El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, tiñendo el cielo de un vibrante color anaranjado que contrastaba con las sombras alargadas de los edificios.
Claudia caminaba por las calles adoquinadas de su pequeño pueblo, disfrutando del aire fresco y de la tranquilidad que ofrecía la tarde. Su vida en el lugar había sido siempre apacible, hasta que la presencia de Xochitl comenzó a convertirse en una constante, una sombra persistente en su día a día.
Claudia no podía recordar exactamente cuándo empezó a notar a Xochitl. Tal vez fue durante uno de los eventos comunitarios, o quizás en la biblioteca donde ambas solían pasar tiempo. Xochitl siempre estaba cerca, observando, con una intensidad en su mirada que resultaba incómoda, casi perturbadora.
Una tarde, mientras Claudia hojeaba un libro en una mesa al aire libre de la cafetería local, sintió esa mirada una vez más. Levantó la vista y allí estaba Xochitl, de pie, a pocos metros de distancia, con sus ojos oscuros fijos en ella, como si estuviera estudiando cada uno de sus movimientos.
Hola, Claudia," dijo Xochitl, con una voz suave pero cargada de una energía inquietante que hizo que Claudia se estremeciera.
Hola, Xochitl," respondió Claudia, tratando de sonar amable a pesar del creciente nerviosismo. "¿Todo bien?"
Sí, claro," contestó Xochitl, acercándose lentamente. "Solo estaba pasando por aquí y te vi. Pensé en saludarte."
Te molesta si me siento contigo?" preguntó finalmente Xochitl, sin esperar realmente una respuesta negativa.
Supongo que no," respondió Claudia, con una leve duda en su voz. Xochitl se sentó frente a ella, sus movimientos fluidos y controlados, como si cada gesto estuviera cuidadosamente planeado.
Me encanta este lugar," comentó Xochitl, mirando alrededor. "Es tan tranquilo, ¿verdad? Perfecto para leer.
Sí, es muy agradable," dijo Claudia, intentando centrarse en su libro nuevamente. Pero el intenso escrutinio de Xochitl la hacía sentir como si estuviera siendo diseccionada.
"¿Qué estás leyendo?" preguntó Xochitl, inclinándose hacia adelante. Su rostro estaba demasiado cerca, invadiendo el espacio personal de Claudia.
Es una novela histórica," respondió Claudia, mostrándole la portada. "Gambito de corazones..."
Qué interesante," interrumpió Xochitl, sin esperar a que Claudia terminara. "Me encantaría leerlo después de ti. Tenemos gustos tan similares, ¿verdad?"
Claudia sintió un escalofrío recorrer su espalda. No conocía a Xochitl lo suficiente como para saber si tenían realmente gustos similares, pero la intensidad de la conversación comenzaba a ponerla nerviosa.
Quizás," dijo finalmente, con una sonrisa forzada. "Oye, Xochitl, creo que ya es hora de que me vaya. Tengo algunas cosas que hacer en casa."
Oh, claro," respondió Xochitl, levantándose al mismo tiempo que Claudia. "¿Te acompaño?"
No, no es necesario. Gracias," dijo Claudia apresuradamente. "Nos vemos luego."
Mientras se alejaba, Claudia sentía la mirada de Xochitl clavada en su espalda. La sensación era casi física, un peso que la siguió hasta que dobló la esquina y desapareció de la vista.
Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, no podía sacudirse la sensación de inquietud. Algo en la manera en que Xochitl la miraba, en cómo siempre estaba cerca, la perturbaba profundamente. Era una sensación de peligro inminente, una amenaza silenciosa que no podía ignorar.
Mientras tanto, en una habitación oscura, Xochitl observaba una foto de Claudia, sus dedos rozando suavemente la imagen. Rodeada de recortes, dibujos y notas sobre la vida de Claudia, murmuró para sí misma, "Pronto, serás solo mía." Una sonrisa perturbadora se dibujó en su rostro, una promesa oscura de lo que estaba por venir.
En la mesa frente a ella, había un diario abierto. Con una letra meticulosa, Xochitl había escrito planes detallados, escenarios en los que Claudia sería completamente suya. Había descripciones de encuentros imaginarios, citas forzadas, incluso métodos para aislarla de sus amigos y familiares. En la última página, un dibujo mostraba a Claudia atada y amordazada, con Xochitl de pie a su lado, acariciándole el rostro con una expresión de ternura desquiciada.
Xochitl levantó el cuchillo que descansaba junto al diario, observando su filo con una fascinación morbosa. "No permitiré que nadie se interponga entre nosotras," susurró, su voz llena de una resolución escalofriante. "Haré lo que sea necesario para tenerte a mi lado, Claudia."
Por cierto la novela que está leyendo Claudia es real se llama Gambito de corazones escrita por mi amiga esposa Giomeny saldrá muy pronto 😃
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El Rostro de la Obsesión
FanfictionEl Rostro de la obsesión es una escalofriante historia de deseo y obsesión, que muestra cómo el amor puede transformarse en una peligrosa fijación.