🖤🕸️ 𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫-𝐦𝐚𝐧: 𝐻𝑒 𝐹𝑒𝑒𝓁𝓈 𝐿𝒾𝓀𝑒 𝐻𝑜𝓂𝑒 🕸️🖤 Peter Parker x Male OC / Male Reader

32- Cuatro boletos a la libertad.

Todos entraron apresuradamente en el auto de Quetzal y escaparon del lugar con los corazones latiendo a mil por hora. MJ y Ned seguían muy nerviosos, sus mentes llenas de preguntas que se amontonaban una sobre otra.

"¿Qué demonios acaba de pasar?" exclamó Ned, su voz temblando. "¿Quiénes eran esos tipos?"

Giovanni, sentado en el asiento del copiloto, miró por el retrovisor y les aseguró, "Es mejor que no sepan nada. Por su seguridad."

MJ no estaba convencida. "¿Y cómo se supone que vamos a estar seguros sin saber qué está pasando?"

Giovanni suspiró, sabiendo que no podría calmar completamente sus miedos pero insistió, "Confíen en nosotros, por favor. Si ven algo anormal, llamen de inmediato."

Llegaron a las casas de MJ y Ned, dejándolos con instrucciones claras. "Llamen si ven cualquier cosa fuera de lo normal," repitió Quetzal con tono firme. "No importa lo que sea."

Después de asegurarse de que sus amigos estaban a salvo, tomaron rumbo a la casa de Peter. Peter estaba muy preocupado por su tía. El trayecto estuvo cargado de una tensión silenciosa hasta que Peter rompió el silencio, intentando entender lo que había ocurrido.

"Esos atacantes... sus uniformes eran idénticos al del enmascarado que me guiaba a las pistas," dijo Peter, reflejando preocupación y curiosidad. "¿Eran concubinos?"

Quetzal asintió con expresión grave. "Sí, lo eran."

"¿Por qué está el harem detrás de nosotros?" preguntó Peter, cargado de desesperación. Necesitaba respuestas.

Giovanni, sabiendo que ya no lo podía ocultar más, explicó, "El harem también está detrás de las armas que SHIELD investiga. Y debo confesarte algo, Peter... yo fui el enmascarado que te ayudaba."

Peter se quedó en silencio por un momento, procesando la complejidad de la situación. Antes de que pudiera decir algo, Quetzal intervino, mirando a Giovanni. "¿Notaste que los concubinos que nos atacaron eran novatos?"

Giovanni asintió lentamente, entendiendo a dónde iba Quetzal.

Quetzal se volvió hacia Peter soltando el volante y explicó, "Cada vez que hay un desertor, el Harem deja ir a cualquiera a buscarlo. Si logran eliminarlo, ganan su libertad. Yo escapé junto con mis hermanos, así que ahora hay cuatro boletos de salida." Giovanni, acostumbrado a las distracciones de Quetzal, volteo los ojos y tomó rápidamente el volante.

Peter asimiló la información con su mente trabajando a toda velocidad. "Así que... nos están cazando por su libertad," dijo, más para sí mismo que para los demás.

"Exactamente," confirmó Quetzal. "Y no se detendrán ante nada para obtenerlo."

El auto llegó a la casa de Peter. Peter salió apresurado, corriendo hacia la puerta y llamando a su tía May. Para su alivio, ella estaba bien, aunque preocupada por el estado de su sobrino.

"Peter, ¿qué pasó? ¿Estás bien?" preguntó May con voz de preocupación.

Peter la abrazó fuertemente. "Estoy bien, tía May. Solo... tuvimos un día complicado."

Después de asegurarse de que todo estaba en orden, Peter y sus amigos se sentaron en la sala. Quetzal y Giovanni continuaron explicando más detalles sobre el harem y las implicaciones de su fuga.

"Tenemos que resolver esto," dijo Peter finalmente con voz firme. "No podemos seguir huyendo. Tenemos que detenerlos."

Quetzal asintió con determinación reflejada en sus ojos. "Lo haremos, Peter. Pero debemos ser cuidadosos. Esto no será fácil."

Giovanni se unió a la conversación. "Debemos pensar. No solo se trata de pelear, sino de ser más inteligentes."

Peter, Quetzal y Giovanni estaban sentados en las escaleras de incendios del edificio, el aire de la tarde les proporcionaba un breve respiro del caos que los rodeaba. El zumbido de la ciudad se mezclaba con susurros mientras Giovanni comenzaba a hablar, rompiendo el silencio tenso.

"He estado recibiendo mensajes de Bastian y Louis," dijo Giovanni con voz baja y seria. "Les di nuestra ubicación y están tratando de llegar aquí."

Peter, sentado en el borde del escalón, frunció el ceño preocupado. "¿Y qué pasará con nuestra misión en SHIELD? No podemos simplemente dejarlo todo."

Quetzal, con una mirada cansada pero decidida, lo miró a los ojos. "Peter, olvídate de SHIELD por ahora. Los demás agentes se encargarán de eso. Lo importante ahora es hacer un plan para escapar."

Peter exhaló profundamente, sabiendo que Quetzal tenía razón pero sintiéndose impotente ante la idea de abandonar la misión. "Has estado tratando de mantenerme fuera de los asuntos del Harem, ¿verdad?" preguntó, aunque ya conocía la respuesta.

Quetzal asintió, su expresión estaba llena de culpa y protección. "Sí, Peter. Quería mantenerte a salvo, pero ya es tarde. Te han involucrado a ti, a tus amigos y posiblemente a tu tía. No quería que esto te alcanzara."

Peter miró a Giovanni y luego a Quetzal, sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y determinación. "Ya es tarde para salir de esto," dijo con firmeza. "No puedo dejar que nada malo les pase a mis amigos o a mi tía y no voy a abandonarlos."

Giovanni, escuchando la convicción en la voz de Peter, añadió, "Entonces necesitamos un plan sólido. Bastian y Louis llegarán pronto, y con ellos, tendremos una mejor oportunidad de enfrentarnos al Harem. Pero primero, debemos asegurarnos de que tus amigos y tu tía estén a salvo."

Quetzal asintió, trazando mentalmente los próximos pasos. "Podemos movernos a uno de los refugios temporales que usamos cuando escapamos del Harem. Están bien escondidos y deberían darnos tiempo para planear nuestros siguientes movimientos."

Peter miró a Quetzal con preocupación. "¿Cuánto tiempo crees que tenemos antes de que nos encuentren aquí?"

Quetzal suspiró con la incertidumbre pesando sobre él. "No mucho, tal vez días, horas, puede que minutos. Depende de cuán rápido se den cuenta de dónde estamos. Pero llegarán"

El grupo se quedó en silencio por un momento, cada uno perdido en sus pensamientos. La gravedad de su situación era abrumadora, pero la determinación de proteger a sus seres queridos era aún más fuerte.

"Vamos a salir de esto," dijo Peter finalmente, rompiendo el silencio con una convicción renovada.

Quetzal y Giovanni asintieron, y en sus rostros se reflejaba la misma determinación. Estarían listos para enfrentar lo que sus captores enviaran. Con sus hermanos acercándose y un plan comenzando a formarse, sabían que la batalla aún no estaba perdida.