Estaban casados, los más viejos y sabios habían dado sus consejos, y ahora podrían pasar juntos todo el tiempo.
Nattawin Jillian había puesto los ojos en blanco y pegado
una sonrisa a su cara mientras aceptaba felicitaciones. Por fin se partió el pan y comenzó el banquete, con lo que los recién casados concitaron menos atención.
Adrienne ayudó a Nattawin Jillian a abandonar el salón, pero en vez de llevarlo a sus aposentos como esperaba el, la singular y asombrosa mujer lo condujo al estudio de Dalkeith.La luz procedente de lámparas de aceite y docenas de
Velas combinada con un vivo fuego convertían la estancia en un refugio cálido y acogedor pese a la esponjosa y
blanca nieve que se amontonaba al otro lado de la ventana.-Parece que vamos a tener una cellisca. -Adrienne observaba los ventisqueros mientras se afanaba en atizar el fuego. Nattawin Jillian parpadeó.
-¿Una qué?
-Cellisca. Oh... -Adrienne hizo una pausa y luego se le escapó la risa-. Una tormenta fuerte. O sea que quizás estemos un tiempo bloqueados por la nieve.
-No eres de esta parte del país, ¿verdad? -Nattawin Jillian frunció el entrecejo, intentando ubicar el extraño acento.
Su anfitriona volvió a reír.
-No exactamente. -Hizo una seña a Nattawin Jillian para que se acercara al fuego -Dime una cosa, ¿no te parece que estos dos son los hombres más retrecheros que has visto jamás? -Adrienne miraba un cuadro colgado sobre la repisa de la chimenea de roble labrado y suspiró con aire soñador.
Nattawin Jillian siguió la mirada de Adrienne hacia arriba hasta llegar a un magnífico retrato
de Mile Gavrael y Hawk.-Madre mía. No sé qué significa «retrechero», pero sin duda son los más apuestos que he visto en mi vida.
-Exacto -dijo Adrienne-. ¿Sabes que mientras se estaba pintando el cuadro estuvieron todo el tiempo quejándose? Hombres. -Puso los ojos en blanco y señaló
el cuadro-. ¿Cómo podían censurar a una mujer por querer inmortalizar este esplendor masculino en bruto?
El Doncel y l la mujer hablaron tranquilamente un rato sin reparar en que Hawk y Mile Gavrael habían entrado en el gabinete detras de Natt y Adrienne, Mile Gavrael concentró la mirada en su esposo y se dispuso a avanzar, resuelto a reclamarlo para sí antes de que viniera alguien más y se lo llevara a rastras.-Tranquilo. -Hawk posó una mano disuasoria en la manga de su amigo. Los hombres estaban a tal distancia de sus esposas que éstas aún no los habían oído; sin
embargo la voz de Adrienne sonaba nítida.-Todo fue por culpa del hada. Me trajo aquí a través del tiempo... no es que me queje, no vayas a pensar. Me encanta estar aquí y adoro a mi esposo, pero yo vengo
del siglo veinte. Los dos hombres sonrieron cuando Nattawin Jillian reaccionó con cierto retraso.-¡Eso son quinientos años! -exclamó.
Adrienne asintió, los ojos saltarines. Nattawin Jillian la estudió con atención y luego se le acercó.-Mi esposo es un berserker -le dijo en confianza.
-Ya lo sé. Nos lo dijo antes de partir para Caithness, pero no tuve ocasión de preguntarle nada. ¿Puede cambiar de forma? -Adrienne parecía buscar papel y tinta,
dispuesta a garabatear notas-. En el siglo veinte hay mucha controversia sobre qué eran y de qué eran capaces. -Se calló cuando reparó en la presencia de los dos
hombres en el umbral. Parpadeó maliciosamente y le guiñó un ojo a su esposo-. No obstante, había consenso general sobre una cosa, Nattawin Jillian. -Sonrió con picardía-. Por lo común, se creía que los berserkers eran famosos por su legendaria resistencia... tanto en la batalla como en la cama...
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Seduciendo A Un Highlander
Narrativa StoricaMile Icarus Mcillioch había nacido en un clan de guerreros de fuerza sobrenatural, pero abandonó su nombre y su castillo de las Highlands decidido a escapar del sombrío destino de sus antepasados. Ocultando su identidad al implacable clan rival que...