Mile Icarus Mcillioch había nacido en un clan de guerreros de fuerza sobrenatural,
pero abandonó su nombre y su castillo de las Highlands decidido a escapar del
sombrío destino de sus antepasados. Ocultando su identidad al implacable clan
rival que...
Natt St Clair notó que él se ponía rígido, y el gemido de deseo que se le escapó a krimm fue el sonido más dulce que el había oído en su vida.
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Entre ellos estalló algo, y Natt St Clair estaba tan consumido por el deseo de aparearse con su hombre que ya no le importaba si se encontraban en un lugar público. Krimm lo deseaba, quería hacer el amor con el el era hermoso... su cuerpo se lo decía claramente. Natt St Clair se arqueó contra él, alentando, suplicando. El beso no sólo lo había dejado sin resuello, sino que había agotado el escaso sentido común que conservaba.
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Él le agarró la mano buscona y lo sujetó contra el muro, por encima de la cabeza. Sólo cuando hubo asegurado las dos manos de Natt St Clair cambió el ritmo del beso, convirtiéndolo en un parpadeo juguetón de su lengua, explorando, retirándose luego, hasta que Natt St Clair empezó a jadear, pidiendo más. Krimm frotó todo el cuerpo de el con el suyo siguiendo el mismo ritmo lento y atormentador.
Apartó los labios con insoportable lentitud, capturó su labio inferior entre los dientes y tiró de él suavemente. Acto seguido, tras una última y deliciosa lamedura, se retiró.
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-Así pues, ¿qué piensas? ¿Ramsay se puede comparar con esto? -preguntó con voz ronca, mirándo su pecho. Sólo cuando comprobó que éste ya no subía y bajaba, que había conseguido «besarlo hasta dejarlo sin aliento», alzó los ojos para encontrar los de el.
