Capítulo 3: Atrapada

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Los ojos de Laura se abrieron de par en par. "¿En serio? Eso es aterrador, Claudia. ¿Has hablado con la policía?"

"Sí, pero no pueden hacer mucho sin pruebas de que realmente es un peligro," explicó Claudia, sintiendo la frustración arder en su interior.

Entonces necesitamos pruebas," dijo Laura con determinación. "Podrías instalar cámaras de seguridad alrededor de tu casa. Así, si Xochitl vuelve, tendrás evidencia."

Eso es una buena idea," asintió Claudia. "Pero necesito que alguien me ayude a instalarlas. No quiero estar sola."

Yo te ayudaré," dijo Laura, apretando la mano de Claudia con una sonrisa reconfortante. "No estás sola en esto."

Esa misma tarde, Claudia y Laura instalaron varias cámaras discretamente alrededor de la casa de Claudia. A medida que lo hacían, Claudia sentía un pequeño alivio, como si finalmente estuviera tomando el control de la situación. Sin embargo, una parte de ella seguía sintiéndose expuesta, vulnerable.

Esa noche, Claudia se sentó en su sala, revisando las imágenes en tiempo real desde su teléfono. Laura había prometido quedarse con ella hasta que ambas se sintieran más seguras. Conversaron durante horas, tratando de aliviar la tensión con recuerdos y risas forzadas.

A medida que la noche avanzaba, Laura decidió que era hora de irse. "Estaré a solo una llamada de distancia," le aseguró a Claudia mientras se despedían en la puerta. "No dudes en llamarme si necesitas algo."

Gracias, Laura," dijo Claudia, abrazándola con fuerza. "No sé qué haría sin ti."

Poco después de que Laura se fuera, Claudia comenzó a revisar las cámaras nuevamente. Pasaron las horas y, justo cuando sus párpados empezaban a pesarle, algo en la pantalla la hizo sobresaltarse. Una sombra se movía furtivamente en su jardín.

¿Otra vez?" murmuró, sintiendo que el miedo la paralizaba. Aumentó el volumen del micrófono de la cámara, intentando captar algún sonido. Los altavoces emitieron un susurro apenas audible, pero suficiente para que Claudia reconociera la voz.

Claudia..." la voz de Xochitl era un susurro inquietante que resonaba en la noche. "Sé que estás viendo."

El pánico la invadió. Marcó el número de la policía con manos temblorosas. "¡Está aquí, en mi jardín! ¡Por favor, vengan rápido!" imploró, sin quitar la vista de la pantalla.

Minutos que parecieron eternos pasaron antes de que las luces de la patrulla iluminaran su calle. Los agentes registraron el área, pero Xochitl ya había desaparecido, dejando tras de sí una sensación de vacío y desesperanza.

Claudia mostró a los oficiales las imágenes y la grabación de audio, pero todo lo que podían hacer era patrullar la zona más frecuentemente. No tenían pruebas suficientes para detenerla.

Esa noche, Claudia se quedó en la sala, incapaz de dormir. Sentía que las paredes de su casa, que antes la habían protegido, ahora la aprisionaban. La obsesión de Xochitl había convertido su vida en una pesadilla constante.

Cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, Claudia sabía que la situación no podía seguir así. Debía encontrar una solución más drástica, algo que la liberara del acecho de Xochitl de una vez por todas. Pero mientras tanto, la sombra de la obsesión seguía acechándola, siempre un paso detrás, esperando el momento perfecto para atacar.

Claudia despertó con los primeros rayos del sol, los ojos hinchados y la mente pesada. Las imágenes de Xochitl en su jardín se repetían en su cabeza, como una película de terror que no podía apagar. Decidió que no podía quedarse encerrada en su casa todo el día; necesitaba salir, respirar aire fresco y, sobre todo, encontrar una solución definitiva.

Decidió pasar por la librería local, un lugar donde siempre había encontrado consuelo. Sin embargo, mientras caminaba por las calles del pueblo, no podía evitar sentir que alguien la seguía. Cada sombra, cada movimiento en su periferia la hacía saltar. Al llegar a la librería, saludó al dueño y se dirigió a la sección de autoayuda. Tal vez había algún libro que pudiera ofrecerle una estrategia para lidiar con acosadores.

Mientras revisaba los títulos, sintió una presencia familiar a sus espaldas. Giró lentamente y encontró a Xochitl, sonriendo de una manera que le heló la sangre.

Hola, Claudia. Qué coincidencia encontrarte aquí," dijo Xochitl, con una voz suave y melosa.

"Hola, Xochitl," respondió Claudia, forzando una sonrisa. "Sí, es... una coincidencia."

Estás buscando algo en particular?" preguntó Xochitl, mirando los libros que Claudia tenía en las manos. "¿Autoayuda? ¿Algo te preocupa?"

Claudia apretó los libros contra su pecho, tratando de mantener la calma. "Solo buscando algo de lectura ligera," mintió. "¿Y tú?"

Oh, solo dando un paseo," dijo Xochitl, acercándose un poco más. "Siempre es un placer verte, Claudia."

Claudia sintió que el aire se volvía denso. "Bueno, debo irme. Tengo cosas que hacer," dijo, intentando alejarse.

Espera," dijo Xochitl, agarrando su brazo. "¿No podemos hablar un poco más? Me gusta pasar tiempo contigo."

El Rostro de la ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora