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Selena fue quien tuvo la idea de tener un perro pero yo quise tener como
mascota una serpiente. Siempre había querido una, le dije un día a
Selena.
—¿Que quieres qué? —preguntó incrédula—. Pero ¿por qué? No
puedes llamar a una serpiente a que venga a sentarse junto a ti, jamás te
lamerá la mejilla ni jugará contigo.
—No sé —admití—. Sólo pienso que sería súper cool.
Selena fue siempre muy condescendiente. Cuando empecé a traer a
casa libros sobre serpientes como mascotas, para saber cuáles eran
mejores que otras y cómo cuidarlas, ella los leía conmigo y aprendía
también. Por último, acordamos conseguir una pitón bola porque son
dóciles y normalmente se enrollan como una bola si se sienten
amenazadas, en lugar de intentar morder. Otra ventaja era que no
crecían más de un metro con sesenta.
Encontramos una tienda de mascotas especializada en mascotas
exóticas. Tenían todo tipo de serpientes y lagartos. Me daba cuenta, al
ver la expresión de Selena mientras examinaba cada rincón de la tienda,
que se esforzaba por dar la impresión de estar tranquila sin dejar de
sentirse nerviosa.
—Está bien —le dije—. Las tienen todas en jaulas y acuarios.
Cuando uno de los vendedores se nos acercó, le dije que estaba
pensando en comprar una serpiente. Empezamos a hablar de pitones.
Para mi sorpresa, Selena se quedó ahí parada, sin decir palabra —algo
que era raro en ella.
Yo ya había comprado un tanque de acuario de cuarenta galones, una
lámpara para calefacción, piedras para conservar el calor y todo lo que
se necesitaba. Cuando se lo dije al vendedor, éste fue a la parte posterior
de la tienda y regresó con una pitón bola enrollada en su brazo. Apenas
Selena lo vio, desapareció. No sólo salió de la tienda aprisa, salió
corriendo, luego miró hacia adentro, fijó sus enormes ojos en mí.
Comencé a reír.
—Está bien —le dije, y entonces ella rió también—. Vamos —la
animé.

Volvió a entrar a la tienda muy despacio, sin dejar de mirar a esa
pitón, que ahora se había enrollado en mi brazo. El vendedor me explicó
todo acerca de los hábitos alimenticios de la serpiente —se alimentaba
de ratones vivos— mientras Selena se iba acercando cada vez más.
Cuando la vi más tranquila, le dije:
—Ándale, mírala —estiré el brazo para ponerle la serpiente más
cerca.

Selena estiró el brazo también. La pitón pasó de inmediato a
enrollarse en su brazo. Por un minuto se puso muy nerviosa pero luego
se tranquilizó.
Llevamos a casa la serpiente en una pequeña bolsa, como una especie
de funda y la pusimos en nuestro acuario. Por un tiempo, Selena se
mostraba muy nerviosa al estar cerca de la serpiente, pero al cabo de un
mes se fue tranquilizando.
Las pitones bola comen mucho a la vez; se alimentan y después
entran en largos períodos en los que no vuelven a comer. Un par de
semanas después de comprar la pitón, decidí que probablemente ya

había tenido tiempo suficiente de adaptarse a su nuevo entorno. Ya era
hora de intentar alimentarla.
Fui a la tienda de mascotas y traje un ratón blanco con pequeñas
manchas café. Traje sólo uno porque no quería que me quedaran sobras
si la serpiente no tenía hambre como para comerse dos.
—¿Quieres ver comer a la serpiente? —le pregunté a Selena.
—Sí, la quiero ver —dijo, cosa que me sorprendió.
Dejé caer el ratón en la caja de la serpiente y los dos nos quedamos
mirando. No pasó nada. Por último decidimos dejarla sola y apagar la
luz.
A la mañana siguiente, el ratón aún estaba vivo. Estaba en el acuario
bebiendo el agua de la serpiente y pasándola de lo lindo dentro del
tanque de cuarenta galones, haciendo de la serpiente su parque de
diversiones.
—No podemos dejar ese pobre ratón ahí, asustado de ser devorado por
la serpiente —dijo Selena—. Vamos otra vez a la tienda de mascotas a
comprar una jaula pequeña.
Naturalmente, lo que ocurrió fue que empezamos a preparar un lugar
donde el ratón pudiera vivir, y armamos jaulas plásticas y tubos donde
pudiera estar, hasta que le construimos prácticamente una mansión.
Selena lo bautizó Bugsy por sus grandes ojos negros, y no dejaba de
hablarle.

TO SELENA WITH LOVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora