La lluvia todavía repiquetea inquieta contra el cristal del ventanal de aquella inmensa habitación en la que se encuentra recluido. Los truenos lejanos acompañan el agua y las luces producidas por los rayos son la única fuente de luz.
Nam-joon había intentado abrir la puerta y también la ventana. Esculcó en los cajones de los diferentes muebles y abrió los compartimentos del enorme armario en busca de literalmente lo que fuera que pudiera ayudarlo a vencer la cerradura, pero todo lo que halló fueron toallas y diferentes prendas de vestir; camisas en su mayoría, parecidas a la que se había visto forzado a llevar encima, al igual que los pantalones. En el baño de la alcoba tampoco encontró nada útil, solo lo justo y necesario para su higiene personal: un cepillo para el cabello y otro para los dientes, jabón líquido para las manos y uno en barra apartado en un extremo. Rollos de papel sanitario, champú, acondicionador, diferentes ungüentos y sales minerales. Nada servía, ¡nada!
Pateó la puerta del baño con enfado, sin importarle que su pie le doliera pues, como todas las puertas al parecer, estaba hecha de un material duro y pesado. Sin detener su cólera ahí, agarró una mesita y la arrojó contra la pared. Gruñó, sintiéndose impotente, se llevó las manos a la cabeza y caminó hasta la cama, desplomándose sobre ella, agobiado de solo recordar su último intercambio verbal con ese vampiro demente:
―Come, Nam-joon, por favor ―dijo, acercándole el plato con el emparedado que su aparente sirvienta, Tzuyu, le había preparado, junto a un vaso de jugo.
―No quiero comer, ¡quiero irme! Déjame... por favor.
Su voz era suave y gentil, y su rostro evocaba una sensación que ante cualquiera se vería enternecedora. Pero para Seok-jin era una inyección de endorfina en su estado más puro directo a sus malditas venas. Pasó saliva y relamió con discreción sus labios.
―Ya te dije que eso no es...
―¡No me importa qué clase de maldito proyecto de ciencias tengas en mente! ¡No estoy dispuesto a participar en tu mierda!
Nam-joon miró a los ojos a ese hombre, bajó las pupilas un instante hacia la comida y, furibundo, dio un manotazo que llevó el plato al piso, partiéndolo en pedazos, y desparramó el pan con su contenido por todo el piso. Seok-jin se quedó con los ojos tiesos por unos segundos. ¿Cómo debería reaccionar? ¿Debía alzar la voz? ¿Abofetearlo por su insolencia? Esa última opción llenaba sus manos de un hormigueo inquietante, pero no, ponerse brusco tan pronto no generaría un efecto favorable y las cosas se pondrían más difíciles. Además, el ritmo cardiaco de ese pobre chico se había ido a las nubes en cuestión de segundos, si le gritaba o lo golpeaba, solo conseguiría alterarlo más, y también... se le podría pasar la mano y lastimarlo gravemente. Se conformó con llamar a Tzuyu por medio de su pequeño dispositivo, el cual generaba una luz roja en la pulsera de la muchacha, indicándole que debía acudir donde él estuviera.
Minutos más tarde, la susodicha tocó a la puerta y Seok-jin le cedió el paso. Estaba muy agitada por haber circulado con prisa. La luz indicaba que su presencia era requerida, pero no tenía modo de saber dónde, por lo que muchas veces ella tenía que recorrer la mansión hasta encontrar al vampiro. Sabía que si no le gritaba, no era urgente y no le reprocharía su tardanza, pero eso no lo hacía menos agotador.
―Tzuyu, cielo, ven aquí y limpia este desastre que Nam-joon... ―Lo miró a los ojos con reproche―, ocasionó.
La chica acató de inmediato. Se agachó frente a los pedazos de cerámica y comida para empezar a juntarlos. Seok-jin dejó la comodidad de la cama y se inclinó al lado de la chica, arrimando su rostro al de ella, intimidándola. Nam-joon pasó saliva con temor.
ESTÁS LEYENDO
Loveless (+21) [JinNam]
Fiksi PenggemarHabía una vez un apuesto vampiro que se enamoró perdidamente de un joven músico. Pero a la hora de revelarle sus más profundos e intensos sentimientos el músico lo rechazó, y el apuesto vampiro... no lo toleró. Esta historia contiene material muy se...