7. Hazlo Por Tu Cuenta

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Finalmente, el turno había terminado. Jennie se apresuraba a prepararse para irse a casa y descansar en su cama. Sin embargo, no podía dejar de pensar en la propuesta de su compañera de trabajo. Se preguntaba como Lisa lograría convencerla para aceptar esa cita. Cuando Jennie le dijo que fuera creativa, no estaba bromeando. Para ella, el amor es algo muy especial y, por lo tanto, todo relacionado con él también debe serlo. Jennie no aceptaba cualquier cita de la manera más simple; necesitaba emoción, pasión y que la hicieran sentir valiosa. Por eso, quería saber cuán dispuesta estaba Lisa y si sus intenciones eran sinceras o si solo buscaba llevarla de vuelta a la cama.

Sale de los casilleros con una sonrisa en el rostro. Ha sido un buen turno. La exitosa cirugía de Pablo y la creciente amistad con Lisa la hacían sentirse mejor. Sin embargo, no podía dejar de pensar en cómo reaccionará ahora Nam-joon al desobedecer sus órdenes. A veces, ese pensamiento la asustaba, no tanto por ella, sino por Lisa.

Suelta una risita al darse cuenta de que, una vez más, esa rubia de ojos color miel está en su cabeza. Da un largo suspiro y se apoya en la pared mientras espera el ascensor.

— ¡Huy! — exclama Rosé al verla — ¿y esa carita de tontita? — pregunta con una sonrisita.

— ¿Cuál? — responde Jennie, frunciendo el ceño. Las puertas del ascensor se abren.

— Esa misma — dice Rosé, señalándola con una risa.

Jennie se aleja de la pared para ver lo que señala Rosé. Sus ojos brillan al encontrarse con una Lisa que, con una sonrisa tonta, la está mirando.

— Señorita, Jennie — dice Lisa amablemente.

— Señorita, Lalisa — responde Jennie. Las dos chicas suben al ascensor.

— Hola Lis — saluda Rosé, sacudiendo la mano. Lisa sonríe y hace el mismo gesto.

— Hola Rosie — se abrazan brevemente.

— ¿Qué harán las dos? Tengo ganas de ir a comer algo — ofrece Rosé, mirándolas.

— Si quieres puedes ir con Jennie, yo no podré — dice Lisa. Ambas la miran con el ceño fruncido.

— ¿Por qué? — pregunta Jennie. Lisa la mira y sonríe.

— Me pidieron que cubriera unas horas — responde, terminando de anotar algo en unas hojas blancas y guardando el lapicero en el bolsillo.

— ¿A qué horas saldrá? — pregunta Jennie. Lisa suspira.

— Salgo tarde — dice, sin dar más información.

Rosé y Lisa se quedan mirándose fijamente a los ojos. Rosé hace un gesto, preguntándole a Lisa qué esconde. Lisa empieza a responderle con gestos, volviendo la conversación en un intercambio silencioso entre las dos rubias. Jennie frunce el ceño y se gira para mirarlas. Las dos se detienen y la miran, sonriendo.

— No puedo, lo siento — dice Lisa justo cuando las puertas del ascensor se abren — ¿Qué tal si van ustedes dos y se conocen mejor? — añade, mirando a Rosé.

Rosé se queda mirándola con la cabeza ligeramente inclinada y la boca entreabierta. Parpadea varias veces al comprender lo que Lisa quiere decir y asiente.

— Sí, eso — asiente Rosé, luego mira a Jennie — ¿quieres? — Jennie sonríe y encoge los hombros.

— Sí, vamos — responde Jennie. Rosé sonríe.

— Entonces será una cita — a Lisa se le deforma la cara cuando escucha eso.

— De amigas, ¿cierto? — Rosé la mira.

Enferma De Amor (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora