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Tiembla Honolulu.

Danny se echó en la cama, con su prominente vientre de ocho meses. Él medía 1.65, casi 1.70, mientras que Steve llegaba al 1.80. Según Deb, la tía de Steve, tanto él como su hermana Mary fueron bebés grandes, pesando más de lo que un bebé usualmente pesa. Danny sabía que un parto natural estaba fuera de la mesa; seguramente tendría una cesárea. Aun así, las contracciones... Dios, ni siquiera quería imaginarse el dolor. ¿Acaso el peso del bebé alteraba eso?

Observó su vientre, enorme. Obviamente, sería un bebé grande. Mientras Danny se atormentaba con esos pensamientos, Steve salió del baño, solo con unos pantalones puestos y secándose la cabeza con una toalla pequeña. Miró a Danny, extrañado por la expresión en su rostro.

"Danno, ¿todo bien?" Steve lo llamó por su apodo cariñoso.

Danny volteó a verlo y se topó con el perfecto abdomen de Steve. Sintió una mezcla de atracción y odio. A pesar de que nunca le importó mucho su figura, Danny solía entrenar para tener musculatura. De joven vivía en el gimnasio para ganar músculos y definir sus abdominales, intentando llamar la atención de chicas. Pero esos esfuerzos se habían ido en vano ahora; se había embarazado de Steve, de ese SEAL malnacido con cuerpo de Adonis.

"¿En qué piensas?" preguntó Steve, sentándose al lado de Danny en la cama.

Danny suspiró. "En lo injusto que es todo esto. Mírame, Steve. Estoy enorme. Este bebé va a ser grande, como tú. Y yo... bueno, estoy lejos de mi mejor forma."

Steve sonrió con ternura, dejando la toalla a un lado. "Danno, estás hermoso. Eres hermoso."

"Sí, claro, muy hermoso con este vientre que parece una pelota de playa," replicó Danny con sarcasmo, aunque su tono mostraba más inseguridad que humor.

Steve acarició el vientre de Danny, sintiendo al bebé moverse ligeramente bajo su mano. "Estás llevando a nuestro hijo, Danny. Eso es lo más hermoso y valiente que alguien puede hacer. No me importa cómo te veas, te amo por lo que eres y por lo que haces por nosotros."

Danny sintió una oleada de emociones, sus ojos se llenaron de lágrimas. "¿Y si no soy suficiente? ¿Y si no puedo...?"

Steve lo interrumpió, inclinándose para besar suavemente sus labios. "Eres suficiente. Siempre has sido suficiente. Vamos a superar esto juntos, como siempre lo hemos hecho."

Danny respiró profundamente, dejando que las palabras de Steve lo calmaran. "Lo sé. Solo... a veces es difícil."

"Lo sé, Danno. Pero estamos en esto juntos," dijo Steve, abrazándolo con fuerza. "Y cuando nuestro hijo nazca, vamos a ser la mejor familia que podamos ser."

Danny sonrió débilmente, asintiendo. "Tienes razón. Siempre tienes razón, maldita sea."

Steve rió suavemente, acariciando el cabello de Danny. "Lo sé. Es una maldición."

Se quedaron así, abrazados en la cama, sintiendo la calidez del otro. Danny dejó que la seguridad de Steve lo envolviera, permitiéndose relajarse por primera vez en mucho tiempo. A pesar de las inseguridades y miedos, sabía que con Steve a su lado, podría enfrentar cualquier cosa.

"Mañana," murmuró Danny, "vamos a la playa. No porque me guste, sino porque tú lo haces."

Steve sonrió, besando su frente. "Mañana iremos a la playa. Gracias, Danno."

Danny cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio y el amor que sentía por Steve. Sabía que, pase lo que pase, siempre tendrían el uno al otro, y eso era todo lo que necesitaba para enfrentar cualquier obstáculo.

Con el bebé moviéndose ligeramente en su vientre y Steve a su lado, Danny se quedó dormido, sabiendo que el futuro, aunque incierto, sería enfrentado con amor y coraje.

El día en la playa llegó, y Danny se encontraba con una camisa abierta y un short, mientras que Steve cargaba las toallas y otras cosas. Como de costumbre, Danny se quejaba, y Steve no podía evitar reírse de los comentarios de su esposo. Pasaron la mañana en la playa, aunque Danny, siendo siempre reacio, se negó a entrar al agua. Hubo un ligero desacuerdo con un isleño que veía a Danny como un haole, alguien que no respetaba mucho las tradiciones locales. Steve, como siempre, se mantuvo al margen en esa situación.

Mientras Steve disfrutaba del mar, Danny se dirigió a un puesto de bebidas, sin darse cuenta de que dos mujeres hermosas lo observaban. Cuando se acercaron a entablar conversación, más bien coqueteo, Danny, distraído, se dio la vuelta revelando su vientre de ocho meses. Las mujeres se disculparon y se alejaron rápidamente. Danny suspiró, era evidente que generalmente las mujeres no estaban interesadas en hombres gestantes.

Cuando Danny volvió donde su esposo, Steve estaba rodeado tanto por hombres con la capacidad de gastar como por mujeres. Era fácil identificarlos, esos hombres eran delgados, delicados, sin vello facial, afeminados y por algún motivo extraño usaban maquillajes exagerados. Danny elevó una ceja y se burló.

"Vaya, veo que estás bastante ocupado, Comandante," dijo Danny con un tono sarcástico.

Steve levantó la vista y, al ver a Danny, empujó a uno de los hombres para ir directamente hacia él y abrazarlo. "Ah, Danno, no sabes cuánto te extrañé en estos cinco minutos," dijo Steve con una sonrisa, besando la frente de Danny.

Danny sonrió y sacudió la cabeza. "Sí, sí, claro. Parece que tu club de fans ha crecido desde la última vez que miré."

Steve se rió y rodeó a Danny con un brazo. "Bueno, tengo que admitir que el único que realmente me interesa es el que se queja constantemente y me mantiene en línea."

Danny se apoyó en Steve, disfrutando del momento. "Oh, vaya, qué honor," dijo con sarcasmo, aunque sus ojos brillaban de afecto.

Steve lo miró con ternura y besó su mejilla. "Es un honor para mí, Danno. Vamos, ¿quieres dar un paseo?"

Danny asintió y comenzaron a caminar por la playa, alejándose de la multitud. Mientras caminaban, Danny se dio cuenta de que a pesar de sus quejas y preocupaciones, momentos como estos eran los que realmente importaban. Con Steve a su lado, sabía que podían enfrentar cualquier cosa.

"Sabes," dijo Danny, rompiendo el silencio, "a veces me pregunto cómo llegamos hasta aquí."

Steve lo miró curioso. "¿A qué te refieres?"

Danny se detuvo y miró a Steve a los ojos. "A todo esto. Nosotros, este bebé, nuestra vida juntos. Es una locura, ¿no crees?"

Steve sonrió y apretó la mano de Danny. "Sí, es una locura. Pero es nuestra locura. Y no la cambiaría por nada."

Danny sonrió y se inclinó para besar a Steve. "Yo tampoco, Comandante. Yo tampoco."

Continuaron caminando, disfrutando del sol y de la compañía mutua, sabiendo que aunque el futuro era incierto, siempre tendrían el uno al otro para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Embarazo McGarretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora