37- No seré solo un recuerdo.

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Peter no había podido dormir. La misma sensación que hacía que su mente se derrumbara era la que lo mantenía despierto. Deseaba ver de nuevo a aquella mujer, la única que había mostrado algo de consuelo, para poder sentirse un poco tranquilo. Los enfermeros volvieron a entrar en la habitación. Sin decir una palabra, lo sujetaron y se lo llevaron. Sus manos firmes y frías le recordaban la crueldad que había experimentado.

Muy lejos de ahí, conduciendo a toda velocidad, estaban Giovanni y Quetzal, en camino a la ubicación recibida. La ruta estaba llena de incertidumbre. Para evitar algún imprevisto, cada vez que llegaban a la ubicación indicada, esta cambiaba. Giovanni y Quetzal conocían esta estrategia; sabían que no se trataba de una trampa, sino de un método para despistarlos. Sin embargo, habían recorrido bastante camino, dejando la ciudad muy atrás.

Quetzal no sabía qué hacer. Se sentía impotente e inseguro. Los pensamientos de lo que podría sucederle a Peter lo atormentaban. ¿Qué le diría a la tía May si algo le llegara a pasar a Peter? La desesperación y el miedo lo consumían, pero trataba de mantenerse enfocado.

Finalmente, llegaron a una ubicación que no cambió más. Bajaron del auto y esperaron. Pasaron varios minutos sin señales de otras personas. Giovanni notó lo ansioso que estaba Quetzal y trató de tranquilizarlo. "Tranquilo, Quetzal. Tú chico es fuerte," dijo Giovanni, tratando de no sonar angustiado.

A lo lejos, vieron un convoy que se acercaba en su dirección. El ruido de los motores y el polvo levantado por las ruedas anunciaban su llegada. De aquellos autos bajaron por lo menos una docena de concubinos experimentados, y Malek.

Giovanni y Quetzal sabían que no se trataría de un simple intercambio. No había forma de que el Harem los dejara ir tan fácilmente. Los concubinos, todos bien entrenados y preparados para la batalla, rodearon el área, asegurándose de que no hubiera escapatoria. Malek se adelantó unos pasos con mirada fría.

"Perséfone, Alfa," saludó Malek, con una sonrisa siniestra. "Veo que decidieron venir."

"Tú," espetó Quetzal con su voz cargada de odio.

Giovanni y Quetzal no esperaban ver a Malek. Cuando Quetzal vio su rostro y aquella cicatriz, los recuerdos lo invadieron. Aquella marca, un recordatorio de una pelea pasada, había sido causada por Quetzal mismo. La ira y el rencor resurgieron con fuerza. Sin poder contenerse, Quetzal dio un paso adelante y señaló en la distancia la cicatriz con un dedo tembloroso de rabia.

"Esa cicatriz te la hice yo, y si no entregas a Peter, te aseguro que te haré otra." Su amenaza resonó en el aire, clara y mortal, mientras Malek lo miraba con una sonrisa siniestra, disfrutando del sufrimiento y la furia que emanaban de Quetzal.

La tensión creció, y el silencio fue roto por un susurro amenazante de Malek. "Inténtalo, Perséfone. Será tu última acción."

Quetzal apretó los puños y levantó la mirada con los ojos llenos de furia y desesperación. "¿Dónde está Peter?" gritó.

Malek levantó una ceja, divertido por la ira de Quetzal. "Oh, está en buen recaudo. Pero eso depende de ustedes. Entréguense, y él vivirá."

Giovanni dio un paso adelante. "Sabemos que no será tan simple. ¿Qué más quieres?"

Malek hizo un gesto con la mano, y los concubinos se acercaron un poco más. "Solo una cosa más," dijo con voz suave pero amenazante. "Quiero que demuestren su lealtad al Harem. Una última prueba."

Quetzal y Giovanni se miraron, comprendiendo que estaban en una situación desesperada. No había más tiempo para hablar; sabían que tendrían que pelear. Se prepararon, cada músculo en sus cuerpos tenso y listo para el combate.

🖤🕸️ 𝐒𝐩𝐢𝐝𝐞𝐫-𝐦𝐚𝐧: 𝐻𝑒 𝐹𝑒𝑒𝓁𝓈 𝐿𝒾𝓀𝑒 𝐻𝑜𝓂𝑒 🕸️🖤 Peter Parker x Male OC / Male ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora