CAPÍTULO 6.

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Ni todos los minutos del mundo habrían podido prepararme para lo que tendría que enfrentar del otro lado de lo que sería mi nueva zona de descanso en el trabajo. Incluso a pesar del pequeño ataque de pánico que tuve después de escuchar las palabras de Catleya, tuve que recomponerme rápidamente porque estaba a muy poco de comenzar la jornada laboral y aún debía recibir inducción.

Al principio no quise ponerme aquellas prendas, pero terminé haciéndolo entre los gritos de Catleya pidiéndome que moviera el culo de una vez, y que dejara de pensar en ese tema. Simplemente era imposible dejar de hacerlo.

Ahora tenía una nueva tarjeta con la cual tener pesadillas durante las noches y esta tenía mi nombre escrito en una elegante caligrafía, a mano. Nunca nadie había escrito mi nombre de forma tan bella y aterradora a la vez. Simplemente no me daba buena espina lo que estaba sucediendo y comenzaba a preguntarme sobre qué pasaría después, una vez las tarjetas terminen de decir lo que tienen que decir para mí.

No quería que ese momento llegara.

Cuando llegué a la parte de afuera, donde sería mi nuevo lugar de trabajo ahora sí, un jadeo lleno de sorpresa llenó mis pulmones. El lugar era simplemente mucho más de lo que yo habría imaginado, con un techo tan alto que abarcaba los tres pisos de lo que era el lugar. Había enormes balcones en los pisos de arriba y lo que puedo suponer son habitaciones con vidrios polarizados. En la zona del primer piso (donde estaría yo llevando las bebidas) se encontraba una enorme pista de baile en todo el centro del lugar y cuando digo enorme, digo realmente enorme. A unos metros está la zona en donde se sirven los tragos, con sillas altas y elegantes acomodadas en una larga hilera que deja ver todo muy organizado. La luz es tenue, no tiene ese ambiente de discoteca, pero estoy segura de que eso podría cambiar en cualquier momento porque hay luces por todo el lugar que aún no están encendidas. En los parlantes puedo escuchar una tenue melodía de Jazz con la maravillosa voz de Nina Simone haciéndonos compañía a las personas que nos encontrábamos en el lugar organizando todo para nuestro turno.

—Muy bien, ya puedes cerrar la boca —la mano de Catleya en mi mentón hizo justo eso, cerrarme la boca.

—Esto es enorme —doy un giro sobre mi propio lugar para ver todo el lugar, aún maravillada y asustada.

—Lo es.

—¿Y yo sirvo solo el primer piso? —ella asiente —¿Sola?

—No, Frida tomará algunos de los asientos de esta parte también.

—¿No tendré problemas con ella? —Catleya hace una mueca.

—Mientras no choques con ella, todo irá bien —asiento —Tiene un genio un poco pesado, pero no es mala persona.

Después de decir eso me guio hacia la barra, una enorme y larga barra de madera oscura. El lugar tiene esos toques de bar de los cuarenta y moderno, con estanterías oscuras y con toques dorados. Las paredes de las esquinas estaban llenas de botellas que no sabría decir de qué son exactamente porque no soy conocedora. Solo puedo decir que se ve imponente y ridículamente caro, eso me quedaba claro. Del otro lado de la barra hay un tipo enorme, vestido con un traje sin saco y con tatuajes que recorrían toda su piel. Es guapo, sin duda algo madurito para que yo pueda considerarlo atractivo, y es calvo. Intimidante. Cuando Catleya me presentó, el tipo solo dijo su nombre con un acento totalmente ruso.

Artem —fue lo único que dijo después de que le dijera mi nombre y me ofreciera una sonrisa de cortesía antes de seguir con lo suyo, limpiando copas que ya brillaban más de lo que vi brillar una de esas.

—No es muy sociable —murmuró Catleya a mi lado —Solo habla ruso, pero puede entender lo que le dices —otra cosa que me sorprendió.

Cuando terminó de presentarme a todo el mundo, incluso a los guardias que estaban por todo el lugar totalmente rígidos como si fueran gárgolas vigilantes, Catleya comenzó a explicarme lo que tenía que hacer.

Vasily.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora