Mile Icarus Mcillioch había nacido en un clan de guerreros de fuerza sobrenatural,
pero abandonó su nombre y su castillo de las Highlands decidido a escapar del
sombrío destino de sus antepasados. Ocultando su identidad al implacable clan
rival que...
Krimm le recogió el pelo, que caía sobre su cara lo depositó a un lado y besó la expuesta nuca. El breve mordisco hizo que Natt arqueara la espalda y se restregara contra él.
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La condujo hacia delante, dejando la cama atrás, en dirección a la pared. Lo apretó de bruces contra las lisas piedras, entrelazó sus dedos con los de natt sus palmas montadas al dorso de las de el, Colocó las manos de natt contra la pared, por encima de la cabeza.
-No retires las manos de la pared. Haga yo lo que haga, sigue agarrado a la pared y sólo siente... Natt se mantuvo arrimado a la pared como si eso fuera su último asidero a la cordura. Él le quitó la blusa y el se estremeció. Las manos de krimm le rozaron la firme parte inferior de los pezones siguieron la línea de la cintura y vacilaron al llegar a las caderas. Entonces sus dedos lo ciñeron con firmeza y su lengua trazó un lento recorrido por la hondonada de la columna. Natt siguió apoyado contra la pared, las palmas planas, balanceándose de placer. Para cuando él hubo terminado, no quedaba un solo centímetro de su piel que no hubiera besao o acariciado con el aterciopelado movimiento de su lengua.
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Entonces el comprendió por qué krimm le había dicho que se mantuviera pegado a la pared. No tenía que ver con la pared en sí, sino con evitar tocarle a él. Ser tocado por krimm Roderick y al mismo tiempo no poder tocarle le abrumaba los sentidos y lo obligaba a aceptar el placer puro, sin distracciones.
Krimm se puso de rodillas detrás de el y le dijo -con las manos y con suaves palabras- lo hermoso que era, lo que e hacía y lo mucho que lo deseaba y necesitaba.
Deslizó las manos por la cara interna de los muslos, dejando a su paso besos por las redondeadas curvas del trasero de Natt escapó un súbito jadeo de placer cuando la mano de krimm encontró el centro sensible entre las piernas. Le mordió las nalgas mientras con los dedos le acariciaba con una fricción irresistible su agujero que arrancó un gimoteo de Natt.
-¡Krimm! -exclamó sin aliento.
La risa unida a algo peligrosamente erótico incrementó aún más la excitación.
-Manos a la pared -le recordó él cuando el iba a volverse. Krimm le separó los muslos y maniobró de tal modo que de pronto estuvo en el suelo, mirándolo desde abajo, el rostro a escasos centímetros del trasero de el aún adolorido del juego de Krimm en su ajugero. Natt fue a protestar por esa postura descargada cuando el calor de la lengua de él acalló cualquier amonestación que Natt pudiera dirigirle. Natt arqueó el cuello y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no gritar debido al indescriptible placer que krimm le proporcionaba. Mientras lamia su trasero con las mano jugaba con su miembro...
