Claudia se despertó al día siguiente con la luz del sol filtrándose por las cortinas de su habitación. Sus ojos estaban hinchados y su cuerpo se sentía pesado. La noche anterior había sido una de las más agotadoras de su vida, y aunque su corazón seguía dolido, sabía que tenía que enfrentar lo que venía.
Lentamente, se levantó de la cama y se dirigió al baño para lavarse la cara. El reflejo en el espejo le devolvió una imagen de cansancio y sufrimiento. Sabía que no podía seguir así, que debía encontrar una solución.
Mientras tanto, en la sala, Xochitl estaba sentada en el sofá, con la mirada perdida. No había dormido en toda la noche, atormentada por sus propios pensamientos y el dolor de la discusión. Se sentía rota, pero también determinada a no dejar que Claudia se alejara de ella.
Claudia la miró, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y cansancio. "¿Hablar? ¿De qué, Xochitl? ¿De cómo vas a seguir controlando mi vida?"
Cuando Claudia salió del cuarto, Xochitl se levantó rápidamente y se acercó a ella. "Claudia, por favor, tenemos que hablar. No podemos seguir así."
No, Claudia," respondió Xochitl, su voz quebrándose. "Quiero que encontremos una solución. No quiero perderte."
"Xochitl, esto no es amor. Es una prisión. No puedo seguir viviendo bajo tu control. Necesitamos ayuda," replicó Claudia, tratando de mantener la calma.
Xochitl la miró con desesperación. "Haré lo que sea, Claudia. Iré a terapia, cambiaré. Pero no me dejes."
Claudia suspiró profundamente, sintiendo el peso de la decisión que debía tomar. "No es tan simple, Xochitl. Esto no va a arreglarse de la noche a la mañana. Necesitamos tiempo y espacio para sanar."
"¿Espacio? ¿Quieres que nos separemos?" preguntó Xochitl, su voz temblando.
Sí, Xochitl. Necesitamos tiempo para reflexionar, para trabajar en nosotras mismas," respondió Claudia, su voz firme pero triste.
Xochitl negó con la cabeza, las lágrimas corriendo por su rostro. "No puedo vivir sin ti, Claudia. No sé cómo."
Y yo no puedo seguir viviendo así," dijo Claudia, con lágrimas en los ojos. "No quiero que esto termine mal. Por favor, entiende."
"¡No!" gritó Xochitl, dando un paso adelante. "No puedes dejarme. No puedo soportarlo."
Claudia sintió que el pánico comenzaba a apoderarse de ella nuevamente. "Xochitl, por favor. Esto es lo mejor para ambas. Necesitamos sanar."
"¡No lo entiendes!" gritó Xochitl, agarrando a Claudia por los brazos. "¡Eres todo lo que tengo! ¡No puedo perderte!"
Claudia intentó liberarse, pero Xochitl la sostenía con fuerza. "¡Suéltame, Xochitl! ¡Esto no va a arreglar nada!"
"¡No te dejaré ir!" exclamó Xochitl, su voz llena de desesperación.
"¡Xochitl, por favor!" gritó Claudia, luchando por zafarse. "¡Esto no es amor, es locura!"
En medio del forcejeo, Claudia logró liberarse y empujó a Xochitl hacia el sofá. "¡Basta ya! No puedo seguir así. ¡Necesitamos ayuda!"
Xochitl se quedó allí, con los ojos llenos de lágrimas, mientras Claudia se dirigía a la puerta. "Claudia, por favor," susurró, su voz apenas audible. "No me dejes."
Claudia se detuvo, su corazón desgarrado por el dolor y la confusión. "Te amo, Xochitl, pero no puedo seguir viviendo de esta manera. Necesitamos sanar. Ambas."
Con esas palabras, Claudia salió de la habitación, dejando a Xochitl en el sofá, sollozando en la oscuridad. Se dirigió a su habitación y cerró la puerta detrás de ella, sintiéndose más perdida que nunca. Se dejó caer en la cama, las lágrimas fluyendo libremente, y finalmente, el agotamiento la venció.
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El Rostro de la Obsesión
FanfictionEl Rostro de la obsesión es una escalofriante historia de deseo y obsesión, que muestra cómo el amor puede transformarse en una peligrosa fijación.