Capitulo ⚔️17

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Krimm se tapó los oídos con las manos, pero no sirvió de nada. Se puso en vano una almohada sobre la cabeza. Pensó en levantarse y cerrar de golpe los postigos, pero
una rápida ojeada le reveló que no lograría disfrutar siquiera de ese pequeño placer.

Ya estaban cerrados. Uno de los muchos «dones» de la condición de berserker era una capacidad auditiva extrañamente aguzada, que le había permitido sobrevivir en situaciones en que un hombre normal no habría sido capaz de oír al enemigo aproximarse furtivamente.
Podía oírlo a Apo Natt St Clair.

Sólo quería dormir, por el amor de Dios... ¡y ni siquiera había amanecido! ¿Es que el nunca descansaba? El trino de una flauta solitaria flotaba en la fría brisa de la
mañana, escalando los muros de piedra del castillo y colándose entre los listones y las contraventanas.
Krimm percibía las notas melancólicas intentando abrir las testarudas puertas de su corazón. En Caithness,
Natt St Clair, estaba en todas partes: resplandeciendo en
los arreglos de flores en las mesas, brillando en las sonrisas de los niños, retratado en los tapices admirablemente tejidos.

Era ineludible. Y ahora se atrevía a invadir su sueño con la obsesionante melodía de una antigua canción gaélica de amor, elevándose hasta un intenso quejido y luego desplomándose hasta un débil gemido con una angustia tan convincente que le hizo soltar un resoplido. ¡Como si Natt St Clair supiera del dolor de un amor no correspondido! Era hermoso, perfecto, con la ventura de unos padres, una familia, una casa, un lugar al que pertenecer. Jamás le había faltado amor, y desde luego él no podía imaginar a ningún hombre negándole nada.

¿Dónde había aprendido a tocar aquella desgarradora canción de amor con tal empatía quejumbrosa?

Se levantó, se dirigió a la ventana y abrió los postigos con tanto ímpetu que dieron contra los muros.

-Todavía tocando esa bobada, ¿eh? -gritó. Dios mío, qué bello era. Aún lo quería con toda su alma, como años atrás. Entonces se había dicho que era demasiado
joven. Ahora que era toda un Joven Doncel ya no podía valerse de esa excusa.
Natt estaba debajo de él, mirando el lago desde un saliente. El sol asomaba dorado por el horizonte del lago de plata. Estaba de espaldas a krimm. Se puso rígido;
la agridulce canción tartamudeó y se desvaneció.

-Creía que estabas en el ala este -dijo Natt St Clair sin volverse

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-Creía que estabas en el ala este -dijo Natt St Clair sin volverse. Pese a que se encontraba a unos seis metros, la voz llegó a los oídos de él tan clara como la melodía.

-Elijo mi propio dominio, pavo real. Como siempre. -Se inclinó ligeramente sobre la ventana para observar todos los detalles de el: el cabello oscuro ondulando al
viento, la orgullosa postura de los hombros, el altivo ángulo que formaba al levantar La cabeza mientras contemplaba el lago como si no pudiese soportar la presencia de él.

-Vete a casa, krimm -dijo con frialdad.

-No eres tú quien ha de decirlo sino tu padre -mintió él.
-¿Le debes lealtad, entonces? ¿Cómo se puede ofrecer lealtad a alguien como tú? -soltó el con sarcasmo.

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