Capitulo ⚔️58

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-¿Qué más no me has contado, krimm?

-Que Quinn te dijo la verdad. Mi padre es un viejo loco -dijo con amargura.

-¿Está loco de veras, o simplemente discrepáis sobre ciertas cosas, como ocurre muchas veces con los padres?

-No quiero hablar de ello.

-¿Es muy mayor? ¿Tienes más familia de la que no me has hablado?

Krimm se apartó y se puso a andar de un lado a otro.

-No.

-Bueno, ¿cómo es tu casa de Tuluth?

-No está en Tuluth -masculló-. Mi casa era un castillo lóbrego y sombrío excavado en la montaña que domina Tuluth.

Nattawin Jillian se preguntó qué otras cosas asombrosas podría revelar krimm si el seguía indagando.

-Si tu casa estaba en el castillo, serías o bien un sirviente... -Lo observó de arriba abajo y meneó la cabeza al comprender de golpe-. ¡Oh, yo aquí parloteando sobre títulos y tú sin decir nada! Eres hijo de un jefe de clan, ¿verdad? ¿Por casualidad no serás su hijo mayor? -inquirió más bien en broma. Krimm apartó la
mirada y entonces Natt exclamó-: ¿Significa esto que un día serás el laird? ¿Que hay un clan aguardando tu regreso?

-Jamás. No regresaré a Tuluth, y aquí se acaba la discusión. Mi padre es un viejo canalla y chiflado y el castillo está en ruinas. La mitad de mi clan desapareció hace años junto con el pueblo, y estoy seguro de que la otra mitad se dispersó para huir del viejo y volver a empezar en otra parte. Dudo que en Tuluth haya alguien... probablemente no hay más que ruinas. -Lanzó una mirada furtiva a Nattawin Jillian para ver cómo se lo tomaba.

A ella la cabeza le daba vueltas. Había algo que no encajaba; faltaba información
crucial. El hogar donde Grimm pasó la infancia estaba entre el sitio donde se hallaban y su destino, y las respuestas estaban en esas viejas ruinas. Un «padre viejo y chiflado» y la intuición le mostrarían el camino que llevaba a las honduras del corazón de krimm.

-¿Por qué te marchaste? -inquirió con delicadeza.
Krimm la miró de frente, los ojos negros plateados brillando en la luz evanescente.

-Nattawin Jillian St Clair, por favor. No hagas tantas preguntas de golpe. Dame tiempo. Estas cosas... no he hablado de ellas desde que pasaron. -Sus ojos imploraban paciencia y comprensión...

-Puedo darte tiempo; y tendré paciencia. Pero no abandonaré.

-Prométemelo. -krimm se puso serio de repente-. Prométeme que nunca me abandonarás, pase lo que pase.

-¿Abandonarte a ti? No lo haré jamás. Dios mío, con lo mal que te portaste conmigo cuando era un niño y aun así no desistí -dijo, esperando alegrar aquel semblante sombrío.

-A nosotros, Nattawin Jillian. Prométeme que nunca nos abandonarás a nosotros. -Krimm Lo atrajo hacia sí y lo contempló con tal intensidad que el casi se quedó sin aliento.

-Lo prometo -susurró Natt-. Y toma mi palabra tan seriamente como la de un guerrero.
Krimm se relajó apenas, esperando no tener que recordárselo nunca.

-¿Estás seguro de que aún no tienes hambre? -cambió de tema.

-Puedo esperar a que nos detengamos a pasar la noche -le aseguró Natt con aire distraído, demasiado ocupado con sus pensamientos para reparar en necesidades
físicas. Ya no se preguntaba por qué había aparecido tan tarde, manchado de sangre y barro.
Había llegado, y de momento eso bastaba.
Había otras preguntas, más importantes, de las que necesitaba saber la respuesta.
Volvieron a montar. Krimm lo colocó delante y natt se relajó, deleitándose en el contacto con el fuerte cuerpo.

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