Capitulo ⚔️19 (Recuerdos)

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-¿Por qué haces esto? ¿Por qué te vas, krimm? -preguntó con voz lastimera.

-Porque he de hacerlo. ¡No debería haber venido nunca!

-¡Pero qué dices! -exclamó el-. ¡Hoy has luchado como un coloso! ¡Mi padre me ha encerrado en la habitación, pero lo he visto todo! Si no hubieras estado aquí, no habríamos tenido muchas posibilidades contra los McKane... -Se le quebró la voz, y entonces él vio nítidamente el horror de la sangrienta batalla.
¡Por los clavos de Cristo, el lo había visto en su condición de berserker!

 ¡Por los clavos de Cristo, el lo había visto en su condición de berserker!

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-Si yo no hubiera estado aquí... -empezó con amargura, pero se detuvo antes de admitir que él era la única razón de la presencia de los McKane.

-Si no hubieras estado aquí... ¿qué? -Natt St Clair tenía los ojos como platos.

-Nada -murmuró él con la vista fija en el suelo.
Natt volvió a la carga.

-Te vi desde la ventana...

-¡Tenías que haber estado escondido, muchacho! -lo interrumpió antes de que empezara a parlotear entusiasmado sobre su «bravura» en la batalla... bravura que surgía del mismo demonio-. ¿Tienes idea de cuál es tu aspecto? ¿Sabes qué te habría hecho un McKane si te hubiese decubierto? -Se le quebró la voz: había sido el miedo a lo que los McKane pudieran hacerle a su querido Natt St Clair lo que lo había vuelto aún más implacable durante el combate, convertido en una bestia despiadada y cruel.

Natt St Clair se había mordido nerviosamente el labio. Ese simple gesto clavó en él un dardo de puro deseo, y se despreció por ello. Estaba más tensado que un arco; todavía colmaba su cuerpo la adrenalina residual de la refriega. La excitación alcanzada al actuar como berserker tenía el desafortunado efecto de persistir, tiranizandolo y convirtiéndolo en un demonio, invitándolo a aparearse, a conquistar. Krimm meneó la
cabeza y le dio la espalda. No podía seguir mirándolo. No confiaba en sí.

El se movió, provocando un susurro de briznas de paja contra el dobladillo de su vestimenta.

-Confío plenamente en ti, krimm Roderick.

La dulce inocencia de su joven voz

-Ese es tu primer error. El segundo es estar aquí. Vete.
El se acercó más y le puso una mano en el hombro.

-Pero es que yo confío de veras en ti, krimm -dijo.
-Tú no puedes confiar en mí. Ni siquiera me conoces -gruñó, tenso.

-Sí puedo. Te conozco desde hace años. Has vivido aquí desde que yo era un Niño Eres mi héroe, krimm...

-¡Basta, muchacho! -rugió él mientras se volvía y se quitaba la mano del hombro tan bruscamente que
Natt St Clair retrocedió un paso. Después entrecerró los
gélidos ojos oscuros-. Crees que me conoces, ¿verdad? -Se le acercó.

-Sí -insistió el, testarudo.
Krimm lo miró con desdén.

-No tienes ni idea de nada. No sabes a quién he matado, a quién he odiado o a ok quién he enterrado, ni cómo.
¡No sabes qué me pasa porque no sabes quién soy
realmente!

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