Capitulo ⚔️11

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Krimm bajó la cabeza hacia el.
Apo Natt no habría podido moverse ni aunque los muros de piedra hubieran empezado a derrumbarse. Si el suelo se hubiera hundido bajo sus pies, el habría quedado suspendido en las etéreas nubes de la fantasía. Hechizado, miró fijamente los brillantes ojos de krimm, por las sedosas y oscuras pestañas, la suave piel, la arrogante nariz aguileña, los sensuales labios curvos, el
hoyuelo de la barbilla. Él se aproximó aún más, su aliento acariciándole la mejilla.
¿Iba a besarlo? ¿Krimm Roderick era de veras capaz de besarlo? ¿Había respondido realmente a la llamada de su padre... deverdad ? Las piernas se le aflojaron. Él se aclaró la garganta y el tembló de expectación. ¿Qué iba a decirle? ¿Le pediría permiso para besarlo?

-Entonces, milord, por favor, ¿dónde está la despensa? -preguntó él, y sus labios le rozaron el oído para musitar-. Creo que esta ridícula conversación ha
empezado cuando he dicho que se nos había acabado el whishy y no había ninguna sirvienta a mano. Whisky, muchacho -repitió con voz repentinamente áspera-. Los hombres necesitamos beber. Llevo diez minutos buscando y no hay manera de encontrar nada.
Apo natt, desconcertado, lo fulminó con la mirada.

-Hay una cosa que no ha cambiado, krimm Roderick, no lo olvides nunca. Aún te odio. Y se marchó apartándolo a un lado, retirándose nuevamente a la seguridad de sus aposentos.

Al abrir los ojos por la mañana, Apo natt fue preso del pánico. ¿Se habría marchado
Krimm porque el se había mostrado tan aborrecible?
«Pero él debe marcharse», se recordó con gravedad. El quería que krimm se fuera. ¿O no? Arrugó la frente mientras analizaba la chocante dualidad de sus
sentimientos. Por lo que recordaba, el siempre había tenido estas dudas acerca de Krimm: lo detestaba ahora y lo adoraba en el instante siguiente, pero siempre quería
tenerlo cerca. Si él no hubiera sido tan cruel con el lo habría amado siempre, pero Krimm había dejado clarísimo que lo último que deseaba era la adoración de Apo natt.

Y, por lo visto, esto no había cambiado. Desde el momento en que conoció a krimm Roderick, se había sentido atraído desesperadamente hacia él. Pero tras años de ser
dejado de lado, ignorado y al final abandonadao, había renunciado a sus fantasías infantiles.

¿O no? Quizás ése era precisamente su temor: ahora que él había regresado, el cometería los mismos errores otra vez y con el espléndido guerrero en que krimm se
había convertido se comportaría como un estúpido adolescente.

Se vistió deprisa, cogió las zapatillas y se apresuró hacia el Gran Salón. Cuando entró en la estancia, se paró de golpe. «Caramba», murmuró.

Por alguna razón, de tan absorto que había estado pensando en krimm había olvidado que había dos hombres más en su casa. Estaban todos reunidos junto al fuego mientras varias sirvientas recogían montones de platos y bandejas de la enorme mesa situada en el centro del salón. El día anterior, seguro tras la balaustrada, Apo natt se había sorprendido por lo Altos y anchos de espaldas que eran los tres. Ahora, a escasos metros de ellos, se sintió como un sauce enano en un bosque de robles imponentes. Cada uno era al menos treinta centímetros más alto que el. Resultaba intimidante, y
eso que el no era fácil de intimidar. Su mirada vagó de uno a otro.

Ramsay Logan era poco menos que espeluznante. Quinn ya no era el mozalbete hijo de un jefe de clan de las Lowlands, sino un poderoso terrateniente a título propio.
Y krimm era el único que no lao miraba; permanecía de pie contemplando el fuego fijamente. Apo Natt aprovechó que estaba distraído para examinar su perfil con ojos
ávidos.

-Apo natt -Quinn se acercó para saludarlo.
El se obligó a apartar la mirada de krimm y centrarse en Quinn.

-Bienvenido, Quinn -le dijo, y pegó una sonrisa jovial a sus labios.

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