Capítulo 1: Mi admiración

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El amor... Tan poderoso, tan frágil... tan letal. Todos percibimos, recibimos y aceptamos el amor de diversas maneras, muy diferentes unas de otras, porque todos nosotros somos diferentes. Si tan solo supieran cuán disímil soy a todos los demás. Y no lo digo como una auto felación colmada de un sentimiento de superioridad, es una realidad, mi realidad.

Puedo decir sin vacilar que es amor lo que siento por este individuo, de una manera muy superficial. Sin embargo, si decido hondar más en ello, la conclusión a la que llego comienza a preocuparme. ¿Acaso no es la naturaleza de los mortales sucumbir a sus propios deseos más oscuros?

Oh santo infierno, aquí viene. Es el bajista de su banda de cinco miembros. Tocan jazz, blues, rap y rock. Él, además de manipular de manera excelsa su instrumento, canta los coros, aunque en ocasiones obtiene el micrófono en el centro, siendo la voz principal. Esa voz... clara y a la vez salvaje; masculina, profunda y obscura. ¿Cómo puede algo tan trivial cautivarme de esta manera?, me pregunto a mí mismo cada vez que contemplo su figura iluminada por los focos en el escenario. Una mezcla de deseo y auto condena, una danza macabra en la que mi consciencia se retuerce como las sombras que me abrazan.

Quiero apropiarme de él.

Aunque me entrego múltiples veces a la tentación, no puedo evitar juzgarme en los silencios de la noche. ¿Es esto amor o solo una perversión de mi propia existencia? ¿Me sumo en las tinieblas de mi naturaleza o busco redención en la eternidad que me consume?

Bebo más licor, que hace escozor en mi garganta, pero no me embriago. Rara vez lo consigo.

● ● ●

Otra noche más en la que lo vi de nuevo: levantó hacia atrás un pie y rompió un parlante. Le pasaron un micrófono, pero no solo se le cayó, sino que lo pisó por accidente. Nam-joon es torpe y destruye cosas con facilidad. ¿Qué tan fuerte será? Pero qué pregunto, eso ya lo sé. Lo supe una de las tantas noches que vine a admirarlo en silencio, desde lo más recóndito de las sombras: Había dos individuos de dudosa procedencia molestando a una indefensa damisela. Los músicos brindaban y bebían antes de subir al escenario, pero en cuanto Nam-joon sintió los gritos, no demoró en ir en su ayuda, a diferencia de sus compañeros, de todos. Terminó afuera y, a puño limpio, se deshizo de los dos malvivientes. Yo por supuesto era un espectador en la distancia.

Pude notar su entrega al esfuerzo físico. Una, tal vez dos veces en la semana, en una de esas... ¿instalaciones? Con equipamiento para fortalecer y moldear la masa corporal.

No, no es que lo persiga por toda la ciudad, esto es mera especulación e información que he recolectado del mundo que me rodea. Mi condición, por otra parte, me permite percibir más allá de la piel y adentrarme en la anatomía subyacente. Las contracciones en sus músculos, como hilos de fuerza intrincadamente tejidos, el afloramiento de sus venas rodeando sus nudillos, el fluir de su sangre y el aumento en su adrenalina, entre unas cuantas sustancias más. Me proporciona una comprensión única de la fisiología humana, me hace capaz de distinguir su fortaleza.

La solidez en los impactos fue medida. Bastó con tres golpes para hacerlos correr. Tres simples golpes, pero para mí fueron cincuenta, pudiendo ser cien. Una maravilla en acción. Aunque esto no fue solo observación; se lo atribuyo a mi oficio.

Por detalles como este es que debo bendecir mi condición. Sin mi fuerza y reflejos sobrehumanos, él me tumbaría de un solo golpe si intento acercarme con tintes maliciosos, estoy seguro.

El toque final fue ese bufido gutural que dejó escapar al final, mientras tanteaba sus nudillos. Torpe como lo es, el primer impacto que dio le dolió al no efectuarlo apropiadamente. No esperaba menos, este chico es fuerte, pero no un pugilista.

Loveless (+21) [JinNam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora