VASILY
Hace 4 años.
Entro a la habitación escasamente iluminada. El único sonido que se escucha dentro es de las lámparas tubulares que de forma pobre generan algo de luz y crepitan a la espera de fallar. No me importa, tampoco era muy necesario mantener la iluminación de forma correcta en el lugar. La habitación ciertamente era un desastre. El suelo aún conservaba viejas manchas de sangre y el ambiente nocivo se adhiere a mis pulmones, con el olor fuerte de la humedad y la muerte. Debo pedir que limpien mejor el lugar o se volverá inservible a este paso.
Tomo una silla y la pongo de cara al hombre de cabello canoso que ya se encuentra sentado en la habitación. Sus ojos están cubiertos y le ordeno a uno de mis hombres que le retiren la venda para ver de cara al tipo que tuvo la grandiosa idea de perder mi dinero.
—¡Yo no hice nada! —su respiración es agitada y su rostro está lleno de pánico cuando me ve. Miro a sus pies cuando el sonido de gotas cayendo sobre el suelo llaman mi atención.
Una risa llena de burla surge de mi garganta y me inclino hacia él—. Eres un bastardo asqueroso, Iván. Aún no he comenzado contigo y ya te hiciste en los pantalones, ¿qué diría tu mujer si te viera así?
—Por favor... —suplica y sus lágrimas me sacan una mueca de los labios.
El bastardo tenía el descaro de tomar mi dinero y ahora lloraba por lo que ya había hecho. Nunca me voy a cansar del descaro que tienen las personas. Guardo silencio, esperando escuchar sus excusas patéticas.
—¿Esto es por el dinero? Les juro que no sé dónde se metió ese hombre, pero ya tengo algunos matones buscándolo —suelta sus palabras de forma rápida mientras trata de contener sus sollozos y me ve de forma suplicante.
Paso por mi mentón una de mis manos enguantadas fingiendo pensar su situación. El hombre tenía años trabajando para el antiguo Pakhan y yo había decidido continuar con sus servicios después de tomar el puesto por lo molesto que es encontrar un nuevo banquero que se adhiera correctamente a nuestras reglas. Me había equivocado con él, lamentablemente.
—Sabes que no me gusta equivocarme, Iván —niego con mi cabeza—. Y contigo ya me equivoqué una vez. Lamentablemente para ti, no habrá una segunda oportunidad, eso debiste tenerlo claro cuando tomaste mi dinero sin informarme antes.
—¡Puedo explicarlo! —suplica y deja salir sus sollozos. Era más soportable verlo cuando los contenía.
—¿Qué vas a explicar? ¿Qué tomaste trescientos millones de nuestras cuentas y los usaste para hacer tratos con los italianos a nuestras espaldas? ¿o que dejaste escapar a una rata con dos millones?
—¿Esto... no es por ese italiano? —dice entre hipidos, su rostro lleno de sorpresa como si no se esperaba que supiéramos de lo que estaba haciendo y eso me hizo suspirar de cansancio.
Era mucho más estúpido de lo que esperaba.
—Perder dos millones es como perder un palillo para los dientes, hombre —chasqueo la lengua con fastidio—. Aquí lo que importa es lo que hiciste tú con mi dinero, ahora dime, ¿cómo piensas recuperarlo?
—Yo... Yo... —no tiene nada para decir.
—Pavel —le hablo a mi mano derecha—. Encárgate de él, no nos sirve ahora —me levanto de la silla y él me da un asentimiento.
Hombre de pocas palabras.
—¡Espere! —me detengo—. El hombre... ese hombre tiene una hija, firmó un documento en el que la entregaría como garantía en caso de no poder devolver lo que sacó del casino.
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Vasily.
RomanceCalíope estaba llena de sueños rotos por el destino, un destino que la llevó a enfrentarse al cruel mundo sin una guía adecuada que pudiera explicarle que el sufrimiento, hacía parte de todo. Perdiendo a su madre a la edad de 17 años y haciéndose ca...