11 . Los Nuevos

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Se revuelve en la cama, fastidiada por el rayo de sol que insiste en acariciar su rostro. Con un movimiento lento, se da la vuelta, abrazando la almohada en busca de un poco más de comodidad. De repente, el aroma tentador del tocino impregna el aire, provocando una sonrisa involuntaria en sus labios. Suspira profundamente y, medio dormido, extiende la mano hacia el lado de la cama, buscando a su chica. Frunce el ceño al notar que el lugar a su lado está vacío.

Con esfuerzo, levanta la cabeza y entreabre los ojos, todavía pesados por el sueño. La pereza la invade mientras se sienta en la cama y recorre la habitación con la mirada, que aún no se ha adaptado del todo a la luz del día. La habitación está silenciosa, envolviéndola en una calma inquietante. Finalmente, decide deshacerse de las cobijas que lo envuelven y, con un suspiro de resignación, se levanta de la cama.

Caminó por el pasillo de aquella casa, dirigiéndose al primer piso. La luz matutina apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, indicando que eran poco más de las seis. Sabía que en unos minutos tendría que irse al trabajo para continuar con el caso del señor Han. La pereza pesaba en sus hombros, pero su sentido del deber la impulsaba a seguir adelante, a ayudar a aquel hombre a reunirse con su familia.

El silencio de la casa era una calma acogedora. La casa era grande, pero antigua, con pisos de madera que crujían bajo sus pies y paredes pintadas de un simple verde limón. Lisa conocía bien el amor de Jisoo por las cosas antiguas; su Dodge Charger negro era una prueba clara de ello, así que no le sorprendía que la casa reflejara esa misma estética.

Al llegar al primer piso, el suave murmullo de una canción se deslizó hacia ella. Jennie estaba en la cocina, canturreando mientras cocinaba. La mirada de Lisa se dirigió a Jisoo y Rosé, sentadas en la mesa, absortas en sus actividades. Rosé leía el periódico, como hacía cada mañana, mientras Jisoo reía viendo videos de gatitos y perritos en su teléfono. La escena era extraña para Lisa, no estaba acostumbrada a tanta compañía desde su última relación. Sin embargo, la calidez de la situación le hacía sentir cómoda, ignorando la rareza del momento.

Llevaba una semana quedándose en la casa de Jennie, y todo le resultaba inusualmente normal. Hace unas semanas, estaba sola en su apartamento, ocupada con sus cosas y pasando horas en el trabajo. Ahora, compartía su tiempo con sus amigas y con aquella chica de la que se sentía cada vez más atraída.

Desde que volvieron a sus turnos habituales, Lisa había estado preocupada por no ver a Jennie durante las horas laborales. La idea de pasar tiempo sin ella era una tortura. Afortunadamente, ambas tenían el mismo horario gracias a la llegada de una nueva neurocirujana que se encargaba de los días en que ellas no estaban. Lisa se emocionó al saber que tendría los mismos turnos que Jennie, lo que les permitiría pasar más tiempo juntas sin descuidar su trabajo, obviamente.

Las citas entre ellas se volvieron comunes, así como pasar la noche juntas. Las cosas entre Lisa y Jennie estaban mejorando rápidamente, algo que a Lisa no le molestaba en absoluto. Cuanto más tiempo pasaba junto a Jennie, más crecían sus sentimientos. La química entre ellas era palpable y la tensión aumentaba cada día, algo que ambas disfrutaban, aunque Jennie a veces se sentía asustada. Afortunadamente, tenían una buena comunicación y podían hablar abiertamente sobre sus sentimientos. Lisa prometió ir más despacio, pero para Jennie, despertar junto a Lisa era perfecto, lo que hacía difícil frenar.

Las dos son conscientes de que cada segundo juntas fortalece sus sentimientos. Ninguna había sentido algo así antes. Estaban explorando un territorio desconocido, pero les gustaba la emoción de lo nuevo. Sin embargo, ambas temían salir lastimadas. Las cosas con el señor Kim estaban algo tensas. Desde que se enteró de la posible relación entre su mejor neurocirujana y su hija menor, Lisa descubrió cuán sobreprotector era con Jennie. Las advertencias se habían convertido en una rutina diaria. Lisa comprendía que estaba tratando con algo muy valioso, y se esforzaba por tratar a Jennie con el cuidado y respeto que merecía.

Enferma De Amor (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora