero lo prefería, ya que ayudaba a esconder las armas que necesitaba para su oficio. Sin necesidad de asustar a los civiles más de lo necesario.

Lo malo de Las Vegas, era que no se podía escupir sin dejar caer los gérmenes en un Daimon. Prácticamente eran propietarios de este lugar. De hecho, tres de los aparcacoches de aquí eran Apolitas, incluido el que había hablado con él. Y el director del casino, Damien Metaxas, era en realidad, en toda la extensión de la palabra un Daimon que ningún DarkHunter tenía permitido matar. Afirmaban que Metaxas se alimentaba sólo con los seres humanos que merecían morir: violadores, asesinos, pedófilos. Pero, ¿por qué aceptar la palabra sobre ello? ¿Alguien realmente lo había comprobado?

Incluso cuando el propietario del casino, Mos, siendo un DarkHunter, había tenido que trabajar para él.

—Eres un maldito hijo de puta, Mos —murmuró Bible mientras sacaba las gafas de sol y se las ponía.

˗ˏˋ 21 BibleBuildˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora