CAPÍTULO 13.

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La noche está despejada.

Miré el reloj de mi muñeca una vez más de forma nerviosa. Había salido de casa de Tita no hace mucho tiempo para estar puntual en donde creería yo, me recogería él. Ya he revisado unas veinte veces la calle que ahora está solitaria como un tic nervioso para asegurarme de no ver a nadie sospechoso que pudiera estar planeando secuestrarme. Sé que Tita debe estar mirando hacia donde estoy desde su ventana para asegurarse de que me encuentro bien. A la pobre mujer casi le da un infarto de la emoción al saber que iría a una cita. Al menos de las dos mujeres que tiene que ver cada día, una estaba haciendo lo que ella tanto le pedía a su nieta.

Solía decir que no quería morir sin conocer a sus bisnietos o algo así era lo que me traducía de mala gana Catleya. Tita no sabe demasiado el inglés, pero ha mejorado desde que Vania cumplió la edad suficiente para hablar de forma fluida. Es un encanto esa mujer.

Vuelvo a mirar hacia mis pies. Los tacones plateados con correas llenas de pedrería que se envolvían hasta mis pantorrillas comenzaban a parecerme demasiado excesivos en estos momentos y el vestido rojo, aunque era de un estilo recatado y sobrio, no ayudaba demasiado por su color vibrante. Tengo mi abrigo negro sobre mis hombros para cubrirme un poco del frío de la noche, es mi abrigo más nuevo y decente entre todos los que tengo, que de hecho son solo dos. Vania me ha dicho que me veía demasiado bonita y eso me ha dado algo de confianza, pero aun así siento que el vestido no luce tan bien en mí o que tal vez debí recogerme el cabello en lugar de dejarlo suelto con solo un pasador plateado.

El vestido era ajustado y de escote recto en la parte del busto hasta la cintura, agradecía incluso no tener demasiado pecho porque muy probablemente si fuera así, el vestido no me habría cerrado en la parte de atrás y no tenía algo más que vestir. Luego cae de forma ligera hasta debajo de las rodillas y el material se siente demasiado suave al tacto. Me gusta, pero me preocupa un poco la realidad de tener que caminar de forma decente con un tacón de siete centímetros a los que no estoy acostumbrada. Solo espero no avergonzarme esta noche.

Era hipócrita de mi parte temer por la posible aparición de algún hombre extraño dispuesto a secuestrarme y quién sabe hacer qué cantidad de cosas conmigo, cuando me encuentro algo emocionada por ver a un hombre que, efectivamente, también es un completo extraño. Lo único que conozco de él son las cicatrices de su bello rostro, sus ojos de azul profundo y su imponente figura que me pone más que nerviosa. No sé nada de él, ni las razones por las que lleva guantes si realmente existe una razón en específica para llevarlos y mucho menos sé su nombre. No se me ha ocurrido ni siquiera una idea sobre cuál podría ser. Sin duda tiene que ser uno muy ruso.

¿Nikolay? No suena a él.

¿Yakov? Siento que le falta clase para ser su nombre.

¿Igor? Probablemente sería más factible que así se llamara su chofer.

Y estaba demasiado perdida fantaseando con el hombre como para investigar en internet nombres rusos que pudieran ir bien con él. No tenía nada, ni siquiera una minúscula pista de quién podría ser porque del hombre no hay nada, ni siquiera en internet. Porque sí, lo busqué por su descripción física y estuvo muy lejos de aparecer en los resultados de búsqueda.

¿Quién podía ser? Si voy a descubrirlo hoy, espero no tener que desechar la idea de tener algo con él por la posibilidad de que no sea lo que yo espero.

¿Pero qué espero yo de él o de quién sea él? No lo sé, en realidad, solo espero continuar sintiendo esta emoción burbujeante que me provoca el pensar en él.

Mi falta de experiencia se reflejaba incluso en mis pensamientos. Suelto un suspiro y mi vista viaja hacia la luz de lo que creo es un auto que se acerca por mi izquierda. Los latidos de mi corazón se disparan y espero hasta que la gran camioneta negra pare directo frente a mí.

Vasily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora