XV

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Honolulu tiembla.

Danny sonrió entre sueños al sentir los besos a lo largo de su cuello, disfrutando de las cosquillas provocadas por la poca barba de Steve. Decidió hacerse el dormido mientras escuchaba cómo Steve hablaba con el bebé en su vientre.

—Buenos días, pequeño. Espero que le des a papá muchos antojos de ensaladas hoy, ¿de acuerdo? —susurró Steve, riendo suavemente.

Danny no pudo contener la risa al escuchar eso y abrió los ojos. —¿Ensaladas, en serio? ¿Estás tratando de sabotear mis antojos?

Steve se echó a reír, besándolo en los labios. —Buenos días, amor. Solo intento que comas algo saludable por una vez.

Danny le devolvió el beso, disfrutando del momento. —Buenos días. No puedo prometerte nada, pero puedo intentarlo.

Steve acarició la curva del vientre de Danny, maravillado por el embarazo de siete meses. —Eres increíble, ¿sabes? Estoy tan feliz de estar aquí contigo.

Danny miró a Steve con felicidad, su corazón lleno de amor. —Y yo estoy feliz de que estés aquí. Lo siento por todas las peleas que hemos tenido últimamente. La distancia, las hormonas... ha sido difícil.

Steve negó con la cabeza, acariciando la mejilla de Danny. —No tienes que disculparte. Sé que ha sido complicado, y sé que hago esto por mi patria, pero también sé que te he pedido mucho. Y lo agradezco más de lo que puedes imaginar.

Danny se sintió aliviado por la comprensión de Steve. —Gracias por entender. A veces, solo necesito que estés aquí, y hoy lo estás. Eso es todo lo que importa.

Steve sonrió y le dio un beso suave. —Siempre estaré aquí para ti, Danny. En los buenos y en los malos momentos. Estamos juntos en esto.

Danny asintió, sintiéndose más cercano a Steve que nunca. —Te amo, Steve. Gracias por ser mi roca.

—Te amo, Danny. Y gracias a ti por ser mi fuerza y mi hogar —respondió Steve, con una mirada llena de ternura.

Los dos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la paz y la conexión entre ellos. Steve acarició el vientre de Danny nuevamente, sintiendo al bebé moverse ligeramente bajo su mano.

—¿Sabes? No puedo esperar para conocer a este pequeño —dijo Steve, su voz llena de emoción.

Danny sonrió, acariciando la mano de Steve sobre su vientre. —Yo tampoco. Va a ser increíble tenerlo aquí con nosotros. Y sé que serás el mejor papá.

—Y tú serás el mejor papá también —respondió Steve, besando a Danny una vez más.

Los dos se quedaron acurrucados, disfrutando de la tranquilidad de la mañana y de la compañía mutua. Sabían que aún había desafíos por delante, pero también sabían que juntos podían enfrentarlo todo. Mientras se besaban y coqueteaban suavemente, se sintieron más fuertes y unidos que nunca, listos para cualquier cosa que el futuro les deparara.

Embarazo McGarretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora