Capítulo 9: Entre la Pasión y el Remordimiento

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Te he dado tiempo," comenzó Xochitl, acercándose más. "He intentado ser paciente, pero ya no puedo esperar más. Necesito que entiendas cuánto te amo y que me correspondas."

Claudia retrocedió, su cuerpo tenso. "No puedes obligarme a amarte, Xochitl. Eso no es amor."

Xochitl la tomó del brazo, apretando con fuerza. "No me dejas opción," dijo, su voz teñida de desesperación. "Voy a hacer que me ames, Claudia. Voy a mostrarte lo que significa ser mi esposa."

Antes de que Claudia pudiera reaccionar, Xochitl la empujó contra la pared, sujetándola con fuerza. "Te haré entender," murmuró, acercando sus labios a los de Claudia.

Claudia se debatió, intentando apartar el rostro. "¡No, Xochitl! ¡Por favor, no hagas esto!"

Pero Xochitl no se detuvo. La sujetó más fuerte, forzando un beso mientras Claudia luchaba desesperadamente por liberarse. "Solo siente," susurró Xochitl entre besos. "Siente mi amor."

Claudia, con lágrimas de impotencia, logró empujar a Xochitl con toda su fuerza, liberándose momentáneamente. "¡Esto no es amor! ¡Es una prisión!"

Xochitl la miró con ojos llenos de una mezcla de deseo y desesperación, su rostro reflejando la intensidad de su obsesión. "Pero puedo intentarlo, Claudia," murmuró, acercándose más. "Puedo hacerte ver lo mucho que nos necesitamos mutuamente. Puedo hacerte amarme."

Claudia retrocedió instintivamente, sintiendo el pánico crecer dentro de ella mientras se enfrentaba a la implacable determinación de Xochitl. "Estás equivocada, Xochitl," dijo con voz entrecortada, sus ojos llenos de miedo. "No puedes controlar mis sentimientos. No puedes obligarme a vivir una mentira."

La habitación estaba envuelta en un silencio tenso mientras Claudia y Xochitl se enfrentaban en medio de la oscuridad de la noche. Cada palabra pronunciada era como una chispa en el aire, amenazando con encender una tormenta de emociones.

"¿Por qué sigues haciendo esto, Xochitl?" preguntó Claudia con voz temblorosa, su mirada fija en su esposa. "¿Por qué no puedes aceptar que nunca seremos felices juntas?"

Xochitl la miró con ojos llenos de una mezcla de deseo y desesperación, su rostro reflejando la intensidad de su obsesión. "Porque sé que podemos ser felices, Claudia," respondió con firmeza, acercándose más. "Solo necesitas abrir tu corazón y dejarme entrar."

Claudia retrocedió instintivamente, sintiendo el pánico crecer dentro de ella mientras se enfrentaba a la implacable determinación de Xochitl. "No puedes forzar una conexión que simplemente no existe," insistió, su voz temblorosa.

Xochitl soltó una risa amarga, su rostro retorcido por la frustración y el deseo. "Pero puedo intentarlo, Claudia," murmuró, agarrando el brazo de Claudia con fuerza. "Y lo haré. Porque no puedo soportar la idea de perderte."

Claudia luchó por liberarse del agarre de Xochitl, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras enfrentaba la implacable obsesión de su esposa. "No puedes seguir así, Xochitl," suplicó, sintiendo el miedo apoderarse de ella.

Pero Xochitl no cedió, su determinación ardiente en sus ojos mientras se acercaba más a Claudia. "Claudia, mi amor, te necesito," susurró, su voz temblorosa. "No puedo seguir adelante sin ti."

Claudia sintió un nudo en la garganta, las lágrimas comenzando a emerger en sus ojos mientras luchaba por encontrar una salida de esta pesadilla. "Lo siento, Xochitl," dijo con sinceridad, su voz quebrándose. "Pero no puedo ser la fuente de tu felicidad."

Antes de que pudiera decir algo más, Xochitl la agarró con fuerza, su boca buscando la de Claudia con desesperación. Claudia luchó contra ella, tratando de liberarse de su agarre, pero Xochitl era implacable en su deseo.

No, Xochitl, detente!" gritó Claudia, sintiendo la desesperación apoderarse de ella mientras luchaba por respirar.

Pero Xochitl no se detuvo, su beso cada vez más feroz mientras intentaba forzar a Claudia a sentir algo que no sentía. Claudia luchó con todas sus fuerzas, su mente llena de terror y angustia mientras se enfrentaba a la oscuridad de su propia prisión.

sus manos ávidas explorando el cuerpo de Claudia con una urgencia desesperada. Claudia luchó contra ella con todas sus fuerzas, pero el deseo ardiente de Xochitl parecía consumirla por completo.

Finalmente, exhausta por la lucha y abrumada por las emociones contradictorias, Claudia cedió ante la intensidad del momento. Sus labios encontraron los de Xochitl en un beso ardiente y desesperado, sus cuerpos entrelazados en la oscuridad de la noche.

El calor del momento los consumió, llevándolos a la cama en un frenesí de pasión y deseo. En ese momento, todo lo demás desapareció, dejando solo el eco de su amor prohibido resonando en el silencio de la noche.

El silencio pesado se cernía sobre la habitación, roto únicamente por la respiración agitada de Claudia y Xochitl, quienes yacían juntas en la cama, el eco de su pasión aún resonando en el aire.

Claudia se apartó de Xochitl con brusquedad, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras luchaba por procesar lo que acababa de suceder. "Esto no puede seguir así, Xochitl," murmuró, su voz temblorosa.

El Rostro de la ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora