Claudia despertó con una sensación de pesadez en el pecho. La pesadilla que había tenido la noche anterior aún flotaba en su mente: Xochitl estaba en cada rincón de sus sueños, observándola con esos ojos penetrantes, siempre demasiado cerca. Se sacudió el malestar y decidió que un paseo matutino la ayudaría a despejar su mente.
El día estaba nublado, pero la frescura del aire era reconfortante. Claudia decidió dirigirse al parque cercano, un lugar que siempre le había brindado paz. Mientras caminaba, no podía evitar mirar por encima de su hombro de vez en cuando, esperando no ver a Xochitl. La paranoia comenzaba a arraigarse en ella.
Al llegar al parque, se sentó en un banco junto a un estanque. Sacó su libro, decidido a perderse en la lectura para distraerse de los pensamientos oscuros que la acosaban. Pero no pasaron ni diez minutos cuando una sombra familiar apareció en su periferia.
Hola, Claudia," dijo Xochitl, su voz repentinamente presente, tan inesperada como un rayo en un día claro
Claudia sintió que su corazón se detenía por un segundo. "Hola, Xochitl," respondió, esforzándose por mantener la calma. "No esperaba verte aquí tan temprano."
Siempre vengo aquí a esta hora," mintió Xochitl, sentándose a su lado sin pedir permiso. "Me gusta la tranquilidad de la mañana."
Sí, es muy agradable," murmuró Claudia, sintiendo que las palabras se le atragantaban. Intentó concentrarse en su libro, pero podía sentir los ojos de Xochitl sobre ella, analizándola, absorbiéndola.
Qué estás leyendo hoy?" preguntó Xochitl, inclinándose hacia adelante para ver la portada. "Ah, sí, la novela histórica. Me encanta que leas tanto. Es una de las cosas que más admiro de ti."
Claudia se estremeció ante la palabra "admiro". "Gracias," dijo, sin saber qué más añadir. "¿Y tú? ¿Lees algo interesante últimamente?"
Oh, sí," dijo Xochitl, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "He estado leyendo sobre psicología. Es fascinante lo que puedes aprender sobre la mente humana y sus comportamientos."
Interesante," murmuró Claudia, deseando que Xochitl se marchara, pero sabiendo que no sería tan fácil. La conversación continuó, con Xochitl haciendo preguntas personales que Claudia respondía de forma vaga, intentando no revelar demasiado.
Finalmente, Claudia se levantó. "Bueno, debo irme. Tengo cosas que hacer en casa."
Te acompaño," dijo Xochitl, levantándose también.
No, no es necesario," dijo Claudia rápidamente. "Prefiero ir sola."
Xochitl la miró fijamente por un momento antes de sonreír y asentir. "Como quieras. Nos vemos luego, Claudia."
Claudia se alejó rápidamente, sintiendo los ojos de Xochitl clavados en su espalda hasta que salió del parque. Respiró hondo varias veces, intentando calmarse. Al llegar a casa, se encerró en su habitación, sintiendo que las paredes se cerraban a su alrededor.
Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, Claudia escuchó un ruido extraño fuera de su ventana. Se levantó, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo, y se acercó con cautela. Al asomarse, vio una figura en la sombra, observando desde el jardín. Su corazón dio un vuelco cuando reconoció a Xochitl, sus ojos brillando en la oscuridad.
"¿Qué estás haciendo aquí?" gritó Claudia, su voz temblando.
Xochitl no respondió de inmediato. Luego, con una voz calmada y casi dulce, dijo: "Solo quería asegurarme de que estabas bien. No quería asustarte."
Lárgate!" gritó Claudia, sintiendo una mezcla de miedo y furia. "¡Vete ahora o llamaré a la policía!"
Xochitl retrocedió, pero antes de desaparecer en la oscuridad, murmuró: "No tienes que tener miedo de mí, Claudia. Solo quiero protegerte."
Claudia cerró la ventana con fuerza y corrió a buscar su teléfono. Marcó el número de la policía, sus manos temblando. Mientras esperaba que contestaran, un pensamiento aterrador la golpeó: Xochitl no se detendría. No hasta que la tuviera completamente.
Esa noche, mientras se acurrucaba en su cama, Claudia supo que debía tomar medidas. No podía seguir viviendo con esa sombra acechándola. Debía encontrar una manera de escapar de la obsesión de Xochitl antes de que fuera demasiado tarde.
La mañana siguiente, Claudia despertó con los ojos hinchados por la falta de sueño. La imagen de Xochitl observándola desde el jardín se repetía en su mente, una y otra vez. Sabía que debía hacer algo para protegerse. Después de todo, la policía solo había tomado nota de su denuncia, pero no podían hacer mucho sin pruebas concretas de peligro.
Decidida a tomar acción, Claudia se dirigió a la cafetería donde trabajaba su amiga Laura. Necesitaba consejo y apoyo. Al llegar, el sonido familiar del timbre sobre la puerta la tranquilizó un poco. Laura levantó la vista desde detrás del mostrador y sonrió al verla.
Claudia! Qué bueno verte. ¿Todo bien?" preguntó Laura, notando la preocupación en su rostro.
No realmente," dijo Claudia, mordiéndose el labio. "¿Podemos hablar en privado?"
Claro, dame un minuto," respondió Laura, terminando de atender a un cliente antes de guiar a Claudia a una mesa en una esquina tranquila.
"¿Qué pasa?" preguntó Laura, sentándose frente a ella.
Es Xochitl," empezó Claudia, con la voz temblorosa. "Está... está obsesionada conmigo. Me sigue a todas partes, aparece de repente. Anoche la encontré en mi jardín, observándome."
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El Rostro de la Obsesión
FanfictionEl Rostro de la obsesión es una escalofriante historia de deseo y obsesión, que muestra cómo el amor puede transformarse en una peligrosa fijación.